Hace un par de años atrás en el Centro Histórico se reabrieron las puertas de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena en su nueva sede de Obispo, a sólo unos metros de su anterior ubicación. Desde entonces, y en una atmósfera apacible para el aprendizaje, los usuarios acceden a los fondos bibliográficos y servicios de este inmueble habanero que tiene además un bello jardín, una galería de exposiciones, una sala teatro...
Dotada con amplias salas para niños, adolescentes y jóvenes, la biblioteca conjuga la presencia de vitrales evocadores de motivos arquitectónicos del período colonial, con estilos y formas más modernas como las del archivo.
A un costado de la Plaza de Armas, en la calle Obispo, desde el reciente verano funciona en su nueva sede la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, que anteriormente ocupaba un segmento de la planta baja del Ministerio de Educación.
Restaurado bajo los auspicios de la Oficina del Historiador de la Ciudad, el otrora edificio Horter alberga ahora, multiplicada y moderna, esta casa del saber. En esa edificación radicó durante la época republicana la embajada de Estados Unidos, frente a la cual tuvo lugar, el 12 de marzo de 1949, el repudio de jóvenes revolucionarios contra el ultraje cometido por marines yanquis borrachos a la estatua de José Martí, en el Parque Central.
Después del triunfo de la Revolución, el inmueble dio cabida indistintamente a una casa de cultura y a la escuela secundaria «Forjadores del futuro».
Desde junio de 1996 se acometió su reparación capital y su reacomodo funcional, concebidos por la arquitecta Tatiana Fernández de los Santos, directora de Proyectos de la Oficina. Perteneciente a esta misma institución, la Empresa de Restauración de Monumentos ejecutó los trabajos constructivos. Es importante destacar la contribución de la junta de Castilla y León al proyecto, así como que la sala de lectura está consagrada a la memoria de Miguel Delibes.
Dotada con amplias salas para niños, adolescentes y jóvenes, la biblioteca conjuga la presencia de vitrales evocadores de motivos arquitectónicos del período colonial, con estilos y formas más modernas como las del archivo, donde se atesoran los fondos bibliográficos. Se trata de bloques metálicos móviles, hermetizados, protegidos del polvo, la humedad y la posible acción depredadora del fuego.
A la par que mejoró su sede, la biblioteca incrementó sus funciones y tareas, que van desde la lectura y consulta de libros, su razón de ser, hasta servicios de audición de música, exposiciones, conferencia y computación, entre otros.
Para ello dispone, en principio, de un fondo bibliográfico de unos 60 mil volúmenes de interés general y específico, que podrán ser solicitados mediante el sistema de archivo móvil, catalogado como uno de los más modernos del mundo.
Otra novedad es la valiosa colección integrada por una actualizada enciclopedia y diccionarios diversos, donada por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Atendiendo a intereses de edades y grupos específicos, el centro cuenta con salas para minusválidos, ciegos y débiles visuales. Estos últimos tienen a su disposición una colección de libros escritos en sistema Braille.
En la «nueva Villena» hay también un laboratorio de microformas (microfilmes y microfichas), un buró de información especializada y de referencias, así como un área de encuadernación y restauración.
Para los adultos dispone de unas 200 capacidades, mientras que tres pequeños cubículos aislados garantizan la publicidad necesaria para el estudio y la lectura.
Restaurado bajo los auspicios de la Oficina del Historiador de la Ciudad, el otrora edificio Horter alberga ahora, multiplicada y moderna, esta casa del saber. En esa edificación radicó durante la época republicana la embajada de Estados Unidos, frente a la cual tuvo lugar, el 12 de marzo de 1949, el repudio de jóvenes revolucionarios contra el ultraje cometido por marines yanquis borrachos a la estatua de José Martí, en el Parque Central.
Después del triunfo de la Revolución, el inmueble dio cabida indistintamente a una casa de cultura y a la escuela secundaria «Forjadores del futuro».
Desde junio de 1996 se acometió su reparación capital y su reacomodo funcional, concebidos por la arquitecta Tatiana Fernández de los Santos, directora de Proyectos de la Oficina. Perteneciente a esta misma institución, la Empresa de Restauración de Monumentos ejecutó los trabajos constructivos. Es importante destacar la contribución de la junta de Castilla y León al proyecto, así como que la sala de lectura está consagrada a la memoria de Miguel Delibes.
Dotada con amplias salas para niños, adolescentes y jóvenes, la biblioteca conjuga la presencia de vitrales evocadores de motivos arquitectónicos del período colonial, con estilos y formas más modernas como las del archivo, donde se atesoran los fondos bibliográficos. Se trata de bloques metálicos móviles, hermetizados, protegidos del polvo, la humedad y la posible acción depredadora del fuego.
A la par que mejoró su sede, la biblioteca incrementó sus funciones y tareas, que van desde la lectura y consulta de libros, su razón de ser, hasta servicios de audición de música, exposiciones, conferencia y computación, entre otros.
Para ello dispone, en principio, de un fondo bibliográfico de unos 60 mil volúmenes de interés general y específico, que podrán ser solicitados mediante el sistema de archivo móvil, catalogado como uno de los más modernos del mundo.
Otra novedad es la valiosa colección integrada por una actualizada enciclopedia y diccionarios diversos, donada por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Atendiendo a intereses de edades y grupos específicos, el centro cuenta con salas para minusválidos, ciegos y débiles visuales. Estos últimos tienen a su disposición una colección de libros escritos en sistema Braille.
En la «nueva Villena» hay también un laboratorio de microformas (microfilmes y microfichas), un buró de información especializada y de referencias, así como un área de encuadernación y restauración.
Para los adultos dispone de unas 200 capacidades, mientras que tres pequeños cubículos aislados garantizan la publicidad necesaria para el estudio y la lectura.