Desde 1999 la Oficina del Historiador de la Ciudad había decidido convertir este famoso dispensario en sede del Museo de la Farmacia Habanera.
Tras un minucioso proceso de restauración, se puede apreciar el resultado de este espectacular proyecto que abarcó desde los espacios propios de la farmacia original hasta las áreas interiores de producción, almacenaje y oficinas.


En el proyecto de intervención de la antigua farmacia La Reunión se buscó un balance entre la conservación del valor artístico y documental de la obra, así como la adecuación de la misma a las actuales condicionantes de orden técnico, funcional y ambiental.
Aspecto actual de una sección del local central que servirá como acceso principal al inmueble.
Es por eso –y para mantener una viva y cambiante continuidad en la identidad del lugar– que la primera decisión acertada, previa al proyecto, fue la de respetar, en esencia, la función de farmacia; aun cuando esta podría ser objeto de nuevas formas organizativas, explicó a Opus Habana la inversionista Judith Rodríguez Puentes.
En otras palabras, el proyecto de la farmacia La Reunión no ha supuesto ubicar el inmueble en una determinada época —digamos, su etapa inicial en el siglo XIX— sino todo lo contrario: se ha orientado a rescatar, de cada período, el conjunto de exponentes más valiosos.
El espacio de la farmacia ocupa las tres primeras crujías en planta baja inmediatas a la calle Teniente Rey. Más allá de su función museística, aquí se venderan productos farmaceúticos naturales y tradicionales, especias y plantas medicinales.
En el área principal de la farmacia se halla la vitrina original de 1894 que ostenta el nombre del inmueble, y un estante del siglo XIX con imitaciones de frascos que eran usados para almacenar productos farmacéuticos.
El trabajo de restauración ha sido aplicado con gran rigor, especialmente en las estanterías, mostradores, enchapes y falsos techos. Al momento de la intervención, el estado de conservación de los materiales —en especial de la madera— era regular.
El deterioro podía observarse a nivel de las superficies y, en algunos casos, por la pérdida de piezas completas. Ello requirió de un delicado trabajo de rescate y reposición de los faltantes, basándose en la información de diversas fuentes.
El espacio de venta de la esquina del lote es el principal de toda la farmacia y el más antiguo de los que aún conservan su estado original. No se da el mismo caso para el resto de locales de venta y el acceso al museo, en los que el trabajo de restitución de mobiliario ha sido más extenso, no sin dejar constancia de su momento de fabricación.
En cuanto al resto de los espacios, éstos han sido destinados a las funciones de dispensario, oficinas, almacenes y áreas múltiples de servicio. El almacén de productos terminados y el dispensario mantienen su función inicial; en tanto, las estanterías y muebles se han restaurado, devolviéndoles su imagen original que, a pesar de que no fueron diseñados para ser mostrados al público, poseen un acabado y diseño excelentes.
Vista panorámica del área destinada a museo. En las vitrinas se exhiben objetos que recrean la historia de las farmacias habaneras, muchas de ellos encontrados durante las excavaciones arqueológicas en el Centro Histórico.
A la parte destinada a museo se le hicieron transformaciones relativas a esta nueva función. No obstante, conserva las evidencias fundamentales de su evolución a través de las diferentes épocas. Sobre este local existía un patio que se recuperó durante la presente intervención, al demoler el techo de hormigón armado que lo cubría desde mediados del pasado siglo XX. Seguidamente, se le construyó un lucernario, como suministrador de luz natural y protección contra la lluvia, debajo del cual se colocó un vitral artístico con posibilidad de ventilación natural.
El museo está destinado a mostrar el devenir de las farmacias en La Habana, así como las evidencias arqueológicas que, relacionadas con el tema, han sido encontradas por el Gabinete de Arqueología (Oficina del Historiador) en numerosas casas habaneras. Además, muestra la propia historia de la farmacia La Reunión, así como su proceso de recuperación.
La concepción del museo no es sólo pasiva, en el sentido tradicional de la exposición, sino que en un futuro —como parte del recorrido— el visitante podrá observar el proceso de producción de diversas fórmulas, lociones y cremas, que se realizarán en el dispensario y el laboratorio.
Vista del dispensario que atesora objetos de los siglos XIX y XX como: morteros, balanzas, frascos y estantes para la conservación de los remedios elaborados. Aquí serán preparados medicamentos naturales que comercializará la propia farmacia.
Por motivos de ventilación, el inmueble conservará las puertas abiertas durante el día, lo que supone un atractivo adicional para los transeúntes.
Se puede concluir que la presente intervención en la farmacia La Reunión, no persigue la recuperación exacta de un período específico de ese inmueble, sino la recreación de toda la historia de las farmacias habaneras, incluida —por supuesto— la del legado de los Sarrá. Esta nueva función no sólo se da por los cambios en el modo de organización, sino también por la convivencia de elementos que no necesariamente coexistieron en una misma época y que, sin embargo, mantienen entre sí, armonía y coherencia.

(En la confección de este trabajo se han empleado fragmentos del artículo en preparación para la edición impresa de Opus Habana, del Máster en Arquitectura Abel Tablada, proyectista general de la restauración de la farmacia La Reunión y miembro de la Dirección de Arquitectura Patrimonial, Oficina del Historiador)

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar