Se trata de dos grandes premios, independientes y con igualdad de condiciones, porque Cubadisco tiene por norma —siempre que la excelencia de los fonogramas lo justifique— entregar dos grandes premios en dos grandes ramas: la culta y la popular.
Al recibir el Gran Premio en la rama de música culta, Teresa Paz (directora de Ars Longa, junto a su esposo Aland López) dedicó el premio a su colega, la musicóloga Miriam Escudero, sin cuya labor de investigación —dijo— «no hubiera podido interpretarse el patrimonio de Salas» y a Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, «a quien Ars Longa debe mucho y toda la cultura cubana en general».
Durante el sobrio y variado espectáculo de premiación en el teatro Mella —que incluyó sendos homenajes a Elena Burke y Polo Montañez— ya podía vislumbrarse que esta séptima edición de los Cubadisco había tenido muy en cuenta el significado del aniversario de Salas, pues los premios eran otorgados por los mismos monjes disfrazados que habían iniciado la velada con una escenificación danzaria de uno de los
Salve Regina grabados este año por Ars Longa en el disco ganador.
Pero luego del aparente inicio «litúrgico», la noche de gala prosiguió con un rompimiento al bailarse un danzón y, seguidamente, más música bailable... Era el preámbulo de una memorable ceremonia que incluyó desde César Portillo de la Luz hasta el grupo rapero Free Hole Negro, pasando por la trova rockera de Buena Fe —que obtuvo un Cubadisco en la categoría de música pop—, hasta culminar con el ritmo contagiante de Paulito FG.
El CD premiado de Ars Longa tuvo la participación de la Maitrise de la Cathedrale de Metz, necesaria para completar la cantidad de intérpretes requerida por el formato policoral, este disco «logró que el temperamento de los cantantes se desdoblara para interpretar repertorios tan distintos como el litúrgico y no litúrgico», según ha explicado a
Opus Habana Teresa Paz.