«Trabajar junto al maestro Leo Brouwer es siempre un honor y un desafío. De hecho, cuando me planteó el proyecto, solo le dije: "Es difícil". Reconoció que era un reto complicado, porque Manuel de Falla no escribió para contratenores, sino para sopranos y mezzo-sopranos», explicó Ledesma.
Ganador del primer certamen de contratenores de Cuba, que formó parte del Festival Les voix humaines en 2015, Frank Ledesma canta como el ruiseñor ilusionado con la idea del amor verdadero. No importa que sea una pieza barroca, un góspel o una habanera, su timbre de falsete y gestualidad impresionan por la emoción que transmiten. Acostumbrado a un amplio repertorio por su pertenencia a la Camerata Vocale Sine Nomine que dirige la maestra Leonor Suárez Dulzaides, ya sea formando parte de ese maravilloso conjunto masculino o cuando actúa en solitario, tal parece que Frank hará brotar una rosa roja sobre el escenario. Y es que «canto como si volviera a revivir una experiencia vivida, poniendo en carne y hueso mis emociones», confiesa en esta entrevista.
¿Cuánto hay de teatralidad y experiencia vivida en tus interpretaciones?
Me gradué de nivel elemental de piano y nivel medio de canto, pero siempre me interesó el teatro. Cuando terminé noveno grado, me presenté a los exámenes en la Escuela Nacional de Teatro de La Habana. Seguía un instinto natural, pues nunca había leído o asistido a una obra teatral y solamente había visto puestas en escena por la televisión. Aun así fui seleccionado. Pero resultó que le cogí temor a La Habana, al hecho de venir a vivir aquí y estar solo en esta ciudad con apenas 15 años. Decidí regresar a Pinar del Río y allí ingresé en la Escuela de Canto Lírico. Entonces unifiqué las tres aristas que disfrutaba: la danza, el teatro y la música.
Durante esos años aproveché cuanto taller había y no me perdí ni un solo programa televisivo de Un palco en la ópera. Empecé a interiorizar el método actoral de Konstantín Stanislavski, desarrollado en su obra Cómo se prepara un actor. Otro momento de aquella etapa de aprendizaje fue cuando comencé a prepararme para la interpretación de la música de concierto, que es una línea diferente a la ópera, la zarzuela o a una puesta en escena. Así fue creciendo ese «bichito» o «diablito» que tenía dentro por el canto en su expresión más amplia.
Cuando llega el momento de actuar ante el público, habiendo estudiado previamente la música y el texto de la obra escogida, entonces canto como si volviera a revivir una experiencia vivida, poniendo en carne y hueso mis emociones. Ocurrió así al prepararme para interpretar la canción Te vas de mí, con música de José María Vitier y letra de su esposa Silvia Rodríguez Rivero, en la presentación del número 50 de Opus Habana. En esa ocasión, al estar en escena, me remití a una situación que experimenté en el pasado, visualizándola. Fue como si esa hermosa canción habanera me hubiera hecho rememorar una foto e, inspirado en ella, yo cantara.
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Foto: Yadira Calzadilla |
Muchos te reconocen por haber ganado el máximo galardón en el primer certamen de contratenores del Festival Les voix humaines en 2015. Pero realmente tu formación ha sido como tenor… ¿cómo llegas a incorporar el estilo vocal de contratenor?
De naturaleza y formación, soy tenor. Sin embargo, cuando solo cantaba en esa tesitura me costaba mucho trabajo. Hasta que un día, al escuchar a María Callas y tratar de imitarla, comencé vocalizando como tenor, pero llegó un momento en que no pude seguir. Entonces adopté el timbre femenino mediante la técnica de la «voz de cabeza» y descubrí que tenía la facilidad del falsete. Indudablemente ya estaba cantando como un contratenor y me resultaba más cómodo. A partir de ese momento comprendí que así podría cantar con una mayor seguridad y relajación en el escenario.
¿Cómo surge tu relación con Ubail Zamora y la Camerata Vocale Sine Nomine?
Durante mis visitas como actor a La Habana, un día me atreví a cantar como contratenor en un concierto de música sacra. Al público le gustó y sentí que se me abría un universo de posibilidades. Ya sabía del Conjunto de Música Antigua Ars Longa y de Sine Nomine por un amigo. Este me dijo: «Te voy a llevar a conocer a la persona que más sabe de contratenores en Cuba, porque además es el primer y único graduado de contratenor del Instituto Superior de Arte». Cuando Ubail me escuchó, enseguida me propuso incorporarme a Sine Nomine, pero entonces todavía yo vivía en Pinar del Río. No obstante, él me dejó las puertas abiertas y en 2012 me incorporé a la agrupación que dirige la maestra Leonor Suárez Dulzaides. A ella le reconocí que nunca había cantado en una agrupación vocal y, por tanto, no sabía lo que era «empastar». También le pedí que tuviera paciencia conmigo. Ese fue un año intenso, pasando mucho trabajo y adaptándome a las nuevas circunstancias. Desde esa fecha, Sine Nomine ha sido escuela y familia. Leonor ha sido madre y maestra al mismo tiempo… Gran parte de los éxitos de los que me puedo regocijar en el día de hoy, se los debo a Sine Nomine.
¿Siendo actor de teatro, influyes en las coreografías de Sine Nomine?
La maestra Leonor me dio la posibilidad de encargarme de las coreografías. Ella quería hacer movimientos escénicos diferentes para que no fuera una agrupación coral tradicional. Y a mí me pareció bien romper un poco con eso. En este sentido, la primera propuesta la hice para un concierto de música antigua con obras de Esteban Salas. Creé una especie de performance, basándome en la composición de un cuadro renacentista con personajes de esa época. El concierto tuvo buena acogida y, desde aquel momento, yo soy quien concibe las coreografías y los movimientos escénicos en el grupo.
Como parte del Festival Les voix humaines, la Oficina Leo Brouwer invitó a la agrupación vocal norteamericana Take 6, que también se caracteriza por la originalidad de su proyección escénica. ¿Qué te aportó haber asistido a ese concierto?
El nivel musical, el trabajo vocal exquisito y la calidad de las voces se unieron para mantenerme en vilo durante todo el concierto. Tienen unas voces maravillosas, aunque —en efecto— su proyección escénica fue lo que más me impresionó.
Un año después de celebrado el primer certamen de contratenores de Cuba, realizado en el marco del Festival Les voix humaines, aquel se convierte en el Primer Festival de Contratenores del Mundo. ¿Cómo valoras tu participación en el concierto de clausura, dedicado a Manuel de Falla y que dirigirá el maestro Leo Brouwer?
Trabajar junto al maestro Leo Brouwer es siempre un honor y un desafío. De hecho, cuando me planteó el proyecto solo le dije: «Es difícil». Reconoció que era un reto complicado, porque Manuel de Falla no escribió para contratenores, sino para sopranos y mezzo-sopranos. Cuando una música está escrita para una voz específica, se hace difícil por un problema de intervalos, tesituras y tonalidades. A mí siempre me han encantado las Siete canciones populares españolas para voz y orquesta. Mi preferida es la quinta canción, titulada Nana, aunque las siete son maravillosas y cada una tiene su particularidad.
Miremos ahora un poco después de ese concierto… ¿Cuál es tu proyección hacia el futuro?
Por el momento quiero seguir estudiando. Aprovechar toda oportunidad e invitación a cantar. A nada le diré que no. De ahí partirá la posibilidad de ensanchar mis horizontes, tener mejor técnica, repertorio, currículum e, inclusive, poder estudiar en el extranjero, además de estudiar en el ISA. Tengo el sueño de visitar Europa, específicamente la ciudad de Basilea; allí la escuela de contratenores es antigua y de gran prestigio. Cuba es una potencia musical fuerte, pero ahora es que los contratenores estamos alcanzando un poco de reconocimiento.
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Foto: Yadira Calzadilla |
Argel Calcines, Viviana Reina Jorrín y Ana Lizandra Socorro
Opus Habana