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 Desde el día de 30 de junio, la Casa de la Orfebrería acoge en su sede de la calle Obispo la exposición «Sólo el amor», conformada por minuciosas piezas del artesano Luis Fariñas, quien labora con materiales desechables y toma como centro de inspiración a los insectos.
La magnificencia de los desechos de objetos cotidianos posee un realce peculiar en las manos del artesano Luis Fariñas, quien, concentrado en motivos de la naturaleza, reúne con anticipación fragmentos de piezas que le expresan ciertos significados.

 Tras agrupar y seleccionar lo mismo metales que pedazos de vidrios en desuso, con laboriosidad él crea una colonia de insectos metálicos. Además del sesgo artístico que caracteriza sus piezas, éstas requieren de una probada maestría para ser logradas con un acabado impecable. Algunas nos acercan a detalles recreados que el ojo humano no llega alcanzar; otras redimensionan también formas diminutas de nuestra naturaleza, pero con una utilidad específica.
«Sólo el amor», su segunda exposición personal ubicada por estos días en la Casa de la Orfebrería (Oficina del Historiador), agrupa un pequeño número de sus creaciones de fechas dispares. Acercarnos a tales obras nos devuelve una satisfacción bastante grata, porque con ellas queda demostrado el virtuosismo de algunos objetos refuncionalizados, esos que pueden terminar en cualquier rincón y que, sin embargo, relacionados entre sí, pueden conformar otro objeto con sentido.
 Por medio de técnicas de la orfebrería, acompañado de una exquisita sensibilidad, Fariñas se engalana para ilustrarnos un universo de insectos estéticamente sugestivos. Ampliar con una lupa un animalejo diminuto que habita cualquier entorno natural, nos devuelve de modo inmediato una ligera mueca. A simple vista, los detalles corporales de semejantes seres se pierden. Con las esculturillas metálicas de este creador nada de eso ocurre, pues aquellos detalles «repulsivos» se truecan en formas sensuales. Así, una antena retocada con un mínimo pedazo de cristal devuelve a nuestros ojos un deseo por recorrer el resto corporal del insecto representado, o las alas de una mariposa que, decorada con pequeñas piedrecillas, nos recuerda el cromatismo verdadero de semejantes seres.
La pasión por los habitantes, pequeños y medianos, de los entornos naturales es la nota distintiva de este artesano. Demostrar la maestría del oficio por medio de materiales «preciosos» evidencia otra vía para enrumbarse por el terreno del arte.
De elementos aparentemente inútiles, Fariñas logra simulaciones de ciertas entidades con una factura auténtica, a base de trastocar algunos desechos de nuestra vida.