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El Museo Numismático de la Oficina del Historiador de la Ciudad conserva en sus fondos una singular pieza, la primera en la numismática donde aparece plasmada la efigie de José Martí: la Medalla de la Emigración.

Ubicada en la Sala Medallística del Museo, la condecoración surge en 1913 por iniciativa de I. Melecio Alcalde, apoyado por otros veteranos de las guerras de liberación, quienes, reunidos el 3 de enero del propio año en junta directiva de la Asociación de los Emigrados Revolucionarios Cubanos, aprobaron la creación de una medalla conmemorativa para distinguir a aquellos que desde el exilio habían contribuido a alcanzar la independencia de Cuba.
Aunque el diseño original de Melecio Alcalde tuvo algunas variaciones, al quedar incluida la medalla en el sistema de condecoraciones de la República por el
Decreto 918 del 10 de octubre de 1913, la imagen de Martí plasmada en el anverso no sufrió cambio alguno, ya que «sin su esfigie la joya no estaría completa»1 .
Ello no es de extrañar si se toma en cuenta la labor desplegada por el Maestro en aras de consolidar el papel de la emigración como sostén fundamental de la gesta del 95, no solo mediante el envío de pertrechos a Cuba, sino también en la fundación del Partido
Revolucionario Cubano, que tuvo como base a los clubes y asociaciones creados en varios países, sobre todo en Estados Unidos, pues allí eran mayoritarios los grupos de cubanos emigrados en Cayo Hueso, Tampa, Nueva York y Filadelfia.
Personalidades como Enrique José Varona, Benjamín Guerra, Alfredo Zayas y el primer presidente de la República, Tomás Estrada Palma (post mortem), fueron merecedores de esa distinción, cuyos parámetros técnicos consisten en «una placa de oro de forma triangularequilátera- curvilinea, de tres y medio centímetros de altura, pendiente de una cinta de seda con los colores nacionales».
Pese a que estas regulaciones quedaron establecidas en el Decreto 918, podemos encontrar varios ejemplares de la medalla confeccionados con otros metales, como el cobre.
Explica la especialista del Museo Numismático Tania Jay Quesada, que ello se debe a que «aunque la Secretaría de Gobernación aprobaba la entrega de la distinción y la Asociación de los Emigrados expedía un certificado acreditativo, la confección de la misma corría a cargo del beneficiado, y algunos de los veteranos carecían de los recursos económicos necesarios para hacerla de oro. No obstante, todas las medallas de las que tenemos conocimiento, y cuya cantidad es imprecisa, mantienen intactos todos sus atributos».
Uno de los elementos más importantes en la medalla es la representación del rostro de José Martí, ubicado en el anverso, al centro. Presumiblemente —según evidencia la similitud en los rasgos faciales— para hacer la efigie de la condecoración se tomó como referencia la conocida como Fotografía de Kingston, que hiciera Juan Bautista Valdés al Apóstol en octubre de 1892, en Temple Hall, hacienda tabacalera de esa ciudad, en Jamaica.
En el anverso, junto a la efigie de Martí, está inscripto el título Emigrados Revolucionarios Cubanos, así como las fechas 1868-1895, indicando los años de inicio de las dos grandes contiendas independentistas.
En el centro del reverso se sitúa el escudo nacional; en los bordes laterales aparece la inscripción Cuba a sus servidores, y la fecha de promulgación del Decreto que oficializa su uso, en el borde inferior.
En su diseño definitivo algunos elementos fueron retirados de la medalla. Tal es el caso del broche para sujetar la cinta tricolor, «que tendrá la figura de un tabaco en miniatura, siendo plano en su parte inferior (…) y ostentará la fecha del 24 de febrero de 1895»3, en clara alusión a la forma en que Martí, desde Estados Unidos, debió comunicar a Juan Gualberto Gómez la fecha del alzamiento armado en Cuba sin levantar sospechas en las autoridades norteamericanas: depositar en el interior de un tabaco que enviaría hacia la
Isla una nota con la fecha del levantamiento.
No obstante, la Medalla de la Emigración no deja de tener grandes valores históricos. Además de ser una de las primeras ocasiones en que se divulgó la imagen de José Martí como paradigma de patriotismo y sentimiento nacional, junto a la estatua erigida hacia 1905 en el actual Parque Central, en La Habana, y el primer entero postal, puesto en circulación en 1904, esa pieza numismática constituye la segunda condecoración creada en Cuba, luego de la proclamación de la República en 1902, y la única destinada a galardonar a aquellos cubanos que desde el exterior, dejaron su impronta en aras de lograr la independencia de Cuba.

 

 

Redacción Opus Habana