Graduada de la Escuela Nacional de Arte (ENA), de Cubanacán, además de licenciada en Educación Plástica del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, Iris se propuso ofrecer –en el 150 aniversario del natalicio de Martí– una interpretación personal de varios de sus poemas, cuyas metáforas, alegorías, símiles... considera que, sencillos en apariencia, son de una extrema complejidad, casi barroca, tal como ella lo refleja en sus cuadros.
«No se trataba de ilustrar la poesía de Martí», afirma categórica al explicar las razones de la exposición «Noche de Mayo» que —inaugurada el sábado 17 de mayo, en el Memorial José Martí, Plaza de la Revolución— incluye múltiples obras en distintas técnicas. Durante la ceremonia de apertura, fueron encendidas 150 pequeñas veladoras como parte de la instalación que pretendió, de una manera u otra, hacer partícipes del hecho expositivo a los asistentes. De este modo, hallaban cabida las inevitables reverencias para leer fragmentos de textos martianos colocados en el piso, y así la muestra adquiría también la categoría de acción plástica.
El propio título de la exposición —que se mantendrá hasta el 17 de junio— ha sido tomado del poema homónimo, perteneciente a los Versos Libres. En total son 19 óleos sobre tela, inspirados en dichas composiciones y en varios de los Versos Sencillos; el resto –hasta completar el número de 150– eran elementos de diferentes tipos de arte efímero, incluidos flores, mariposas, caracoles, banderitas y fotos de las plantas que Martí detallara en el Diario de Campaña, el cual escribiera desde el desembarco —el 11 de abril de 1895— junto a Máximo Gómez por Playitas de Cajobabo hasta vísperas de su muerte en Dos Ríos, el 19 de mayo de aquel mismo año.
«Me propuse interpretarlos y expresarlos en toda la dimensión como corresponde a la figura universal que fue Martí, cuyas ideas rebasan los límites de lo patriótico, de lo cubano, del nacionalismo puro... y se hacen válidas para cualquier hombre del mundo, en todas las épocas, sin excluir los tiempos actuales», aseveró la pintora.
Dos obras pertenecientes a la serie «La bailarina española» forman parte de la actual muestra, en víspera de la cual entrevistamos a la artista.
¿Qué te motiva a trabajar las obras en varias dimensiones? Considero que cuando conocemos a una persona, sólo le podemos apreciar su apariencia exterior. En la medida en que la tratas, cada día descubres cosas nuevas en ella. Un cuadro es como un ser humano que debe irradiar inquietudes, incertidumbres, paz, añoranza, erotismo, sensualidad...
Cuando trabajo, tengo presente que los individuos —un día— estamos relajados; otro, agresivos... Pero tampoco olvido la memoria genética del Hombre, que no es otra cosa que el recuerdo de la propia vida. Un ejemplo es mi serie «Recordar el futuro», donde reflejo lo que es, pero no es; porque el futuro no se recuerda. Por eso, en mis cuadros altero la perspectiva, ligando el presente con el pasado y el futuro. Me divierto con el tema humano, no sólo en lo que éste es, sino en lo que ha sido: pez, paloma, tigre...
Por otro lado, se hace evidente el planteamiento de las paradojas, las contradicciones humanas. Esto lo intento al unir colores, a veces, diferentes; al combinar lo figurativo con lo no figurativo...
Y como soy pintora y —a la vez— profesora, con cada obra intento hacer que el individuo piense. Por esa vocación viva en mí, es que he dedicado más de 20 años a la docencia no sólo con niños y jóvenes, sino también con adultos, participando en clases directas, en talleres, brindando asesoría... Recuerda que Martí cuando, por circunstancias de la vida debió ejercer la docencia en Guatemala, dijo que aquel pueblo: «...Lo hizo maestro, que es hacerlo creador».
En algunos de tus cuadros, el cuerpo femenino es casi perfecto, ¿usas modelos? No uso modelos, pero tengo conocimientos de Anatomía, asignatura que figuraba entre las materias que nos impartían en la ENA, donde me gradué en 1985. Empleo la figura femenina con un concepto clásico: es una mujer atemporal, de cualquier época... que expresa conflictos, sobre todo de carácter interno.
Para mí, la mujer equivale a la vida. El hombre, por su parte, a veces, lo asumo de manera figurativa; represento la masculinidad con el color azul que me da virilidad al igual que el caballo. Considero la figura femenina más armónica y, de hecho, es la más frecuente en mis creaciones.
¿Cómo explicas la tendencia que muchos te señalan al erotismo? ¿Consideras que tu obra es erótica? Gran parte de la obra poética de Martí, que durante toda mi trayectoria como pintora me ha inspirado, tiene un gran contenido erótico, si entendemos por ello —tal y como la Academia refiere– a la poesía amatoria del poeta que la cultiva...».
Lo que yo siento al leer a Martí, luego lo expreso en mi manera de hacer. Digamos de los
Versos Sencillos, el poema número IX –conocido como
La niña de Guatemala– es mi cuadro de igual nombre. ¡Y quién no percibe en estas estrofas la carga erótica del tema dedicado a aquella mujer, justo «La que murió de amor»!
En tanto, el XIII es mi óleo
El amor del arcángel que en su parte final dice:
...Sonaba el hacha en lo espeso Y cruzó un ave volando: Pero no se sabe cuándo Se dieron el primer beso, Era rubio el ángel; era El de la calva radiosa, Como el tronco a que amorosa Se prende la enredadera.
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Pero, el amor es puro, no es pecado; de ahí nacemos todos, por eso pinto cuadros eróticos; acerca de la unión del hombre y la mujer, de la pasión por la vida... El amor en el concepto amplio: al país, a la poesía, a la madre, a la naturaleza... El pintor no inventa nada, sólo se apropia de la vida y la expresa de una manera personal, con un criterio determinado. La vida no es sólo una imagen sino una continuación del Todo. Cuando observamos a través de un microscopio una gota de sangre o de agua, la imagen que vemos es similar a cómo se ve la Tierra desde una nave espacial, porque la vida —como el tiempo— es relativa...