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La presencia en La Habana de cuatro miembros de la familia Cabarrocas y Trelles motivó la idea de organizar una conferencia en el Centro Hispanoamericano de Cultura, con el objetivo de rendir tributo a la obra del célebre arquitecto cubano Félix Cabarrocas y de dar a conocer la continuidad de su labor a través de la oficina Trelles Cabarrocas Architects.

Poco más de una centuria de Arquitectura con «memoria cubana» y al estilo de los Cabarrocas, ha encontrado su espacio en sitios disímiles, hasta donde ha llegado la visualidad de nuestra Arquitectura de todos los tiempos.

A inicios de la pasada centuria y durante las décadas sucesivas fue muy común apreciar en los rotativos de la época, los anuncios ilustrados de las firmas o sociedades de arquitectos e ingenieros que con sede en la Mayor de las Antillas o los Estados Unidos ofrecían sus calificaciones en materia edilicia.
En el difícil empeño de destacar con un sello de creación e inscritos en los postulados del modernismo, dos apellidos se fusionaban en representación de dos profesionales de la Arquitectura y la Ingeniería. Las familias denominadas «de posición» costeaban los gastos de viaje, estancia y estudios de sus hijos inclinados por el arte constructivo, quienes marchaban a Norteamérica para cursar la carrera de Arquitectura o Ingeniería que, luego, a su regreso a la Isla, revalidaban en la Facultad habanera.
Con el propio comienzo del siglo XX, se crea la Escuela de Ingenieros, Electricistas y Arquitectos de la Universidad de La Habana (1900), la cual fue ejemplo en la formación de capacitados y talentosos especialistas, responsables a partir de ese instante del quehacer arquitectónico de la urbe.
A los anuncios ya citados, se sumaron excelentes críticas, descripciones y reportajes fotográficos en la llamada «prensa republicana» que, en palabras de sus autores, resaltaban la belleza y buena factura de las obras proyectadas por las nacientes firmas y sociedades.
Eminente profesional, destacado artista e integrante de una de las firmas más descollantes de aquellos tiempos fue Félix Cabarrocas Ayala (1887-1961). Su nombre —más bien su apellido— estaría asociado a los proyectos más ambiciosos e impactantes sobre la visualidad y la estructura social de la ciudad que, con el tiempo, se erigirían por sus indiscutibles y sobrados valores en iconos habaneros.
¿Es posible imaginar la urbe sin el Capitolio Nacional, el edificio de la Biblioteca Nacional José Martí o el concebido para la Administración Central de la Universidad de La Habana, la torre campanario de la iglesia Nuestra Señora del Carmen o pensar la Avenida del Malecón sin las «famosas cariátides» del hoy Centro Hispanoamericano de Cultura?
La respuesta a la interrogante se alzó como alegato en las palabras de presentación de la conferencia «Cien años de Arquitectura», a cargo del destacado arquitecto de la Oficina del Historiador, Daniel Taboada, quien afirmó: «Sería otra Habana, no la nuestra. Prescindir de esas obras y otras del propio Cabarrocas otorgarían al paisaje urbano un aspecto similar a la superficie lunar, colmada de cráteres».
La presencia en La Habana de cuatro miembros de la familia Cabarrocas y Trelles motivó la idea de organizar una conferencia en el referido Centro Hispanoamericano de Cultura (Malecón, número 17, entre Prado y Capdevila) en horas de la tarde del viernes 4 de marzo. Al decir de Taboada, se trató de un «encuentro fundacional y defensa de la memoria histórica de la nación», además del privilegio de rememorar y rendir merecido tributo a la obra y la vida de Félix Cabarrocas, así como oportunidad excepcional de compartir y conocer la continuidad de la familia y su quehacer constructivo que —aunque disperso por el mundo— les une una pasión: Cuba y su genuino legado arquitectónico.
David J. Cabarrocas (sobrino de Félix), MariTere Cabarrocas (hija de David), Jorge Trelles (esposo de MariTere) y Luis Trelles (hermano de Jorge) fueron los encargados de organizar y ofrecer la conferencia «Cien años de Arquitectura», junto a la Historiadora del Arte y especialista de la Casa de las Tejas Verdes, Maite Hernández.
Hernández tuvo la responsabilidad de exponer, en breve panorama, la fructífera obra de Félix Cabarrocas. Gestor principal de firmas o sociedades como Govantes y Cabarrocas, inició su formación como arquitecto en 1903 en la Escuela de Ingenieros, Electricistas y Arquitectos de la Universidad de La Habana. Con posterioridad, junto a Evelio Govantes Fuertes, conformó la referida sociedad, reconocida por la elegancia y calidad de las obras ejecutadas.
Acaso su obra cumbre, Cabarrocas participa junto a Romañach en el primer proyecto para el Capitolio Nacional, que tendría una segunda y tercera participación —para entonces— como firma Govantes y Cabarrocas.
Una nueva asociación lo lleva a compartir experiencias con el arquitecto Enrique Martínez en la concepción del edificio de la Administración Central de la Universidad de La Habana (1921). Tiempo después, junto a la firma Mata-Sánchez, surgen las directrices para la construcción de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen.
Sin embargo, sería Govantes y Cabarrocas la encargada del Pabellón de Cuba en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929), construcción en tres niveles de profunda influencia del neocolonial cubano; así como de numerosas residencias y palacetes de importantes figuras de la época como la pareja Juan Pedro Baró y Catalina Lasa (inmueble ecléctico, jardines proyectados por Jean Claude Nicolás Forestier e interior Art Decó); la casa de estilo ecléctico, de estrecha relación con el mar, ambientada con rosas náuticas, anclas…, que incorpora una estufa en el salón principal para Irenee Dupont de Nemours y la residencia que rememora una villa florentina para el político Orestes Ferrara (hoy Museo Napoleónico).
Las acciones de revalorización de los terrenos de Lutgardita y su amplio proyecto urbanístico fueron matizados también por la firma Govantes y Cabarrocas con la construcción de la Escuela Técnica Industrial para Varones (con reminiscencias del barroco español) y el Cine Teatro del nuevo reparto con motivos alegóricos precolombinos.
La concepción de amplios pabellones articulados entorno a patios interiores será la característica que defina a los dos centros médicos proyectados por la asociación de arquitectos: Hospital Municipal de Maternidad de La Habana y Hospital Municipal Infantil, este último demolido recientemente.
La obra de Cabarrocas no podía faltar en el conjunto arquitectónico de la Plaza Cívica, hoy de la Revolución, con la concepción del edificio sede de la Biblioteca Nacional José Martí (1957). Años antes había incursionado en esta tipología de valor de uso con la Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País (1944) en el Paseo de Carlos III. Otra de las avenidas emblemáticas de la ciudad, Malecón, exhibe la impronta edilicia de Félix: el edificio concebido para el Union Club (1924), popularmente conocido como de las Cariátides, hoy Centro Hispanoamericano de Cultura.
Sin embargo, su consagración a la Arquitectura no le restó interés y tiempo a otra de sus aficiones: la escultura, aspecto que denota la gran capacidad artística de este excepcional hombre. Graduado como escultor en la Academia de San Alejandro tuvo una amplia presencia en exposiciones y salones de Bellas Artes durante la primera mitad del siglo XX, por lo que mereció la categoría de miembro de la Academia Nacional de las Artes y las Letras. No resulta extraño que compartiera junto a Moisés de la Huerta la creación del Monumento a las víctimas del Maine.

De izquierda a derecha, la especialista de la Casa de las Tejas Verdes Maite Hernández y los arquitectos David y MariTere Cabarrocas, junto a Jorge y Luis Trelles, durante la conferencia «Cien años de Arquitectura», impartida en el Centro Hispanoamericano de Cultura.

Herederos de la tradición constructiva de Félix Cabarrocas, su sobrina, la arquitecta María Elena Cabarrocas fue una de las primeras mujeres cubanas que egresó de la carrera de Arquitectura en la Universidad de La Habana en los años 40. Una década después, junto a su esposo el contratista José A. Valls realizó innumerables obras residenciales en el Vedado y Miramar (Colegio Lafayette). Tras marchar a los Estados Unidos continuó su obra en Atlanta (Georgia) y en Cayo Vizcaíno. María Elena hoy cuenta con 93 años de edad y se mantuvo en el ejercicio de la profesión hasta los 88 —recordó su hermano— el también arquitecto David J. Cabarrocas.
Precisamente este último, promotor del conocimiento de la arquitectura cubana en el extranjero y celoso guardián del sello arquitectónico de la familia, expuso los valores de la obra de María Elena y su empeño por que los Cabarrocas —hoy radicados en los Estados Unidos— mantengan no solo el amor por la Arquitectura sino también por Cuba, al tiempo que un extenso catálogo de imágenes ilustraban a los presentes en la sala de conferencias, las más de dos mil obras proyectadas por él en diferentes partes del mundo, fundamentalmente en Norteamérica. Medio siglo de labor ha sido suficiente para dejar el apellido Cabarrocas en California, Georgia, Carolina del Norte y la Florida, con innumerables residencias, resorts y obras comerciales.
«Cien años de Arquitectura» tuvo como colofón las intervenciones de los integrantes de la oficina Trelles Cabarrocas Architects. Fundada en 1987 y con sede en Miami, la firma la integran MariTere Cabarrocas, su esposo Jorge Trelles y Luis Trelles, quienes tienen como presupuesto la incorporación de elementos de la Arquitectura cubana a sus obras inscritas dentro del movimiento modernista. El portal, el vitral, la luz y la sombra, la claraboya, las persianas, el arco, el balcón, la terraza, el mezzanine, la azotea, el patio y el jardín, de una u otra forma están presentes en el arte de la mampostería, carpintería, herrería, mosaicos y enlucidos de los exponentes salidos de las salas creativas de Trelles Cabarrocas Architects.
Poco más de una centuria de Arquitectura con «memoria cubana», y al estilo de los Cabarrocas, ha encontrado su espacio en sitios tan disímiles como La Habana, Varadero, Sevilla, Miami, Puerto Príncipe, México, Pamplona, Cayo Hueso, San Salvador, California, Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Panamá, Cartagena de Indias, Coral Gables, San Petersburgo, Tokyo, Venecia, Beijing, Mumbai, Puerto Rico, Roma, New Orleans, New York, Madrid, Washington, entre otras ciudades del orbe, hasta donde ha llegado la visualidad de la Arquitectura cubana de todos los tiempos.

Fernando Padilla González
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Opus Habana