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 Trece grabados y dibujos integran la exposición de la artista María Consuelo, que se exhibe en la Galería Carmen Montilla del Centro Histórico.
Las criaturas de María Consuelo fueron, son y serán para nosotros lo que sean capaces de extraernos o lo que, simplemente, extraigamos de ellas desde nuestra espiritualidad.

 Hoy el arte de María Consuelo nos propone una duda enmascarada del mismo modo que nos pone a dialogar con su misterio... Pone a nuestra consideración mediante 13 grabados y dibujos ese inquietante espacio que son sus creaciones hasta el mes próximo en la Galería Carmen Montilla del Centro Histórico. Pretexto cabalístico el de la numeración de las piezas muy en correspondencia con el hilo conductor que las une.
Aunque he indagado casi hasta la desesperación aun no se que son realmente los protagonistas de sus obras, ella afirma que son Ángeles, yo no estoy del todo segura, no le encuentro las alas pero jamás dudo de sus dotes protectoras, Consuelo no me convence y yo no me dejo persuadir. Son seres extraños, en ocasiones futuristas y llegan a confundir con su inusitada androginia.
La propuesta está hecha mediante los trazos, ya la artista hizo lo suyo, la interpretación nos toca a cada cual desde nuestra propia perspectiva, veremos que elegimos ver: Ángeles, si nuestra sensibilidad nos lo permite o demonios si carecen de ingenuidad nuestros intereses y enfoques de la vida.
 Las criaturas de María Consuelo fueron, son y serán para nosotros lo que sean capaces de extraernos o lo que, simplemente, extraigamos de ellas desde nuestra espiritualidad. Ángeles o demonios, da igual, o quizás ambos, sacros y profanos al unísono, siempre pertrechos de esotéricas alegorías… pero nuestros, aunque con la latente impronta de su creadora cuyo carboncillo, elemento del cual no puede prescindir a la hora de crear, deambula entre estilos e influencias, no solo de mortales sino también de espíritus y entidades provenientes de antiguas civilizaciones, experimento que resulta mágico... una suerte de universo alquímico del que emerge una sinergia entre la táctica y la poesía.
La máscara y los mitones funcionan como símbolos inequívocos de la iconografía de la artista y se revelan una vez más para redescubrir las aristas místicas y sensuales de los atuendos de estas cautivadoras efigies.
María Consuelo y sus seres viven entre el erotismo y las sombras; entre la luz y las heridas, entre el negro y el blanco, allí los podremos encontrar palpitando. Nadie puede sustraerse a la seducción que emanan estas figuras, ni siquiera aquellos que sean incapaces de interpretarlas.
Cecilia Crespo
Periodista