Mis gallos parten de una figuración realista y se van estilizando hasta llegar al impresionismo, siempre alejándose de la imagen verdadera del animal, pues no soy un biólogo. Me he documentado con alguna información gráfica para no estar demasiado distanciado de las diferentes razas y tipos, pero quiero huir de lo totalmente figurativo y que el espectador se adentre en ese ser a través de su mirada.
«Gallo No. 4 con Reiki», (2005). Mixta con pincel electrónico, pastel, acrílico, barnices (55 x 45) |
«Gallo 11 con Reiki»,(2005).Mixta con pincel electrónico, pastel, acrílico, barnices (55 x 45) |
El gallo, como alegoría, ha ocupado un importante escaño en la cultura universal: desde importante símbolo en Francia y Portugal a la iconografía de diferentes religiones, como la yoruba, para la que cobra suma relevancia, o la católica, para la que su canto representa la resurrección de Cristo y también su nacimiento, con la Misa del Gallo, pues se cuenta que fue testigo de la natividad y cantó para anunciarla. En Asia es asimismo muy significativo, al ser considerado en la astrología china como el héroe y el más excéntrico de los doce animales convocados por Buda para representar las características humanas. En nuestro país, además de anunciarle al campesino, al hombre trabajador, que su jornada comienza, ha pasado al folklore con el Gallo de Morón, ciudad al norte de Ciego de Ávila en la que cuenta con una majestuosa estatua de bronce que cada seis horas emite el cántico en tres repeticiones.
«Gallos y gallinas no. 10 con Reiki», (2005).Mixta con pincel electrónico, pastel, acrílico, barnices (55 x 45) |
Dedico esta exposición a él, al maestro Mariano Rodríguez; a su esposa y a los inolvidables compañeros de mi primera juventud en la Casa de las Américas, en especial a Umberto Peña, Lesbia Vent-Dumois, Adolfo Cruz Luis, César Ramos y a la familia Santamaría, con quienes pasé tan agradables e instructivos momentos, que fueron haciendo mi formación intelectual cada vez más sólida, en aquel lugar donde se respiraba cultura y buen gusto. También a todos mis amigos, los viejos y los nuevos, pues se han unido con el buen pretexto de mi cariño para hacerme pasar los mejores momentos de mi vida, y al director de esta casa, Miguel Hernández Montesino, y a su equipo técnico. Pero, con permiso de todos, en primer lugar, al ser más maravilloso que he conocido, que he amado toda mi vida y me ha hecho sentir que el tiempo no ha pasado: a mi esposa por segunda vez, mi amiga, mi compañera, mi colaboradora, Cirita Santana, quien inteligente me hace creer que soy el Gallo del gallinero, y desde novios, hace casi cuarenta años, me inculcó su innato buen gusto y su constante creatividad, convirtiéndose en mi primera formadora, tarea a la que se sumarían después Carmelo González, Adolfo de Luis, Raúl Oliva, Fernando Pérez O’Reilly y Umberto Peña, exponentes inolvidables de nuestra cultura. Y ahora…¡que cante el Gallo!
Jorge Martell, desde un gallinero (con una sola gallina) en el Cerro, 2009