Cuenta la tradición que dos rancheros indios y un joven esclavo negro de diez años descubrieron a la Virgen en 1613 en las aguas de la bahía de Nipe, en el oriente de la Isla. Ellos habían ido por sal, pero se lo impidió la mar agitada. No hacía mucho que navegaban cuando vieron sobre las olas un objeto blanco, que imaginaron sería el cadáver de algún ave marina. De pronto, advirtieron con gran sorpresa que ese objeto flotante era una imagen mariana colocada sobre una tabla. Al depositarla en la canoa, leyeron en el madero una inscripción que decía: «Yo soy la Virgen de la Caridad». Por tal motivo, la Virgen cubana es representada junto a una canoa con los tres Juanes a bordo.
Al decir de la historiadora Olga Portuondo en su libro
La virgen de la Caridad del Cobre: símbolo de cubanía, esta advocación «es la más temprana y hermosa realización poética, en la que se simboliza el esfuerzo del hombre mestizo de amarillo, de blanco y de negro para aprehender la Isla».
A ese presupuesto parecen haberse atenido la mayoría de los artistas que participaron en la muestra
Ora pro Nobis, cuando cada cual trató de representar a la deidad desde su respectiva poética personal. Salvo excepciones, resulta notorio el predominio de lo figurativo, que tiene como base la iconografía conocida de la Virgen: una figurilla de rostro moreno y vestido áureo que carga al niño Jesús en su brazo izquierdo y lleva una cruz en la mano derecha.
«Buena parte de las líneas que marcan la plástica contemporánea, están presentes en esta exhibición», asegura Sussette Martínez, curadora de la muestra.
Según Olga Portuondo, uno de los temas más debatidos sobre la patrona de Cuba ha sido precisamente el de su representación icónica. Aunque Fernando Ortiz afirmó que no hay nada que impide suponer que la imagen de la Virgen hubiera sido construida en Cuba, la historiadora santiaguera cuestiona la existencia de tales imagineros.
Según ella, pudo también haberse construido en España –donde la advocación mariana tenía notable difusión a comienzos del siglo XVII, particularmente en Andalucía– o pudo fabricarse en Flandes o Alemania, países con fuerte tradición en el tema.
Lo cierto es que, todo hace indicar que su representación actual es esencialmente semejante a la que tuvo durante los inicios del culto. Éste se inició por los indios en el hato de Barajagua, y siguió en las minas de Santiago del Prado (conocidas comúnmente como El Cobre), cuando los negros esclavos también hallaron razones para venerarla. Allí, en lo alto de la Sierra Maestra, se levanta desde 1927 el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, proclamada patrona de Cuba –el 10 de mayo de 1916– por el Papa Benedicto XV. Fue entronizada nuevamente en 1998 por su Santidad Juan Pablo II, durante su visita a la Isla.