Confeccionados a partir de la obra original —una acuarela denominada
Otoño—, son sólo 250 platos de loza fina, fabricados en España, con un diámetro de 31,5 centímetros, oportunamente numerados y firmados por el autor. Dichas características le confieren un valor añadido que —según los expertos— irá aumentando en la medida que transcurra el tiempo, dada su condición de edición limitada y única.
Durante la presentación de
Otoño, Eusebio Leal Spengler, precisó —en un discurso escrito— que se está ante «un proyecto que trata de establecer en la comercialización del arte y sus reproducciones preceptos de belleza, originalidad y clara afiliación a los propósitos de la Oficina del Historiador de la Ciudad».
En ese texto, leído por la directora de Patrimonio (Oficina del Historiador), Rayda Mara Suárez, Leal explica que, aunque por el orden natural de las estaciones del año, la primavera debió haber sido la primera, el verano inspiró más a Roberto Fabelo para así dejar a aquélla en manos de Ernesto García Peña, cuyo bellísimo trabajo se halla actualmente en fábrica.
En cuanto a Cosme Proenza, se refirió a que el otoño reclamó del pincel y de la visión particular del mundo que posee el artista holguinero, «quien siguió –paso a paso— los requerimientos técnicos que han materializado su diseño».
Apenas unos minutos después, este mismo viernes 27, en el Convento de San Francisco de Asís, tuvo lugar la presentación de la revista
Opus Habana (No. 1, Volumen VII, año 2003), con portada de Agustín Bejarano, cuya exposición «Escaleras martirizadas», quedó abierta al público en la galería superior del claustro norte de San Francisco. Tanto la revista como la muestra, están dedicadas al sesquicentenario del nacimiento de José Martí.
Leído por Argel Calcines Pedreira, editor general de
Opus Habana, un texto dejado por el Historiador de la Ciudad expresamente para la ocasión, señala que las páginas de este número honran también —en su 80 cumpleaños— «a Fina García Marruz, considerada por su exquisita sensibilidad y conocimiento erudito del legado martiano parte indisoluble de la cultura cubana».
En esta ocasión, como colofón —y para disfrute de los presentes— la Basílica Menor acogió al Conjunto de Música Antigua Ars Longa, Gran Premio del Cubadisco 2003, cuyos virtuosos integrantes ofrecieron un concierto con melodías de Esteban Salas, que sirvió para recordar una vez más que, este año, se cumple el 200 aniversario de la muerte del genial compositor cubano.