El retrato que el pintor sueco Herman Norman hiciera al Apóstol es recurrente en las evocaciones martianas de Federico Edelmann y Pintó, quien a través de su tío Antonio Carrillo y O’Farril, conoció a Martí en Nueva York.
 Martí pidió a su ahijada en carta del 2 de febrero de 1895: «un trabajo de cariño que quiero que hagas, para ver si te acuerdas de mí, y es que vayas haciendo una historia de mi viaje, a modo de diccionario (...)» Cincuenta y cinco años después, María Mantilla evocó momentos de su relación con quien la quiso como una verdadera hija.
 Cuando en 1999 vio la luz pública Destinatario José Martí, teníamos con este libro una de las obras imprescindibles de la historiografía martiana. La otra arista del diálogo epistolar de Martí –las misivas que le habían sido remitidas– quedaba rescatada, gracias a la laboriosidad de un consagrado investigador del epistolario del Maestro.
 Introducidos en Cuba durante el siglo XVI, muchos de estos instrumentos hicieron sonar la más selecta música sacra de su época. En los templos, permanece olvidado el rey de los instrumentos: el órgano de tubos.