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 Este viernes 4 de marzo, en el Palacio de Lombillo, Eusebio Leal Spengler inauguró la exposición «En la palma de mi mano» del pintor Mario García Portela.
Con sólo tres colores (blanco de titanio, sombra tostada y ocre amarillo), Portela logra la pátina maravillosa de sus paisajes cubanos, envueltos en una nueva luz que refuerza su belleza intrínseca.

 Esta exposición de título sugestivo descorre ante nosotros el velo con que el artista muestra —en cada una de sus obras— el encanto y misterio de sus visiones.
Con rigor y acerada voluntad, Portela ha recorrido el largo camino que lleva a la madurez y definición del carácter de su creación, renovando en esa perenne búsqueda sus mejores y más trascendentes principios de la Academia.
El maestro se siente dichoso al dejar plasmado el imponente paisaje de su tierra —nuestra— en el sentido más amplio de la palabra. De ella emerge equilibrado y primoroso el entorno donde acunó su niñez, el mismo donde se reveló el misterio de su vocación.
Si hoy se habla de una escuela pinareña, sépase que él es uno de sus preclaros fundadores siguiendo la huella indeleble de Tiburcio Lorenzo. Ahí está la clave interpretativa de su vida, que ahora nos ofrece en la palma de su mano.

Eusebio Leal Spengler
(Palabras aparecidas en el catálogo de la exposición «En la palma de mi mano»)



Imagen superior: de la serie «Neblinas», Amanecer I (2004). Acrílico sobre lienzo (81 x 116 cm).
Imagen inferior izquierda: de la serie «Neblinas», Solitario (2004). Acrílico sobre lienzo (54 x 73 cm).
Imagen inferior derecha: Subsistencia (2005). Acrílico sobre lienzo (60 x 81 cm).