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 Paisajes y otros temas cubanos han sido reflejados desde el siglo XIX por artistas japoneses en pinturas, grabados, fotografías...
El crítico de arte japonés Masaki relaciona aquí a varios de sus coterráneos que tuvieron algún tipo de relación con la Isla. Entre ellos menciona a Hiroshi Kambara, quien a partir de 1916 asistió a las aulas de la habanera Academia de San Alejandro.

 Probablemente la referencia más antigua sobre Cuba en Japón aparezca en el libro Sekai Kuniboku, escrito por Yukichi Fukuzawa. Editado en 1869, este volumen presenta la geografía, costumbres y frutos de todos los países del mundo, incluida la nación caribeña, y contiene dos ilustraciones con temas cubanos: una bajo el título Paisajes de la India Occidental y otra con el subtítulo Musácea y piña. El autor fue fundador de la Universidad Keio, una de las instituciones docentes más prestigiosas de Japón.
También en esa época vio la luz Yochishiryaku, obra de Masao Uchida que llegó a convertirse en un bestseller en ese país asiático. En ese libro se describe como algo abominable la colonización de Cuba por los españoles en 1511 y la desaparición de la población indígena como consecuencia de este hecho. Introduce notas históricas acerca de la mezcla étnica característica en la población de la Isla, en la que –apunta– conviven blancos, negros, criollos, mulatos...
El libro contiene cuatro ilustraciones referidas a Cuba: la primera y la segunda son paisajes rurales; la tercera, una vista de La Habana, y la cuarta muestra las costumbres de los habaneros.
Uchida, quien viajó a Holanda para sus estudios, escogió estas ilustraciones de la revista Luxur du monde, entre unas tres mil fotografías y 20 álbumes. Es conocido también que este autor tomó las descripciones sobre Cuba de los libros escritos por Makke y Goldsmith.

EN EL SIGLO XX
En 1939, una publicación periódica divulga ilustraciones de Mokutaro Kinoshita que formaban parte del ensayo «Viaje a Cuba». Realizados por el artista durante una visita a la Isla, estos dibujos fueron los primeros hechos propiamente por un japonés sobre Cuba. Cada uno tenía un título:  La Habana, restaurante Florida, vendedor de periódico (probablemente referido al famoso Floridita), Llanura de las afueras de La Habana y La noche de La Habana.
Existen, además, referencias sobre Hiroshi Kambara, quien –nacido en 1892– permaneció largo tiempo en Cuba, donde ingresó en 1916 en la Academia de Pintura San Alejandro. Fallecido en 1970, gracias a sus memorias se han podido conocer hechos muy interesantes sobre la vida habanera. Así, en 1920, realizó una exposición en el Hotel Plaza, además de mantener una estrecha relación con Manuel Cortina –secretario del entonces presidente del país–, quien devino su mecenas. Kambara recibió el encargo de construir –junto a artesanos cubanos– un «chashitsu», o sea, una casa japonesa para la ceremonia del té, con la finalidad de alojar las colecciones de arte que Cortina atesoraba.
El artista dibujó 10 cuadros de paisajes campestres y costumbristas de Japón en las puertas corredizas de aquella cabaña, las cuales se conservan en el Museo Provincial de Pinar del Río, adonde se trasladaron desde su emplazamiento original, el hoy Parque Nacional La Güira, en aquel occidental territorio. Con el dinero recibido por el trabajo efectuado, Kambara viajó a París y posteriormente regresó a Japón.
En 1922 se realiza la VII Exposición de Arte de Kobe, que incluyó dos de sus obras: Las afueras de La Habana y el Bohío de María. Lamentablemente ambas desaparecieron cuando esa ciudad portuaria japonesa fuera bombardeada durante la II Guerra Mundial, por lo que no queda constancia de la relación de Kambara con la tierra cubana.
Después de su regreso a Japón, llevó a cabo una gran labor como grabador. Su obra Ginga (Costa plateada) integró una exposición que se instalara en la sede del Ministerio de Cultura de Japón en 1936.
En la época de la posguerra, Kambara viaja a Brasil y trabaja allí durante un tiempo. Entre las piezas de entonces encontramos Santos no ame (Lluvia de santos), realizada en 1954 y que se conserva en la actualidad. Todo parece indicar que a su regreso por mar, el artista quiso llegar a Cuba, pero por alguna razón no pudo desembarcar y tuvo que conformarse con hacer desde el barco algunos dibujos que se perdieron.
Luego de concluir sus estudios de arte en Estados Unidos, el artista Tomiji Kitagawa –contemporáneo de Kambara– efectuó una corta visita a la Isla, a finales de agosto o inicios de septiembre de 1921, antes de continuar viaje al mes siguiente hacia México, país en el que vivió y trabajó durante varias décadas.
Entre sus obras se conserva Yashi no ki no aru fukei (Paisaje con palmas), en cuyo dorso está escrito «Cerro del aue», frase que no se sabe a ciencia cierta qué significa, pero es probable que este lienzo haya sido pintado en Cuba, aunque no hay pruebas de ello. Se cree que pudiera ser la actual Calzada de Ayestarán, que antiguamente se llamaba Avenida  del Cerro. Quizás, si alguien sube a la torre del Memorial José Martí (Plaza de la Revolución), desde allí pueda ver este cerro perdido.
De octubre a noviembre de 1932, el mundialmente famoso pintor de «L´ecole du Paris» Tsuguharu Foujita (conocido como Leonard Fujita) visita Cuba. Dos años después, como resultado del recorrido que realizara por Argentina, Brasil, Bolivia, Perú, Cuba, México y Estados Unidos, inaugura una exposición con 77 obras suyas, las cuales fueron vendidas en su totalidad en sólo tres días. Es posible que algunas de ellas hubiesen sido pintadas en la Isla.
En enero de 1940, se abre en la Universidad de La Habana la muestra «Escuelas europeas», en cuyo catálogo aparecen dos cuadros de Fujita: Campesino mexicano, que era propiedad de José Antonio Fernández de Castro, y Niño dormido, perteneciente al Liceo de La Habana. Cabe la posibilidad de que las dos se conserven todavía en Cuba.
Finalmente, en 1955 viajan a La Habana los hermanos Hodaka y Toshi Yoshida. En una galería capitalina se encuentran con el pintor cubano Mariano Rodríguez, con quien intercambian algunas ideas. A su regreso a Japón, publican en la revista Bijutsu techo (Agenda de arte) las fotos tomadas en Cuba así como una breve reseña sobre el arte del país.
Los hermanos Yoshida pertenecen a la tercera generación de una familia que tradicionalmente se dedicó en Japón al ukiyo-e (xilografía típica japonesa). En 1987, Hodaka regresa a La Habana e imparte clases prácticas de dicha técnica en el Instituto Superior de Arte. A su vez, se llevó a Japón algunos de los grabados hechos por él en la capital cubana, entre otros, Antigua primera de San Miguel y Casas con columnas.
Por su parte, Masaki Hiranu tomó una serie de fotografías entre los años 1992 y 1995. El tema era histórico: casas coloniales, carros americanos, tipos populares.... Luego, el propio Hiranu viaja por Sarajevo, ciudad y capital de Bosnia-Herzegovina, donde realiza una serie de fotos artístico-documentales por las cuales recibe el premio de debutante, que otorga la Asociación más grande de fotógrafos existente en Japón.