En Factoría Habana se exhibió la exposición-taller «Trust», que aunó a 12 estudiantes del Instituto Superior del Arte (ISA) bajo la égida del profesor René Francisco Rodríguez con el nombre de 4ta Pragmática.

La  4ta. Pragmática inquiere el espacio y le interpreta en un verdadero emplazamiento fabril, pluraliza la defensa del concepto mediante la relación lúdica entre lo grupal y lo individual, la fluidez colectiva y la emanación de la personalidad de cada quien.

A partir de los 80, han emergido de las aulas del Instituto Superior del Arte (ISA) proyectos colectivos que han contemplado la posibilidad de interrogar e interpretar nuestras circunstancias sociales, las estructuras de la institución Arte, las instancias auráticas que signan la creación cubana y los intersticios de la conducta humana. Pese a sus propuestas analíticas individuales, las estrategias se asociaron a la reivindicación del artista como ser que existe bajo la influencia cultural e histórica de la comunidad en la que vive y en interacción con sus problemáticas existenciales.
En sintonía a esa consciencia y en virtud de un ardid pedagógico, René Francisco Rodríguez sentó un precedente con sus pragmáticas. No obstante sus enfoques específicos, las inquietudes de cada una se canalizaron hacia el mundo que acontecía fuera de las aulas, en ese predio de expectativas que es «la calle», eje de una gran rueda de procesos culturales apenas previsibles. Así, el diálogo con experiencias y escenarios del entorno urbano devino razón para la lectura entre líneas y oportunidad para intercambiar recíprocamente capitales simbólicos
Mas la sensibilidad de cada período afecta particularmente la formación de los imaginarios de sus protagonistas, y los jóvenes artistas que integran la 4ta. Pragmática no son la excepción. Este colectivo halla instrumentos de reflexión en los propios instrumentos del arte y en la madeja de experiencias que, a través de ellos, detecta. No es el modelo de realidad ideal lo que los incentiva, sino los mapas de vivencias y representaciones simbólicas que continuamente hacemos copular con la propia y la funcionalidad de cada espacio: en Classpool (Nuevo Vedado, septiembre-octubre de 2010) abordaron el agua como metáfora del elemento originario y procreador; los accidentes en el pavimento vial de 11 y 74 fueron la diana de atención de Plan Calle (diciembre de 2010); la arquitectura del antiguo The Royal Bank of Canada y su impronta en tanto centro hegemónico de las finanzas en la Cuba republicana, orientó el discurso en Banca Rota (primero de febrero de 2011); la sujeción erótica y sensitiva de una estructura hermafrodita constituyó la provocación de Andrógino, pieza que participó en la primera edición del proyecto Ruta Joven de la Oficina del Historiador (Factoría Habana,  primero y 2 de abril de 2011).
La complicidad entre los creadores y la locación de sus acciones incita a pensar la dinámica relación arte-vida de modo diferente, como si a golpe de enfatizar realidades vitales pusieran bajo sospecha todo cuanto parece estar dado por hecho. Esta dimensión de lo extraño se ampara en una doble observación: hacia afuera, para explorar y revelar síntomas cotidianos; hacia adentro, visceral e intelectiva, personal e integrada, emotiva e introversa, para comprender su signo, actuar sobre él y dejarle fluir de manera visual e intuitiva.
La exposición-taller «Trust» (Factoría Habana, mayo-septiembre de 2011) vino a ser su primera muestra dentro de una institución de perfil galerístico. A similitud de un consorcio de empresas independientes que se fusionan para dirigir su inserción, la pragmática cimentó su operatividad colectiva en la cooperación y la fundación de intereses comunes. El establecimiento de un trust centralizó voluntades heterogéneas y las autoempleó en la conversión de la factoría, durante el montaje y en el transcurso de la exhibición, en un taller de ejecución activo. Esto significa: explotación del lugar con propuestas —en su mayoría— pensadas para el espacio, a la que se suma una actividad de realización regular desarrollada in situ.  En ese sentido lo procesal es un ardid para aderezar «su producción», el capital de provocación y las motivaciones que los nuclean.  
Expansivo, insistiendo en el work in progress, profanando los principios de lo ordenado, lo equilibrado y armónico, Factoría Habana devino lugar y pretexto, inspiración y diana de análisis. Tras la recuperación de la memoria funcional del inmueble y su carácter presente, tras las vivencias que rompiesen las delimitantes autor- espectador, arte-vida, la actividad creativa del trust impuso como ley rectora la incontinencia, la contaminación, la falta de líneas divisorias entre el yo y el nosotros, la sugestión visual y la interactividad. No fueron la racionalidad, el minimalismo y la limpieza del inmueble los protagonistas, sino la abundancia, el énfasis, el sobrecogimiento, la impureza y la diversidad de medios y propuestas.
La  4ta. Pragmática inquiere el espacio y le interpreta en un verdadero emplazamiento fabril, pluraliza la defensa del concepto mediante la relación lúdica entre lo grupal y lo individual, la fluidez colectiva y la emanación de la personalidad de cada quien. ¿Qué esperar de sus proposiciones?, me preguntó un amigo. ¿Qué más esperar de ellos sino provocaciones y sugestiones en clave contemporánea?

Yainet Rodríguez Rodríguez
Especialista de Factoría Habana

Arriba: René Francisco Rodríguez (al fondo), Premio Nacional de Artes Plásticas 2010, y estudiantes del ISA participantes de la 4ta. Pragmática. Abajo, las instalaciones Gusano bicéfalo (derecha), de Yoxi Velázquez, y Pañol (izquierda), de René Francisco.


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