«(...) ¿Pensáis que todos los valientes son danzadores y todos los andantes caballeros bailarines? Digo que si lo pensáis, que estáis engañado; hombre hay que se atreverá a matar a un gigante antes que hacer una cabriola. Si hubiérades de zapatear, yo supliera vuestra falta, que zapateo como un girifalte; pero en lo del danzar, no doy puntada. Con estas y otras razones dio que reír Sancho a los del sarao, y dio con su amo en la cama, arropándole para que sudase la frialdad de su baile».
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Capítulo LXII. Segunda parte.
Una vez más la Plaza de la Catedral devino espacio propicio para el arte del ballet cuando –a propósito de la vigésima edición del
Festival Internacional de Ballet de La Habana – la noche del lunes 30 de octubre sirvió de escenario para la representación de
Don Quijote, un clásico de la danza internacional.
«La Plaza de la Catedral de La Habana conserva entre las memorias seculares de sus piedras la presencia del Ballet Nacional de Cuba y especialmente, de Alicia. En sitio tan emblemático, la artista, hija de la noble Habana, ha querido en esta oportunidad regalarnos una excepcional representación de la danza», refiere en sus palabras al programa, el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler.
Así, este alegórico sitio habanero se trasmutó en un lugar de Castilla de a principios del siglo XIX, al que un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua y rocín flaco, junto a su escudero, acudía al llamado del pueblo para intervenir en el idilio entre Quiteria –aquí denominada Kitri– y Basilio, al que se opone el padre de la muchacha porque el joven, barbero del pueblo, era un hombre pobre.
En la historia, representada con alto vuelo de imaginación, Don Quijote media en pos del amor, la libertad y la justicia. Y aunque producto de su mudanza, cuando ve a Kitri cree reconocer en ella a su adorada Dulcinea del Toboso y le jura amor eterno, la logra reconciliar con su progenitor.
En el final de la puesta escénica el amor del barbero y la bella joven se consuma y llegan a casarse. En este instante, Don Quijote y su fiel escudero asisten a la boda, y luego de la celebración ambos se despiden para seguir camino en busca de la verdad y la justicia.
El ballet
Don Quijote relatado en pasajes similares a los de la novela
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes y Saavedra, contó con la coreografía de Alicia Alonso –concebida para solistas y un numeroso cuerpo de baile–, con la dirección artístico-coreográfica de Marta García y María Elena Llorente, sobre la original de Marius Petipa y la versión de Alexander Gorski. La música se debió a Ludwig Minkus.
La interpretación de los roles protagónicos estuvo a cargo de Anette Delgado (personaje de Kitri, la hermosa) y Rómel Frómeta (personaje de Basilio, el barbero del pueblo), mientras que Dayron Vega y Javier Sánchez, dieron vida –respectivamente– al Caballero Andante y a su fiel escudero. Complementó el elenco, el cuerpo de baile del Ballet de Nacional de Cuba.
Desarrollado en tres actos, este ballet fue estrenado el 26 de diciembre de 1869 en el Teatro Bolchoi de Moscú. En la versión cubana, presentada por vez primera el 6 de julio de 1988 en el Gran Teatro de La Habana, la Prima Ballerina Assoluta bebió de las coreografías originales de Marius Petipa y Alexander Gorski para lograr un esmerado montaje escénico, en el cual respeta las referencias folklóricas y exalta y dignifica a Don Quijote, personaje emblemático del idioma castellano y de la cultura hispánica.