«Venir ante su monumento es deber de devoción y de lealtad; acudir ante él no es solamente recordar al hombre cuya vida se extinguió aquel 27 de febrero de 1874 en un punto de la Sierra Maestra llamado San Lorenzo; venir ante él y devolverle carne, sangre e ideas, es cumplir el más alto designio de la nación cubana», expresó Eusebio Leal Spengler al pie de la estatua que inmortaliza a Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas, este miércoles 9 de octubre, víspera del 145 aniversario de la fecha que marcó el inicio de la gesta emancipadora cubana.

La tradicional ceremonia de tributo a Carlos Manuel de Céspedes y al inicio de la gesta emancipadora, en la Plaza de Armas, fue seguida de la peregrinación a la Sala de las Banderas del Museo de la Ciudad y de una conferencia a cargo de Rolando Rodríguez, miembro de la Academia de la Historia de Cuba

«Venir ante su monumento es deber de devoción y de lealtad; acudir ante él no es solamente recordar al hombre cuya vida se extinguió aquel 27 de febrero de 1874 en un punto de la Sierra Maestra llamado San Lorenzo; venir ante él y devolverle carne, sangre e ideas, es cumplir el más alto designio de la nación cubana», expresó Eusebio Leal Spengler al pie de la estatua que inmortaliza a Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas, este miércoles, 9 de octubre, víspera del 145 aniversario de la fecha que marcó el inicio de la gesta emancipadora cubana.
En el tradicional acto de tributo al artífice del levantamiento ocurrido aquel 10 de octubre de 1868, el Historiador de la Ciudad recordó, además, a aquellos que se unieron a Céspedes en el ingenio La Demajagua y proclamaron las razones que asistían a los cubanos para luchar por la independencia de Cuba, plasmadas en el Manifiesto en el que se declaraba la igualdad para todos los hombres, la voluntad de luchar, y el deseo de, una vez alcanzada la libertad, extender una mano generosa a todos los pueblos del mundo.
Resaltó además la participación en nuestras guerras de independencia de «los que no alcanzaron nunca siquiera la gloria del reconocimiento, de aquellos cuyos nombres aparecen todavía hoy en algunas calles, ciudades, plazas..., cuya historia ya no se conoce». Asimismo, alentó a la Academia de la Historia de Cuba y a la Unión de Historiadores de Cuba —como federación lineal de todos los que ejercen la profesión—, a transmitir la verdad: «si no lo hacemos, pobres de nosotros, pobres de los pueblos que han perdido su memoria. Los pueblos que no han honrado a sus antepasados, han perecido», sentenció. También exaltó a Bayamo, ciudad que fue la cuna de Céspedes y de tantas rebeldías.
Presidieron la ceremonia de tributo al primer Presidente de la República de Cuba en Armas los generales de división Samuel Rodiles Planas y Antonio Enrique Lussón, vicepresidente del Consejo de Ministros, y la general de brigada Delsa Esther(Teté) Puebla, quienes colocaron al pie del monumento una ofrenda floral en nombre del líder histórico y Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz. También estuvieron Homero Acosta, secretario del Consejo de Estado, y Ulises Rosales del Toro, general de división y vicepresidente del Consejo de Ministros. Entre los congregados se encontraban Roberto Pérez Rivero, presidente de la Unión de Historiadores de Cuba; René González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba; Eduardo Torres Cuevas, presidente de la Academia de la Historia de Cuba; Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, tataranieto del Padre de la Patria, y un grupo de estudiantes de la escuela primaria que lleva su nombre en el Centro Histórico.
En el acto se escucharon los acordes de La Rosa Blanca, interpretados por la Banda del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la que posteriormente tocó los himnos Nacional e Invasor. Este último dio inicio a la peregrinación hacia la Sala de las Banderas del otrora Palacio de los Capitanes Generales, hoy Museo de la Ciudad.
En la sala, donde fue colocada la ofrenda floral en nombre del presidente de los Consejos de Estado de Ministros, Raúl Castro Ruz, se conservan valiosos objetos que rememoran nuestras luchas independentistas: la bandera original que presidiera el levantamiento, cosida apresuradamente por la joven Candelaria Acosta, el acta que certifica la autenticidad de la misma, el retrato de Carlos Manuel de Céspedes que presidió sus exequias en Estados Unidos, y la llama que cada año se enciende como símbolo de recordación y tributo a nuestros primeros mártires.
La ceremonia culminó en el Colegio Universitario San Gerónimo, donde se celebró una sesión solemne de la Academia de la Historia de Cuba. En nombre de los integrantes de la corporación, el Académico de Número Rolando Rodríguez García ofreció una conferencia en la que ahondó en la situación socioeconómica que afectaba a diversos sectores sociales de la Isla, al punto de desatar la lucha armada. Al explicar los preparativos de esta última, destacó la actitud de Céspedes, quien a pesar de las dudas y las vacilaciones del resto de los criollos que compartían ideas insurrectas, se mantuvo firme a la causa, y el día 10 de octubre liberó a sus esclavos, invitándolos a unirse a la gesta emancipadora.
La jornada de recordación a Carlos Manuel de Céspedes tiene su origen en las primeras décadas del siglo XX, gracias al empeño patriótico del primer Historiador de la Ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring, de honrar eternamente la memoria del Padre de la Patria con el emplazamiento de una estatua en la Plaza de Armas, lo que finalmente ocurrió el 27 de febrero de 1955. Desde entonces, allí acuden decenas de cubanos para recordar el inicio de las luchas independentistas, y al hombre que todo lo dio por la patria.

 

 

 

 

 

Imagen derecha: Eusebio Leal Spengler al pie del monumento a Céspedes en la Plaza de Armas. Debajo, de derecha a izquierda: el secretario del Consejo de Estado, Homero Acosta; el Historiador de la Ciudad; la general de brigada Teté Puebla; el general de división Samuel Rodiles Planas y los generales de división y vicepresidentes del Consejo de Ministros Antonio Enrique Lussón (detrás), y Ulises Rosales del Toro. Más abajo, ofrenda floral enviada por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Raúl Castro Ruz, que fue colocada en la Sala de las Banderas.

Redacción Opus Habana

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