Desde octubre hasta diciembre de 2010, el Museo Nacional de Bellas Artes acogió la exposición «Retrospectiva de Bruno Vekemans», auspiciada por la embajada de Bélgica en Cuba.
¿Qué significado tuvo para Ud. esta primera exposición en Cuba?
Ha sido muy importante para mí, primero porque adoro La Habana y a los cubanos. Esta es mi quinta visita a la Isla en cuatro años y mi primera exposición en América Latina y el Caribe. Auspiciada por la embajada del Reino de Bélgica en Cuba, fue inaugurada el primero de octubre de 2010, en presencia de Koen Adam, embajador de mi país, y personalidades de la cultura cubana. Considero como un gran honor el hecho de que la sala transitoria del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) haya acogido mi obra como su primera muestra belga. Este bello museo cuenta con una magnífica colección de antiguos pintores flamencos como Pierre Paul Rubens (1577-1640), Anthony van Dyck (1599-1641) y Jacob Jordaens (1593-1678), a quienes he admirado desde mi adolescencia.
¿Qué opinión le mereció su encuentro con el público cubano en los recorridos por la exposición, organizados por la Oficina del Historiador de la Ciudad?
Durante la permanencia de la exposición, muchos estudiantes de las escuelas de arte visitaron la sala, en las que estuve presente (recuerdo, especialmente, la de los jóvenes de la Escuela-Taller Gaspar Melchor de Jovellanos). Además, en el marco de la V Semana Belga en el Centro Histórico, el Departamento de Gestión Cultural de la Oficina del Historiador organizó un recorrido por la exposición, protagonizado por estudiantes de la Facultad de Historia del Arte, que tuvo como colofón el diálogo con el público. Al interactuar con varios grupos de familias habaneras y responder a sus preguntas, pude percibir una gran preparación cultural. Me emocioné al poder intercambiar con niños y con personas de la tercera edad, que me ofrecieron sus más sinceras opiniones acerca de mi obra.
Momento de uno de los recorridos por la exposición «Retrospectiva de Bruno Vekemans, en la sala transitoria del Museo Nacional de Bellas Artes. |
¿Qué cree de este tipo de experiencia?
En los vernissages siempre hay una numerosa audiencia —sobre todo críticos—, pero no tienes la oportunidad de explicar a las personas tus objetivos e influencias, ni de interactuar y responder a preguntas de diversa índole. Fue mi primera experiencia de este tipo y en mi corazón tuvo resultados maravillosos. Creo que debe tomarse en cuenta para futuras exposiciones, al tener múltiples beneficios tanto para el público, como para los artistas.
¿Por qué, en el intercambio con el público cubano asistente a los Andares por su obra, confesó que quisiera vivir siempre en La Habana?
La Habana tiene una atmósfera muy especial, que invita a ser percibida y dibujada. En cada ocasión descubro y recreo en mi mente nuevos paisajes, semblantes, colores…Tengo diversas obras realizadas a partir de las circunstancias cubanas, que quise exponer en esta ciudad desde el inicio. El resto de esos retratos serán exhibidos en Amberes (Flandes, Bélgica), en febrero de 2011.
¿Cómo escoge los rostros para concebir tal combinación de símbolos y expresiones humanas en los collages de retratos cubanos?
Al transmutar los rostros a través de la pintura nacen los retratos, cuya singularidad está dada por diversos motivos. Algunos atractivos para mi pincel son: el carácter firme y atrayente de los cubanos, las expresiones — ¡hay un repertorio de mil expresiones en cada uno de ustedes!—, los colores que toman los cuerpos —debido al mestizaje y los valores cromáticos de una mañana o un atardecer en esta ciudad—, los gestos únicos… Algunos símbolos de la nación, como José Martí y Fidel Castro, están representados en mis cuadros.
Obra que pertenece a uno de los collages de Retratos cubanos, que integraron la muestra «Retrospectiva de Bruno Vekemans». |
Háblenos del leit motiv de su obra en general, que cuenta con múltiples influencias en cuanto a temática, técnica y formato.
Soy totalmente autodidacta y trato de no hacer siempre lo mismo. Desde muy joven —creo que lo llevo en los genes— estaba impresionado por la obra de los grandes maestros. Por eso he desarrollado un estilo ecléctico, influenciado por los logros de los diferentes movimientos artísticos. Tras la culminación de cada etapa de mi vida hay un giro en mi obra pictórica. Al utilizar una técnica o un formato en particular, me intereso, estudio y profundizo en dicho estilo, hasta que decido cuándo es tiempo de evolucionar. Combinando técnicas disímiles (collages de retratos pintados con recortes, óleos sobre lienzo...) y dimensiones varias (pequeño y gran formato), mi trabajo está inscrito, por los críticos de arte, en la corriente posmodernista.
En el conjunto de su obra se aprecian paisajes —sobre todo citadinos— y retratos, pero ¿qué es lo que prefiere pintar?
Aunque me gusta mucho dibujar paisajes, ciudades, edificios; prefiero pintar retratos. Pero lo que más me atrae es tratar de combinar ambos géneros, al dibujar personajes en su entorno.
¿Por qué ha desarrollado un estilo tan peculiar, a partir de su propia interpretación del arte pop?
En mis cuadros, creo que la imagen —y no el mensaje— es lo más importante. Siempre la realidad parece más abrumadora que la imaginación, porque la fantasía visual supera las referencias de la realidad palpable. Además, en la vida cotidiana —y en la pintura— detesto la rutina. Pintar siempre las mismas cosas es aburrido y poco apasionante, equivale a trabajar en una fábrica, donde los productos resultantes son exactamente iguales. Como creo que sin pasión ni originalidad no hay arte.
Lysbeth Daumont Robles
Bibliotecaria de Vitrina de Valonia
Comentarios
Muchas gracias por el artículo.n Es muy interesante.
Bruno Vekemans
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