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En reconocimiento a la destacada trayectoria de César García del Pino como diplomático, filósofo, arqueólogo e historiador, le fue otorgado recientemente el Premio Internacional Fernando Ortiz.

«Pinareño de pura cepa», así lo define el coronel Ángel Jiménez en su prólogo a Toma de La Habana por los ingleses y sus antecedentes . Sin embargo, como el mismo ha manifestado en varias ocasiones se siente universalmente cubano. Lo cierto es que llegó a este mundo el 19 de julio de 1921, curiosamente el día dedicado a homenajear a los historiadores cubanos, y desde entonces se vaticinaba la grandeza y consagración de su obra al ser nombrado como dos legendarios emperadores romanos: Augusto y César.
Sus años de infancia y adolescencia fueron fugaces, alimentados por la avidez del conocimiento y la lectura. Pronto se graduó como Bachiller en el Instituto de La Habana, y a los 22 años de edad cursaba las materias que regirían el curso de su vida: Arqueología, Etnología e Historia, todas impartidas con la profesionalidad del magisterio que distinguía al claustro de la Sociedad Espeleológica de Cuba.
Hombre visionario al fin, comprendió la necesidad de plasmar en letra impresa los saberes científicos que dominaban su inquieta mente, por lo que decide publicar su primer trabajo en la Revista Lux en 1946 bajo el sugerente título «¿De dónde procedían los siboneyes?», a propósito de su participación en el IV Congreso Nacional de Historia. Este sería el punto de partida de sus asiduas colaboraciones en el Boletín de la Sociedad Espeleológica de Cuba, la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, Universidad de La Habana, Revolución y Cultura, Anuario del Centro de Estudios Martianos, Bohemia, Boletín Numismático, Archivo Hispalense
En más de una ocasión, las páginas de la revista Mar y Pesca han acogido sus trabajos. Entre ellos recuerdo con especial interés el publicado en el número correspondiente a mayo de 1998, con el título de «Un galeón perdido en las aguas de Cuba», que hace referencia a las investigaciones en el pecio Fuxa.

César García del Pino (derecha) junto Jorge Echeverría, especialista principal del Museo Castillo de La Real Fuerza, durante el homenaje que le rindiera la institución en 2010 por sus notables aportes a la historiografía marítimo-naval de Cuba.

Eterno estudiante, llegó a la Universidad de La Habana en 1949 para estudiar Arqueología de Cuba e Historia de España. Su integridad de pensamiento propició su decidida incorporación al Movimiento 26 de julio en 1956. Al triunfo revolucionario volvió a las aulas de la Casa de Altos Estudios para licenciarse en la especialidad de Diplomacia (1962-1963). En los próximos tres años laboró en el MINREX y participó como asesor histórico en el XVI Período de la Asamblea General de la ONU, en los cruciales momentos en que Cuba defendía su soberanía en Playa Girón. Comisionado por el Banco Nacional de Cuba marchó rumbo a Europa con el fin de realizar pesquisas históricas en el British Museum y en la Public Record Office de Inglaterra, en el Archivo Nacional de Francia, en el Archivo General de Indias, en el de Protocolos de Sevilla, en el Museo Naval de Madrid y Museo Histórico Nacional de España. En 1988 asistió al II Congreso de Arqueología efectuado en Santo Domingo. En la actualidad se desempeña como asesor del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador.
En reconocimiento a la destacada trayectoria de César García del Pino como diplomático, filósofo, arqueólogo e historiador, le fue otorgado en 2009 el Premio Internacional Fernando Ortiz. Ha sido merecedor, además, de la distinción de la Cultura Nacional, la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez, la Orden Félix Varela de Primer Grado, entre otras.
Su fecunda labor literaria no ha estado al margen de sus estudios, sino más bien ha sido memoria de ellos. Entre su amplio catálogo de publicaciones sobresale la que ya es una obra antológica de la historiografía cubana: El Corso en Cuba, al que seguiría El libro de los escribanos cubanos de los siglos XVI-XVII y XVIII. Es de destacar su faceta como antologador de dos volúmenes indispensables para la comprensión del período fundacional de la Isla: Documentos para la historia colonial de Cuba y Nuevos documentos para la historia colonial de Cuba. Ambos fruto de la sistemática investigación de César junto a su eterna compañera en la vida, la paleógrafa Alicia Melis Cappa, a quien dedicara cálidas palabras en la primera edición de Documentos…: «A Alicia: Quien durante las tres últimas décadas ha sido inspiradora de mi obra y mi eficaz colaboradora».
A sus 90 años, César García del Pino se nos presenta como un noble caballero medieval, de larga y pulcra barba, digna de un sagaz capitán de navío o acaso de un sabio anciano escribano de actas capitulares. Quizás uno de los mayores placeres de quienes lo hemos conocido ha sido el de gozar de su prodigiosa memoria, la cual atesora vívidos relatos que parecen salidos de la pluma de Emilio Salgari, pero con la total confianza en el acierto y la veracidad histórica de todo cuanto dice.
A su más reciente volumen La Habana bajo el reinado de los Austria, publicado en 2008 por Ediciones Boloña corresponde el siguiente fragmento:
«…Aquel verano si ocurrió un desastre que, aunque no tuvo lugar aquí, dejó beneficios económicos a los despiertos habaneros. El 4 de septiembre zarpó de La Habana la flota de Tierra Firme, escoltada por la Armada de Guarda de la Carrera de Indias, mandadas por el general Díaz de Armendáriz, y fueron azotados por un recio huracán, en el que se perdieron tres galeones, un patache y cuatro de los buques mercantes. Figuraban entre ellos los galeones Nuestra Señora de Atocha —construido en La Habana por Alonso Ferrera— y Santa Margarita, que conducían pingues caudales y naufragaron cerca de las islas Marquesas.
Llegue a Ud. maestro de maestros, la más sincera felicitación en su nonagésimo aniversario.  

Fernando Padilla González
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Opus Habana