En la iglesia, a la sombra del pórtico, el neoclasicismo late en los sobrios contornos de un frontón o tímpano, que en lo alto de la fachada primitiva conforma un espacio triangular del que sólo se pueden observar dos de las tres cornisas del frontispicio y, alineado al eje simetral, un arco ojival que abraza un rosetón.
La arquitectura de la emblemática Iglesia de La Caridad, sin la menor duda, es ecléctica e irradia un clima de austera majestuosidad.
Por Aramís A. Aguiar 2
Antecedentes
La fecha y el lugar de fundación del oratorio primitivo, que fue consagrado en La Habana a la virgen Nuestra Señora de Guadalupe, acontece durante los años de la segunda década del siglo XVIII en una «ermita de paja» no muy distante de la Muralla, en las proximidades de la llamada Puerta de Tierra.
El obispo Juan Lazo De La Vega y Cansino (1732-1752) propicia en 1742 una nueva fábrica de cantería en sustitución de la ermita primaria, en un sitio que se halla hoy en la calzada del Monte, entre el callejón El Suspiro y la calle Águila.4
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1 Eliana M. Cárdenas Sánchez (Cuba, 1951-2010), arquitecta, doctora en Ciencias Técnicas. Profesora Titular Consultante, Facultad de Arquitectura de La Habana, CUJAE. Directora de la revista Arquitectura y Urbanismo.
2 Aramís A. Aguiar (Cuba, 1940), licenciado en Ciencias Políticas. Delegado cubano en la Organización Mundial de Turismo, desde 1985 a 1991. Colaborador en varias publicaciones. Autor de algunos cuentos premiados en la Isla.
3 Información que aparece en una placa conmemorativa, situada en la nave central de la Iglesia de La Caridad, ver cara interior del muro que enfrenta el Altar Mayor.
4 Testé, P. Ismael: Historia eclesiástica de Cuba. Imprenta El Monte Carmelo, Burgos, España, 1969, T II/1, p. 520.
5 García del Pino, César: La visita eclesiástica [Morell de Santa Cruz]. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1986, p. 31.
Mientras ocurre la toma de La Habana por los ingleses, la Parroquia de Guadalupe es echada abajo, y nunca vuelta a levantar en su paradero de origen. De ello relata Testé, «…de allí fue trasladada por orden del gobierno inglés cuando tomó La Habana, presentando por razones para decretar su demolición los ataques que de ella recibían como si fuera una fortaleza…»6 Respecto al derribo se aporta una versión distinta por Cuadrado De Melo, en su punto de vista aflora el eco de la narración de Jorge Le Roy y Cassá,7 en cuanto a que «…en 1762 la mandó a destruir [el templo de Guadalupe] el belga D. Agustín Cramer».8 Sobre el mismo suceso y en igual sentido, De La Pezuela y Lobo suscribe que «…el 8 de junio de 1762 incendian todas las fábricas de extramuros para despejar aproches y atender mejor la defensa de la plaza [La Habana]…»9 Tras la retirada de los ingleses, las autoridades coloniales españolas se afanan en consolidar la protección de la ciudad y en 1765 el brigadier de ingenieros Cramer ordena el derrumbe de todas las obras que en extramuros se encuentran cerca de La Muralla, a fin de instalar nuevos puntos de defensa en completamiento de la intención estratégica del monumental cinturón de piedra. A la sazón, a pesar de sobrevivir a los ataques de la artillería inglesa, gracias a su buena construcción de cantería, la Ermita de La Salud se ve amenazada con el desplome de lo que no había ardido por una razón u otra. Unos años más tarde, el obispo —cubano— Santiago José De Hechavarría Elguezua y Nieto De Villalobos (1769-1787) acude en auxilio de la ermita y decide su reposición. Tal propósito en buena parte se llevó a cabo con la utilización de los escombros provenientes de la vecina Parroquia de Guadalupe. En 1779 la imagen de la virgen es acogida en el templo de La Salud, y Hechavarría lo declara Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe. 10-11
Una reorganización de las jurisdicciones eclesiásticas es realizada por el obispo Juan José Díaz De Espada y Fernández De Landa (1802-1832). Él asume tanto la reestructuración de las jurisdicciones, como la edificación o reparación de recintos religiosos. Bajo su mitra ilustrada se produce un nuevo levantamiento de la Parroquia de Guadalupe, esta vez en una ubicación diferente al templo de La Salud, aunque bien inmediata –Salud y Manrique. El comienzo de la obra es reconocido con disimiles registros históricos.
6 Testé, P. Ismael: Obra citada, p. 522
7 Jorge Le Roy y Cassá, médico obstetra, 1867-1934, se le conoce como el padre de las estadísticas sanitaria y demográfica en Cuba. Su bibliografía activa es numerosa, habiéndose publicado más de 600 títulos firmados por él. Autor del libro Historia del hospital San Francisco de Paula, texto de referencia para historiadores eclesiásticos.
8 Cuadrado De Melo, Dr. Manuel (transcriptor/selección): Obra citada, Libro 1: De las Parroquias, Primera Parte, p.58 (Legajos 9 y 10).
9 De La Pezuela y Lobo, Jacobo: Diccionario geográfico, estadístico, histórico, de la Isla de Cuba. Imprenta del Establecimiento del Mellado, Madrid, 1863-1866, T. 3, p. 142.
10 Fernández Santelices, Manuel: Obra citada, pp. 162 – 164.
11 De La Pezuela y Lobo, Jacobo: Obra citada, T. 3, p. 142.
Un folleto de la Archicofradía del Santísimo Sacramento afirma «…la actual Iglesia de La Caridad se formó de la unión de las Ermitas del Santo Cristo de La Salud y la de Guadalupe, empezando a fabricarse en 1802». El documento únicamente toma en cuenta la segunda etapa de la archicofradía [150 años resumidos en 17 tomos de actas, que sólo atañen a las juntas celebradas a partir de 1806]; en la lectura del texto no debe escapar un revelador y curioso detalle, en las notas históricas se explica que las alusiones a episodios anteriores a 1806 son conjeturas derivadas de la tradición oral.12
No es de presumir que en el mismo año de su llegada, el obispo Espada estuviera implicado en tales menesteres, pues durante una temporada guardó cama a causa de la «fiebre amarilla». Además, desde su arribo, a finales de febrero de 1802, entra en contradicción con la burguesía esclavista por el tema del impuesto eclesiástico que se oponían a pagar, o sea, el diezmo de los beneficios procedentes de la explotación de sus haciendas azucareras y/o cafetaleras.
El diezmo encarnaba para el obispo el respaldo económico que necesitaba con el propósito de financiar sus proyectos —no obstante, hay constancia que de su bolsa personal asume los gastos del socorro a los damnificados del barrio de Jesús María y del pueblo de Bejucal, localidades devastadas por sendos incendios en el segundo año de los mil ochocientos—;13 a partir de abril de 1804 dedica un poco más de un trienio a la redacción del informe Diezmos Reservados, que debía neutralizar la influencia de los hacendados en Madrid, «…la resultante de este estudio (…) iba servir para la creación de la más amplia y extensa red parroquial del occidente de Cuba».14
Por otro lado, el diocesano inicia el fomento de sus obras públicas con el nombrado Cementerio de Espada —acometido dos años después de su ingreso al país—,15 gracias a la donación de los jardines de recreo del obispo y que de su capital personal sufraga casi la mitad del costo total del camposanto, consagrado por él en 1806.16
De regreso al nuevo asentamiento de la Virgen de Guadalupe, puede hallarse que Cuadrado De Melo cita: «La imagen de Guadalupe pasó a la ermita de La Salud y se colocó para la calle Manrique, en cuyo lugar se fabricó en 1815 la actual Parroquia de Guadalupe, es el actual templo de Ntra. Sra. de La Caridad».17
12 5 de agosto 1806. La muy ilustre Archicofradía del Santísimo Sacramento, erigida en la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de Guadalupe. Hoy Iglesia de La Caridad. 150 Aniversario. 5 agosto de 1956. Imp. G. Oviedo, La Habana, 1956, p. 13.
13 Torres-Cuevas, Eduardo: Obispo Espada [Ilustración, Reforma y Antiesclavismo]. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p. 29.
14 Ibídem, pp. 40-42.
15 Weiss, Joaquín E.: La arquitectura colonial cubana. Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2002, p. 345.
16 Torres-Cuevas, Eduardo: Obra citada, p. 49.
17 Cuadrado De Melo, Dr. Manuel (transcriptor/selección): Obra citada, Libro 1: De las Parroquias, Primera Parte, p.58 (Legajos 9 y 10).
Y a modo de colofón, un enfoque adicional acerca de los sucesos históricos examinados, una glosa ahora de J. De La Pezuela y Lobo referente a que «…el mal gusto del todo de la fábrica indujo en los primeros años de este siglo [XIX] al señor Espada (…) a reemplazarlo (…) Esta nueva fábrica tuvo que sufrir largas demoras antes de emprenderse seriamente en 1819».18
Arquitectura 19
La arquitectura de la emblemática Iglesia de La Caridad, sin la menor duda, es ecléctica e irradia un clima de austera majestuosidad. Este empeño del obispo Espada no alcanza la mejor de las suertes y el diocesano muere sin poder contemplar la culminación de la obra. J. De La Pezuela considera 1839 como fecha de terminación de la fábrica, aunque sin campanario. Desde ya se han producido transformaciones (intervenciones) que se identifican por señalados hitos en la fábrica; pero, ¿cuándo? Las circunstancias específicas son imprecisas.
Para confusas apreciaciones no hay mayor cabida en los siglos XX y XXI.
A inicios del mil novecientos (1902), el señor párroco difunde una circular solicitando la contribución de los fieles a fin de poder asumir unas arreglos perentorios que requiere la iglesia y, con ese propósito, da a conocer la formación de una Junta Parroquial, que lleva de vicepresidente a Carlos J. Finlay, eminente figura de las ciencias médicas en Cuba.20
Durante la segunda década del propio siglo XX (1913-1915), sucede una importante transformación (intervención): a expensas de los jardines del templo, en la fachada principal se erigió un pórtico con una placa de hormigón por azotea. Idéntico material se utiliza al unísono en un campanario, alzado hacia la esquina donde convergen las calles Manrique y Salud. La torre del campanario y la fachada del pórtico, ambos de verdadero interés en cuanto a expresión formal concierne, fueron «resueltos en un estilo cercano al románico-normado».21
Durante los últimos decenios del siglo XIX, no es ocioso acotar, en el ámbito del eclecticismo, dentro de Cuba ya se hacen sentir las influencias medievales, cuyos signos comienzan a manifestarse en las portadas de estilo románico-bizantino del Cementerio de Colón y de la Capilla Central del mismo camposanto.22
18 De La Pezuela y Lobo, Jacobo: Obra citada, T. 3, p. 142.
19 Los términos arquitectónicos provienen de Cárdenas, Eliana M.: La arquitectura religiosa del siglo XIX en La Habana (inédito, versión de 2009). La Habana, 2010.
20 Ibídem. Expediente 35. Legajo 16-a.
21 Fernández Santelices, Manuel: Obra citada, p. 165.
22 Weiss, Joaquín E.: Obra citada, p. 347.
En la iglesia, a la sombra del pórtico, el neoclasicismo late en los sobrios contornos de un frontón o tímpano, que en lo alto de la fachada primitiva conforma un espacio triangular del que sólo se pueden observar dos de las tres cornisas del frontispicio y, alineado al eje simetral, un arco ojival que abraza un rosetón. La torre, ya de tres cuerpos, es afectada por el ciclón Agnes en 1972; la unidad final acaba derribada, desaparece su carillón y de una cupulilla que la remata vuela una cruz de hierro fundido, sección y atributos sin reposición aún.
A mediados de igual centuria es realizada otra significativa intervención.
Espada, «…hombre culto, ilustrado, activo, moderno e inteligente…»,23 ejerció una excepcional influencia en la aplicación del neoclasicismo (formas derivadas de la antigüedad clásica) en la arquitectura cubana;24 la obvia predilección del obispo, por la sencillez y líneas regulares del estilo neoclásico, se refleja en las siluetas de los altares —que el párroco E. Boza Masvidal preservó mientras acontece las transformaciones promovidas por él entre 1950 y 1954— y en los perfiles de la puerta y ventanas, que dan a la calle Salud y las dispuestas en la fachada contrapuesta; y, también, en la profusión de capiteles dóricos.
La casa parroquial, la sacristía, el archivo y la oficina de la parroquia, con entradas por Campanario, cierran hoy la culata del edificio. Esas dependencias han sido modernizadas durante varias ocasiones, sobretodo en el transcurso de la segunda mitad del mil novecientos, particularmente la casa parroquial, toda reconstruida a finales del siglo XX.
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23 Torres-Cuevas, Eduardo: Obra citada, p. 22.
24 Weiss, Joaquín E.: Obra citada, p. 345.
25 Archivos del Arzobispado de La Habana. Sección Parroquias. Expediente 14. Legajo 16.
26 Testimonio de María C. Martínez Armesto (intima colaboradora del P. Boza Masvidal). Iglesia de La Caridad, La Habana, junio 2010.
Y casi a finales del primer decenio del siglo XXI (2008) se renuevan las tejas de la cubierta que protege todo el recinto; unos pocos años antes los vitrales habían sido restaurados o innovados.
Tres naves enfilan la iglesia. Sobre el crucero de la planta, se alza una cúpula de casquete semiesférico que se apoya en un tambor cilíndrico, cuyo interior es octogonal. La nave central, conformada por bóvedas de cañón, está separada de las colaterales por una arcada (sucesión de arcos de medio punto) apoyada en una doble hilera de pilares cruciformes, en los que descansan arcos longitudinales, y transversales, que articulan el espacio en tramos rectangulares. Una bóveda de cañón abriga el coro alto a la entrada; en tanto que, el piso del coro es soportado por una bóveda de arista rebajada. Al comienzo de las naves colaterales una cruz griega, en concordancia con el omnipresente eclecticismo, está labrada en cada uno de los techos de placa que se afianzan en esos sitios. El resto de las propias naves, y las capillas auxiliares insertadas al fondo de los corredores respectivos, están techados por bóvedas de arista; a excepción de los trechos que corresponden en el crucero a los flancos de la cúpula, allí muta en cañón el tipo de las bóvedas. El área que ocupa la nave central representa, aproximadamente, un 50 por ciento de la superficie total, el excedente se reparte en partes desiguales entre las colaterales.
La luz natural del templo se procura a través del matiz de los cristales acoplados en diez óculos distribuidos a lo largo de la parte superior de los muros longitudinales [parapetos que en el interior se benefician con pilastras dóricas embebidas, en una suerte de contrafuertes que completan el sostén de las bóvedas]; penetra entre el colorido de cuatros vitrales, que de buen tamaño terminan en arcos apuntados, y de un par adicional más pequeños y encuadrados en arcos de medio punto (dispuestos de forma individual en las capillas a los lados del presbiterio), en conjunto cubren una puerta y cinco ventanas. Y la luminosidad solar entra asimismo por la cúpula, invadiendo la policroma cristalería enmarcada en los vanos de ocho holgadas, aberturas rectangulares que son rematadas por sendos arcos rebajados; antes plasmaban la coronación de la Virgen María y apariciones de la virgen bajo diferentes advocación. En el presente nuevas imágenes sustituyen aquellas representaciones.
El retablo es de cedro, recubierto con el denominado pan de oro [filamentos adhesivos embebidos en una solución metálica de alta concentración aurífera]. Arabescos, trabajados en madera y yeso, enriquecen la ornamentación. Una réplica de la Virgen de La Caridad —copia fiel de la que se halla en El Cobre, Santiago de Cuba— refulge en la cima del Altar Mayor. A esta altura están situados sendos lucernarios a cada lado, que proceden de las intervenciones realizadas entre 1914 y 1915. La imagen de la virgen está acompañada por el escudo nacional y los símbolos regionales de las antiguas provincias de la república.
En una pared lateral, enfrentada a la diestra del Altar Mayor, hay un nicho que guarda unos restos y una lápida los registra a nombre de Miguel Jerónimo De Roas. La reliquia inhumada, que pertenece según se dice al fundador de la Ermita de La Salud, se encontró cuando los pisos fueron levantados a mediados del siglo XX.
El oratorio ubicado hacia la extrema izquierda del presbiterio, está consagrado a la virgen Nuestra Señora de Guadalupe y en la antípoda se venera al Santo Cristo de La Salud, que fue colocado en el altar del Sagrario; esta capilla exhibe una estampa en seda del siglo XIX que constituye una interpretación china de la Virgen María.
Distintos códigos decimonónicos están vigentes: de las décadas tardías de esa época, una manifestación neomedieval permanece en cinco portones, de los mismos tres salvaguardan, en el pórtico, las respectivas vías de acceso capital y el resto a sendos ingresos de segunda jerarquía, estacionados en los muros laterales del recinto eclesiástico; y a modo de símbolo de los años mucho menos aventajados del siglo XIX, e inclusive del silgo XVIII, de igual manera perdura el coro alto a la entrada principal; a mitad de los mil novecientos es acometida la segunda mejora del estrado, donde hay un antiguo órgano de viento [de una costosa reparación que aún demora].
Al franquear el umbral sorprenden un par de elementos, arcaicos a todas luces [auténticos códigos del alba decimonónica, que a su vez responden al tiempo de las ermitas de cantería], son hornacinas de vano desnudo, en una geometría con arco de medio punto. Estos nichos vienen a sustituir unos altares que, junto a otros más, suman cuatro en total, fueron retirados en virtud de los acuerdos que en materia litúrgica se concertaron a tenor del Concilio Vaticano II, celebrado de 1962 a 1965.27 De conformidad con el testimonio aportado por el actual párroco, Padre Roberto Betancourt, antes, las hornacinas estaban tapiadas por los tabernáculos relevados. En los nichos, horadados por separado en los parapetos laterales, se resguardan las esculturas de Santa Teresita del Niño Jesús, y Santa Eduviges.
27 Suelto informativo. Ed. Iglesia de La Caridad. La Habana, 2007.
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