En representación
de ese grupo de expertos, el pintor Pedro Hernández —reconocido
cultor del paisaje urbano— leyó el acta que recoge los cuatro
autores premiados: Lester Campa Melo, Ramón Vázquez León, Diego
Torres Rodríguez y Omar Torres López, así como los acreedores de
menciones: Eduardo Estrada Roque, Orestes Larios Zaak y Gustavo Días
Sosa.
Según Bermúdez, se trató de que —entre las obras
galardonadas— estuvieran representadas todas las tendencias, desde
las más realistas a las más abstractas, de modo que el Salón se
convirtiera en un referente de la vitalidad del género.
De ahí los
premios: el paisaje conceptual de Lester Campa (una palma sin
penacho, tal vez arrancado por un rayo, pero cuya sombra sobrevive);
la línea lírica, bien cromática y fantasiosa de Ramón Vázquez; el
realismo de Diego Torres, basado en el recurso de la composición, y
el realismo-expresionismo de Omar Torres (palmeras arrasadas que
transmiten el estado de desolación tras el paso de un
huracán). Hay el propósito de que este Salón adquiera el rango de
Bienal y que participen paisajistas de otros países, expresó la
pintora Ileana Mulet, también miembro del jurado junto a los ya
mencionados Bermúdez y Hernández, así como Marcelino Vizcaíno,
Manuel López Oliva, Águedo Alonso, María Milián, Rosa María Jorge y
Nieves Machado.
«Será un permanente homenaje a Víctor Manuel (La
Habana, 1897-1969), quien fuera el representante más fuerte del
paisajismo cubano, pues trabajó tanto el medio urbano como rural y
en la serie
Gitanas Tropicales incorporó la figura humana
al género», expresó Mulet.
El premio consistió en un trofeo
diseñado por Douglas Lucas Mederos, y las obras escogidas para la
curaduría final, así como las de seis artistas invitados (Águedo
Alonso, Pedro Hernández, Ileana Mulet, Ricardo Pérez Chacón,
Marcelino Vizcaíno y Carlos Masa) se mantendrán expuestas hasta
mediados de marzo en el Convento de San Francisco.