Imprimir
Visto: 3243
 Palabras de Orestes del Castillo al recibir la medalla de Caballero de la Orden Nacional francesa del Mérito, el miércoles 8 de enero de 2006.


Excelentísima señora embajadora de Francia, prefiero llamarla respetuosamente «ma chere Marie France».

Estimado amigo Gerald Dunavan,

Estimado compañero de «inquietudes» Xavier D Arthuys,

Mis queridos Eusebio y Livianita,

Excelentísimos señores embajadores,

Queridos familiares y amigos,

Señores y señoras,

Para mí constituye una altísima honra recibir el título de Caballero de la Orden Nacional del Mérito de Francia, que agradezco profunda y sinceramente.
Al recibir la carta de Marie Franjeen que me expresaba revelar «un secreto de Estado» y que venía acompañada por la nota de la señora ministra delegada de la Cooperación, el Desarrollo y la Francofonía del Ministerio de Asuntos Extranjeros, Mme. Brigitte Girardin, con el anuncio oficial de la firma de un decreto mediante el cual el Honorable señor presidente de la República francesa, Jacques Chirac, concedía esta distinción a mi persona, sentí una profunda emoción e inmediatamente hice un recorrido mental a lo largo de mi relación con la nación gala.
Enseñado desde pequeño a conocer la Revolución de 1789 que dio un vuelco a la historia, en el bachillerato hice un estudio de la vida del Gran Corso, que a los 24 años fogueado en duros combates, ostentaba los grados de general de un aguerrido ejército.
Después fueron el aprendizaje del idioma, una pasantía en Lyon y París y mi actividad como docente en la Escuela de Arquitectura París-Villemin, cuestiones todas que me vincularon muy estrechamente a la historia, la literatura, la arquitectura y la ingeniería francesas.
Más tarde, la ocasión de acercarme a esta bella casa para diagnosticar daños sufridos y contribuir a la solución de los problemas que quedaron favorablemente analizados y resueltos por un equipo de jóvenes profesionales de la Dirección de Arquitectura Patrimonial, dio paso a la «conspiración» del embajador Jean Levy con quien, más que respetado jefe es para mí un entrañable amigo, el oficial de la Legión de Honor, Dr. Eusebio Leal Spengler, resultado de la cual se decidió que asumiera la responsabilidad de la organización de la Bienal Internacional de Arquitectura de La Habana, en la que he podido contar con la valiosísima participación de Francia a través de importantes arquitectos, urbanistas y profesores de muy alto nivel que han traído a estos foros el caudal de su rica experiencia profesional. En este trabajo siempre ha estado presente el amigo Xavier D Arthuys, a quien he llamado «compañero de inquietudes» por su participación activa en todo el proceso de estructuración de esos encuentros.
He vuelto a viajar a Francia en otras oportunidades, cada visita ha sido una ocasión para el estrechamiento de relaciones, de asistencia a centros de enseñanza de la Arquitectura, de inestimables intercambios profesionales y académicos, de aprendizaje y conocimiento de temas de interés.
Recibir la nominación a tan alta distinción entraña un compromiso fuerte y es un estímulo a la colaboración, a la participación activa en todos los proyectos que refuercen la tradicional amistad franco-cubana y a mi abierta disposición a continuar.
Las palabras más sencillas pueden llegar a expresar los sentimientos más profundos; ahora con solamente dos de ellas, espero manifestar todo lo que en mi mente y mi corazón albergo: ¡Muchas gracias!



(Palabras de Orestes del Castillo al recibir la medalla de Caballero de la Orden Nacional francesa del Mérito, el miércoles 8 de enero de 2006).