La Semana de la Cultura Belga en Cuba comenzó el 13 de diciembre con la inauguración de la muestra pictórica «Hé, René!», de Roberto González. Durante siete días el Palacio de Lombillo acogerá las 10 obras expuestas y otras instituciones del Centro Histórico servirán de sede para las actividades programadas: conferencias, conciertos, muestras, videos.
Vale recordar que en la Plaza Vieja se encuentra la Casa del Conde de Cañongo, inmueble destinado para entrelazar las culturas cubana y belga, y que quedó inaugurado el 15 de febrero de este año, luego de cerca tres años de restauración.

 
 Con las palabras de la embajadora de Bélgica en Cuba, Sra. Claudia Maesschalck, en la inauguración de la exposición «Hé, René!», del pintor Roberto González, quedó abierta la Semana de la Cultura Belga en Cuba (13-19 de diciembre).
Junto a ella, en el Palacio de Lombillo, Argel Calcines (izquierda) y el pintor Roberto González (centro).
El inicio de la Semana de la Cultura Belga en Cuba (13 al 19 de diciembre) tuvo lugar la tarde del 13 de diciembre con la apertura de la exposición de pinturas «Hé, René!», de Roberto González, en la galería de arte del Palacio de Lombillo, sede del Historiador de la Ciudad de La Habana.
La embajadora de Bélgica en Cuba, Claudia de Maesschalck, leyó las palabras que marcaron la apertura de la jornada de celebraciones programada durante estos días. Un acercamiento conciso a la geografía y cultura belgas propició su intervención, en la que destacó la significación de René Magritte (1898-1967), figura que representa internacionalmente a su país por encima de los diferendos culturales.
Y precisamente con citas y apropiaciones de la obra de Magritte, ha estructurado su exposición el joven pintor Roberto González, como es el caso del ejemplo citado por De Maesschalck: Esto no es una pipa, famosa pieza del surrealista belga que ha sido subvertida y reinterpretada visualmente al representar un modelo de camión que, conocido popularmente en Cuba como pipa, distribuye agua para la población en los momentos de escasez. El título de la obra: Esto sí es una pipa.
Por su parte, al hablar también en la inauguración de esta exposición y –por ende– de la jornada de la cultura belga, Argel Calcines, editor general de Opus Habana, destacó la coincidencia de que, en 1999, él tuviera a su cargo las palabras de presentación de la primera exposición personal de Roberto González, realizada en el Centro Histórico con el título «Vieja... pero Habana».
 
 La exposición «Art Nouveau en La Habana» sintetizó la influencia de este estilo en el diseño publicitario, al reunir anuncios propagandísticos de Jaime Valls (Barcelona, 1888-La Habana, 1955), piezas del mobiliario de su estudio e información sobre seis ejemplos arquitectónicos en la capital cubana. Además, sorprendió a los asistentes el uso de modelos con vestuario y bolsos diseñados especialmente para la ocasión por Karen Rivero e Ivette Corcho. En la foto, en el centro, la arquitecta Patricia Baroni (Oficina del Historiador de la Ciudad), quien fue la curadora de la muestra, junto a Marina Ogier, encargada de Cooperación y Cultura en la Embajada belga en Cuba.
Recordó que en aquella ocasión se destacaban componentes y rasgos del entorno inmediato que rodean al artista –quien reside desde su niñez en La Habana Vieja, a pocos pasos del Malecón–, los cuales eran recreados de una manera que puede ser considerada como surrealista. «De ahí que no nos sorprenda esta suerte de salutación, guiño de ojo, a Magritte: Hé, René», expresó Calcines.
De hecho, ahora también se expone una versión del cuadro Vieja... pero Habana, donado por el artista a la Oficina del Historiador de la Ciudad, y que –dijo– representa «el equilibrio entre Eros y Tánatos, entre vida y muerte, en que esta ciudad se debate, resumido en esa columna sobre los escombros, sostenida por ángeles, y un gallo empecinado en lo alto, ese gallo que oímos al despertar y nos preguntamos como hacía Magritte en sus metáforas visuales: ¿Dónde estará ese gallo? ¿Estará dentro de mí?, agregó.
Destaca de manera particular la obra Apuntalando la esperanza, enmarcada de una forma primitiva, rústica y, a la vez, distintiva, porque incluso –señaló– tiene incorporada una llave de agua que contrasta con la figuración pictórica. Esta novedad objetual fue incorporada al lienzo pintado por el actual dueño del cuadro.
 
 Momento en que la Embajadora del Reino de Bélgica en Cuba, Claudia de Maesschalck, ofrecía su conferencia sobre la monarquía en Bélgica, en la Casa Víctor Hugo.
Por sólo siete días las pinturas de Roberto González estarán en la galería de arte del Palacio de Lombillo, como parte de la Semana de la Cultura Belga en Cuba que incluyó, además, la apertura de las exposiciones: «Bélgica a través de su numismática» (Museo Numismático) «Art Nouveau en La Habana» (ONG Sociedad, Patrimonio y Medio Ambiente), y una fotográfica en la Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos sobre la colaboración entre este plantel de la Oficina del Historiador y el Instituto del Patrimonio de Valonia.
Asimismo, De Maesschalck dictó una conferencia sobre La monarquía en Bélgica en la Casa Víctor Hugo.
Otras actividades están previstas hasta el 19 diciembre, cuando finalice la Semana de la Cultura Belga en Cuba: en el Museo del Chocolate, la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, la Casa del Conde de Cañongo, y otros lugares de la urbe capitalina.
Es el caso, por ejemplo, de la inauguración de una exhibición de fotografías sobre la producción del cacao en Baracoa (Museo del Chocolate, 16 de diciembre), y el concierto de estreno del órgano de la sala de conciertos de la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís (día 19 de diciembre), instrumento donado por la ONG Luthiers sin Fronteras.
Vale recordar que en la Plaza Vieja se encuentra la Casa del Conde de Cañongo, inmueble destinado a entrelazar las culturas cubana y belga, y que quedó inaugurado el 15 de febrero de este año, luego de cerca tres años de restauración. Para su nueva función contó con la cooperación de Valonia, región belga con la que existen desde 2002 proyectos de colaboración en las esferas científicas y culturales. Específicamente, participaron constructores de Puerto Carena, inversionistas, proyectistas, alumnos de la Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos, así como expertos belgas en carpintería-ebanistería, hierro forjado y pintura mural.
Redacción Opus Habana

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