Nos acercamos ahora a una muestra llamativa, cuyos trazos rompen con cualquier monotonía y convidan al deleite visual, aunque para algunos entendidos estos azulejos puedan ser imperfectos técnicamente. Ellos alegraron espacios hasta aquel momento sobrios, y estuvieron al alcance aun de clases menos adineradas. Viajaron en grandes lotes hacia América, y su presencia poco a poco se revela en los contextos arqueológicos habaneros y de otras ciudades del continente.
El Gabinete y Museo de Arqueología posee en su colección un grupo de azulejos sevillanos, fabricados a mediados del siglo XVIII, del denominado estilo Delft. El conjunto, obsequiado a la institución en 2005, está compuesto por 95 piezas cuadradas, de dimensiones entre 13,5 cm y 14 cm, y un grosor de 1,5 cm, con ornamentación pintada a mano de tema decorativo independiente. Presenta cinco diseños, que abarcan paisajes, personajes, animales, flores y escenas de cacería. En algunos casos, la decoración es monocroma (azul) y en otros policroma (azul, morado y naranja), todo sobre fondo blanco.
A inicios del siglo XVII, la porcelana Ming1 había inundado los mercados europeos y los alfareros holandeses se interesaron en producir este tipo de cerámica2, en lo cual influyó, grandemente, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que establecida en 1602, introdujo grandes cantidades de porcelana en Europa. Entre 1630 y 1700, época del mayor esplendor de la cerámica Delft, se alcanzó un menor grosor en las pastas y diseños más delicados, con temáticas holandesas. Estas mejoras, que también se llevaron a los azulejos, se concretaron en piezas de exquisita factura decorativa y gran calidad3. El empleo de los tonos azules al estilo de las porcelanas y el hecho de que importantes pintores holandeses, como Willem van der Kloet, plasmaran sus creaciones en conjuntos monumentales de azulejos, hizo que rápidamente tuvieran gran aceptación y fueran reproducidas por otros centros alfareros europeos, como Portugal, donde se obtuvieron importantes obras diseñadas por reconocidos pintores-ceramistas lusos de finales del siglo XVII y de la primera mitad del XVIII. Son muy representativos los conjuntos —con temáticas religiosas— confeccionados por Policarpo de Oliveira Bernardes para la iglesia de San Lorenzo de Almancil4, en la región del Algarve.
Otro de los logros holandeses fueron los azulejos de temas independientes5 —influenciados no solo por la manera de diseñar asiática, sino también por la italiana—6 , los cuales implantaron una nueva manera de realizar piezas que se conocen por el nombre de Delft, ciudad que durante los siglos XVII y XVIII fuera el principal centro alfarero holandés, pero no el único en producirlas. Los temas recreados fueron esencialmente religiosos y costumbristas. En Sevilla, sobre todo en el barrio de Triana7, expertos artesanos fabricaron azulejos8 —como los aquí mostrados— con decoración basada en estos diseños, manteniendo el esquema compositivo holandés.
La ornamentación consiste en un motivo central encerrado por un círculo; en las esquinas, un sencillo botón floral actúa como elemento de enlace con las piezas inmediatas. Se destacan por la estilización de los dibujos a la manera decorativa de la porcelana china —específicamente la conocida como Kraak9—, lo cual les da gran movimiento a las figuras. Los diseños se realizaban en tonos azules y policromos, estos últimos de gran viveza visual.10 Los alegóricos a la cacería —en ocasiones aparecen solamente animales o vegetales— se denominaron de «montería». Las escenas religiosas, muy de moda en la época, convivieron con motivos basados en la vida diaria. Los ceramistas ingleses también adoptaron esta manera de elaborarlos, pero los suyos, a diferencia de los sevillanos, son casi idénticos a los holandeses, lo que dificulta, en muchas ocasiones, conocer la verdadera procedencia.
Hasta el momento no se han localizado en La Habana Vieja azulejos de este tipo colocados en sus lugares originales 11, pero referencias documentales apoyan las evidencias arqueológicas encontradas —que pudieran referirse a ellos—, como la que aparece en el número 81 del Papel Periódico de la Havana, correspondiente al jueves 6 de octubre de 1803, en cuya sección de ventas aparece un clasificado con la siguiente información: «Una partida de ladrillos sevillanos, floreados de varios dibuxos propios para patios y ventanas..., en la tienda de ropa contigua á la casa del señor don Ignacio Pedroso calle del Teniente Rey de la plaza nueva á Santa Teresa».
En La Habana Vieja se han encontrado arqueológicamente fragmentos de azulejos sevillanos —estilo Delft— en el palacio del marqués de Casa Calderón, en Oficios 312, en el Castillo de San Salvador de La Punta (Malecón y Paseo del Prado) y en la casa del capitán Gaspar Rivero Vasconcelos (Obrapía 172). Otras producciones alfareras sevillanas, desde el siglo XVI, también arribaron en grandes cantidades a La Habana. Del siglo XVIII existen en los registros de entrada y salida de buques al puerto, numerosas declaraciones de embarcaciones procedentes de los puertos de Sevilla y Cádiz, que entre otras muchas mercancías transportaban lozas de Sevilla, loza de Triana, lebrillos, loza fina del Reino, loza ordinaria de Sevilla12 y vasos de loza ordinaria de Sevilla. Restos de estas producciones aparecen constantemente en los sitios arqueológicos habaneros, y ejemplo de ello lo vemos en las excavaciones efectuadas por el Gabinete de Arqueología en el inmueble sito en Mercaderes 162, donde fue localizado un hueco relleno con basura del siglo XVI. En esta ocasión, los arqueólogos desenterraron fragmentos de mayólicas sevillanas, como las denominadas Columbia Plain (1490-1650) y Santo Domingo Azul sobre Blanco (1550-1630).
Nos acercamos ahora a una muestra llamativa, cuyos trazos rompen con cualquier monotonía y convidan al deleite visual, aunque para algunos entendidos estos azulejos puedan ser imperfectos técnicamente. Ellos alegraron espacios hasta aquel momento sobrios, y estuvieron al alcance aun de clases menos adineradas. Viajaron en grandes lotes hacia América, y su presencia poco a poco se revela en los contextos arqueológicos habaneros y de otras ciudades del continente.
Bibliografía
ARCHIVO NACIONAL DE CUBA: Fondo Miscelánea de Libros. Libro: 6685 (1786). Contenido: Entrada de buques al puerto de La Habana.
ARRAZCAETA DELGADO, ROGER, OSVALDO JIMÉNEZ VÁZQUEZ Y JAVIER RIVERA (2006): «El descubrimiento de un hueco de basura del siglo XVI», en Gabinete de Arqueología, núm. 5, año 5: 208. Gabinete de Arqueología, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
ARRAZCAETA DELGADO, ROGER Y ANTONIO QUEVEDO HERRERO (2007): «La cerámica de aplicación arquitectónica de la época colonial en La Habana», en Gabinete de Arqueología, núm. 6, año 6: 197-215. Gabinete de Arqueología, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
DEAGAN, KATHLEEN (1987): Artifacts of the Spanish Colonies of Florid and Caribbean, 1500-1800, vol.1, Smithsonian Institution Press, Washington, D.C., London.
DOMÉNECH MARTÍNEZ, RAFAEL (1988): El azulejo sevillano. Editorial Dialpa, s. l., Sevilla.
DOMÍNGUEZ CABALLERO, ROSA M. (1998): «Evolución del azulejo sevillano desde el siglo XIII. Técnicas», en Actas del Segundo Congreso Nacional de Historia de la Construcción, 141-144, Sociedad Española de Historia de la Construcción, Madrid.
GARCÍA ARRANZ, JOSÉ JULIO (2000-2001): «Un programa emblemático de exaltación mariana: los azulejos de la Ermida da Memória en el Sítio de Nazaré (Portugal)», en Norba-Arte, núm. XX-XXI, 59-76, Cáceres, Universidad de Extremadura.
GARCÍA PORTILLO, ALFREDO (2009): «Los paneles de azulejos holandeses del patio del hospital de la Caridad de Sevilla. Historia y simbología», disponible en http://www.retabloceramico.net/articulo098.htm (consultado 26-8-2011).
GARCÍA PORTILLO, ALFREDO (2009): “Unos azulejos holandeses en el puerto de Santa María (Cádiz). Los azulejos del Antiguo Testamento”, disponible en http://www.retabloceramico.net/articulo0111.htm (consultado 29-8-2011).
PALOMO GARCÍA, MARTÍN CARLOS (2010): «Decoración cerámica de la iglesia de San Lorenzo de Almancil», disponible en http://www.retabloceramico.net/articulo0314.htm (consultado 26-8-2011).
Papel Periódico de la Havana (1803), núm. 81, 6 de octubre.
RAY, ANTHONY (1998): «La losa sevillana del siglo XVIII: piezas inéditas en los museos de Londres», en Laboratorio de Arte, núm. 11, 215-232, Universidad de Sevilla.
SÁNCHEZ-PACHECO, TRINIDAD (1981): «Sevilla», en Cerámica esmaltada española. Editorial Labor, S.A., Barcelona, España.
SCHÁVELZON, DANIEL (2001): Catálogo de cerámicas históricas de Buenos Aires (siglos XVII-XX). Con notas sobre la región del Río de la Plata. Fundación para la Investigación del Arte Argentino, Buenos Aires, Argentina (edición digital).
Agradecimientos
Los autores desean agradecer la colaboración brindada por el señor Antonio Entrena Aznarte, administrador y creador de la web Retablo Cerámico (http://www.retabloceramico.net/laweb.htm), por autorizarnos el uso de las imágenes Crucifixión (Foto: Alfredo García Portillo), San Lorenzo (Foto: Alfonso García García) y el azulejo de Adán y Eva (Foto: Alfredo García Portillo).
Notas
1 «La dinastía Ming (1368-1644) en China fue muy famosa por sus porcelanas finas, que fueron las primeras en conocerse en Europa» (Deagan, 1987: 67).
2 «Las aventuras y desventuras que significó por siglos la búsqueda de la fórmula para su fabricación han sido contadas desde antiguo innumerables veces, y desde el siglo XV reyes poderosos intentaron lograr producir esa cerámica de alta temperatura, transparencia y liviandad inigualables» (Schávelzon, 2001: 225).
3 «La evolución de este tipo de cerámica pasó por la comprensión del secreto de la fabricación del azulejo y su posterior vitrificado, creando un material mucho más duro y a la vez impermeable, para lo que se hizo necesario un perfeccionamiento de los hornos de forma que estos alcanzaran una mayor temperatura» (García Portillo, 2009).
4 «La realización de esta impresionante obra de azulejería data de 1730, a manos del ceramista Policarpo de Oliveira Bernardes, cuyo nombre aparece en una cartela, que realizaría esta grandiosa obra por encargo de unos condes venidos del norte del país. El historiador especialista en cerámica ingeniero Santos Simöes nombra a este templo como el más notable del Algarve, de los más extraordinarios de Portugal, y sin dudas del mundo entero» (Palomo García, 2010).
5 “Menos refinado técnicamente pero a la vez más vivos en el colorido y simples en su decoración” (Domínguez Caballero, 1998: 142).
6 “Los diseños pintados en cada uno son de tema único y siempre aparecen rodeados por un círculo, en este caso de tono amarillo limón, siguiendo un patrón establecido en Italia desde principios del siglo XVI y retomado con gran éxito comercial por Holanda en el XVII. Estos azulejos del barroco tuvieron un amplio espectro de aplicación en la estructura arquitectónica, sobre todo en enchapes de interiores” (Arrazcaeta Delgado y Quevedo Herrero, 2007: 202).
7 «Sevilla es a comienzos del siglo XVI una de las ciudades más prósperas de España. De su puerto salían los barcos para el comercio americano en el que ejercía un monopolio la Casa de Contratación; al mismo tiempo, tenía relaciones privilegiadas con Italia, hasta el punto de que la banca genovesa mantenía una sucursal en Sevilla para capitalizar su comercio. Al calor de esta riqueza, que atrae a comerciantes flamencos, alemanes, genoveses, etc., surge en Sevilla una gran demanda de obras de arte de todo tipo. Algunas se importan directamente de Italia —como mármoles y esculturas ―, pero las más numerosas se realizan, naturalmente en la ciudad» (Sánchez-Pacheco, 1981: 95). «Durante más de cinco siglos —desde fines del siglo XIV hasta el XX— los alfareros de Sevilla, y concretamente los de Triana, produjeron cantidades enormes de cerámica de gran calidad» (Ray, 1998: 215).
8 «Se realizaron para decorar los peldaños de las escaleras, interiores de alacena o zócalos de cocina. Aunque la idea de este azulejo de pequeño tamaño procede de Delft, cuya producción venía en grandes cantidades a Sevilla desde el siglo XVII, en Sevilla se transforma, cambia su colorido y constituye el último eslabón de la cadena de la azulejería sevillana» (Sánchez-Pacheco, 1981: 108).
9 «Entre los elementos típicos de diseño aparecen flores grandes que asemejan margaritas, melocotones, pájaros, símbolos taoístas, y escenas paisajísticas» (Deagan,, 1987: 67).
10 «Se ha acusado al azulejo sevillano dieciochesco de grandes imperfecciones técnicas y tal vez con razón, como también la tiene el hálito renovador, jugoso y abiertamente pactante con la estética del pueblo. Nacen los retablos callejeros de azulejos de temas religiosos, los de oficio rememoradores de los de estufa de la zona alemana de Baden o los deliciosos de Valencia o Cataluña inspirados en aucas y aleluyas» (Doménech Martínez, 1988: 23).
11 Provenientes de las colecciones del Museo de la Ciudad se conservan —en el Gabinete y Museo de Arqueología— cinco azulejos sevillanos de estilo Delft, y consta en acta su pertenencia al convento de San Francisco de Asís.
12 Denominaciones textuales de los documentos.
Antonio Quevedo Herrero e Ivalú Rodríguez Gil
Director y museóloga del Museo de Arqueología, respectivamente. Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Fotos: Ángel Rojas Cabrera, Alfredo García Portillo, Alfonso García García y Fidel Navarrete Quiñones.