El articulista analiza algunas de las cualidades humanas del cubano y lo caracteriza como «… presuntuoso o fantasioso o farolero o fantoche: exageradamente vanidoso, y su vanidad se manifiesta en todos los órdenes de la vida, lo mismo en lo privado que en lo público...»

 Al comentar el tránsito del pater de familia a papi, el articulista expone cómo esto se debe a «cambios en la vida social cubana, calorizados, no sólo por las innovaciones que fueron introduciendo desde el poder los nuevos gobernantes extranjeros, sino también por las corrientes progresistas que llevaron a los cargos por ellos ocupados los elementos procedentes de las filas revolucionarias libertadoras».

 A propósito de los «grandes y radicales cambios y transformaciones que ha sufrido en estos últimos tiempos la organización política de potencias europeas de tan decisiva importancia en el desenvolvimiento de la humanidad civilizada», el articulista refiere la transformación sorprendente del pater de familia en el papi.

 A fin de presentar varios cuadros pintorescos de las costumbres criollas, el articulista se refiere en esta crónica «a otra gran desilusión de los precoces niños y niñas habaneros de los días presentes: el cabaret».