La restauración del inmueble que originalmente perteneció a la iglesia de San Felipe Neri, en la Habana Vieja, deparó no pocas sorpresas, como fue el hallazgo de la piedra fundacional de ese templo, erigido en 1693 por los monjes oratorianos.
La culminación de este proyecto restaurador estuvo a cargo del reconocido arquitecto José Linares, quien ofreció detalles a Opus Habana sobre las características de la futura sala de conciertos.
Arquitecturas religiosa y bancaria se solapan en el inmueble donde se fundó, en 1693, la iglesia de San Felipe Neri y que –a partir del próximo domingo primero de febrero– se estrenará como inusitada sala de conciertos en los predios del Centro Histórico.
«Se trata de un exponente singular en la Habana Vieja, ya que cuando se organiza y reestructura para banco, se respeta la disposición del antiguo templo, compuesto por una nave central y dos laterales, con cubiertas de madera en forma abovedada y una cúpula, además de conservarse también su coro alto», explicó José Linares, arquitecto asesor de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Ocupado sucesivamente a lo largo de cuatro siglos por oratorianos (hasta 1784), capuchinos (hasta 1840) y monjes carmelitas (a partir de 1887 hasta 1924), San Felipe Neri fue vendido por estos últimos a una institución bancaria y se estableció allí el Banco del Comercio, que en 1952 se fusionó con el Trust Company of Cuba.
Poco después de haber dejado de cumplir funciones religiosas, entre 1926 y 1928, la iglesia es remodelada para adaptarla a institución bancaria por el arquitecto mexicano Rafael Goyeneche, quien «le agrega el actual pórtico ecléctico concebido a partir de códigos clásicos y remata su fachada con decoraciones influidas por el barroco mexicano», afirmó Linares.
Las readecuaciones para esa función bancaria también se realizaron, lógicamente, en el interior de la edificación. Así «entre las columnas –continuó Linares– se pusieron entonces los mostradores con rejas divisorias; se introdujeron los pisos de mármoles y algunos elementos de índole bancaria, como por ejemplo, las bóvedas para guardar el dinero y el reloj situado sobre el coro alto».
En esa remodelación, la iglesia original –conocida como oratorio de San Felipe Neri– perdió la torre campanario que la identifica en el grabado de época publicado en Paseo Pintoresco por la Isla de Cuba (1841). De ahí que constituyera una verdadera sorpresa el descubrimiento del ábside, la cúpula y la linterna de madera pertenecientes al templo primigenio, los cuales estaban tapiados por la nueva construcción.
Iglesia, banco… y ahora sala de conciertos
Fundado en el siglo XVII por la orden de los oratorianos, creadores del «oratorio», composición musical de asunto sagrado que combina arias, recitativos y corales, el inmueble se dedicará ahora al arte lírico y operático, completándose de esta forma el triángulo creado con los antiguos templos de San Francisco de Asís, dedicado a la música coral y sinfónica, y de San Francisco de Paula, consagrada a la música antigua.
Para readecuar San Felipe Neri a esta nueva función, «se impuso la necesidad de crear un escenario que, dada la distribución arquitectónica del inmueble, se colocó de frente al conservado coro alto, teniendo a sus espaldas las bóvedas del banco, todo ello sin alterar la estructura de la edificación», explicó Linares.
Ese escenario se encuentra debajo de la cúpula y se eleva justamente sobre la piedra fundacional del templo que, tras un vidrio, podrá admirarse siempre a ras del suelo, mientras que su visión desde arriba será posible cuando no haya conciertos, al destaparse parte del podio.
«Delante de las espectaculares bóvedas bancarias, se ubicaron paneles corredizos enchapados con madera de haya y materiales acústicos, de modo que ellas también puedan apreciarse cuando no haya presentaciones artísticas», agregó.
Considerado uno de los más importantes arquitectos cubanos, especialmente en el campo de la museografía y museología, Linares fue el autor del proyecto del conjunto Museo Nacional de Bellas Artes, tanto de su sede de arte universal (antiguo Centro Asturiano) como de arte cubano (Palacio de Bellas Artes), con el cual obtuvo el Premio de la Ciudad de Arquitectura e Ingeniería 2001 en la categoría de recuperación.
Actualmente se encuentra también al frente del proyecto de restitución de los símbolos de la primera sede de la Universidad de La Habana, el desaparecido Convento de San Juan de Letrán.
Su participación en la restauración de la iglesia de San Felipe Neri obedeció al giro sorpresivo que tomó en 2002 ese proyecto al tener lugar el ya mencionado hallazgo arqueológico de su piedra fundacional.
Formada por un sillar con una cavidad tallada en forma cuadrada y protegida por una tapa de mármol gris, la piedra fundacional «apareció de manera imprevista durante las excavaciones de emergencia efectuadas allí en 2002», afirmó a Opus Habana Luis Francés, jefe del equipo del Gabinete de Arqueología que trabajó en la futura sala de conciertos.
«Sólo pensábamos rescatar estructuras que pudieran estar a niveles del piso, justamente en el área que se encuentra bajo la cúpula, o sea, la correspondiente al altar mayor de la antigua iglesia», precisó.
Pero las excavaciones realizadas en un radio de seis metros cuadrados deparaban otra sorpresa: el descubrimiento del ábside completamente intacto. A ello se suma que, tapiada bajo el techo del otrora banco, apareció la cúpula de madera original de la iglesia.
«Se trata de un exponente singular en la Habana Vieja, ya que cuando se organiza y reestructura para banco, se respeta la disposición del antiguo templo, compuesto por una nave central y dos laterales, con cubiertas de madera en forma abovedada y una cúpula, además de conservarse también su coro alto», explicó José Linares, arquitecto asesor de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Ocupado sucesivamente a lo largo de cuatro siglos por oratorianos (hasta 1784), capuchinos (hasta 1840) y monjes carmelitas (a partir de 1887 hasta 1924), San Felipe Neri fue vendido por estos últimos a una institución bancaria y se estableció allí el Banco del Comercio, que en 1952 se fusionó con el Trust Company of Cuba.
Poco después de haber dejado de cumplir funciones religiosas, entre 1926 y 1928, la iglesia es remodelada para adaptarla a institución bancaria por el arquitecto mexicano Rafael Goyeneche, quien «le agrega el actual pórtico ecléctico concebido a partir de códigos clásicos y remata su fachada con decoraciones influidas por el barroco mexicano», afirmó Linares.
Las readecuaciones para esa función bancaria también se realizaron, lógicamente, en el interior de la edificación. Así «entre las columnas –continuó Linares– se pusieron entonces los mostradores con rejas divisorias; se introdujeron los pisos de mármoles y algunos elementos de índole bancaria, como por ejemplo, las bóvedas para guardar el dinero y el reloj situado sobre el coro alto».
En esa remodelación, la iglesia original –conocida como oratorio de San Felipe Neri– perdió la torre campanario que la identifica en el grabado de época publicado en Paseo Pintoresco por la Isla de Cuba (1841). De ahí que constituyera una verdadera sorpresa el descubrimiento del ábside, la cúpula y la linterna de madera pertenecientes al templo primigenio, los cuales estaban tapiados por la nueva construcción.
Iglesia, banco… y ahora sala de conciertos
Fundado en el siglo XVII por la orden de los oratorianos, creadores del «oratorio», composición musical de asunto sagrado que combina arias, recitativos y corales, el inmueble se dedicará ahora al arte lírico y operático, completándose de esta forma el triángulo creado con los antiguos templos de San Francisco de Asís, dedicado a la música coral y sinfónica, y de San Francisco de Paula, consagrada a la música antigua.
Para readecuar San Felipe Neri a esta nueva función, «se impuso la necesidad de crear un escenario que, dada la distribución arquitectónica del inmueble, se colocó de frente al conservado coro alto, teniendo a sus espaldas las bóvedas del banco, todo ello sin alterar la estructura de la edificación», explicó Linares.
Ese escenario se encuentra debajo de la cúpula y se eleva justamente sobre la piedra fundacional del templo que, tras un vidrio, podrá admirarse siempre a ras del suelo, mientras que su visión desde arriba será posible cuando no haya conciertos, al destaparse parte del podio.
«Delante de las espectaculares bóvedas bancarias, se ubicaron paneles corredizos enchapados con madera de haya y materiales acústicos, de modo que ellas también puedan apreciarse cuando no haya presentaciones artísticas», agregó.
Considerado uno de los más importantes arquitectos cubanos, especialmente en el campo de la museografía y museología, Linares fue el autor del proyecto del conjunto Museo Nacional de Bellas Artes, tanto de su sede de arte universal (antiguo Centro Asturiano) como de arte cubano (Palacio de Bellas Artes), con el cual obtuvo el Premio de la Ciudad de Arquitectura e Ingeniería 2001 en la categoría de recuperación.
Actualmente se encuentra también al frente del proyecto de restitución de los símbolos de la primera sede de la Universidad de La Habana, el desaparecido Convento de San Juan de Letrán.
Su participación en la restauración de la iglesia de San Felipe Neri obedeció al giro sorpresivo que tomó en 2002 ese proyecto al tener lugar el ya mencionado hallazgo arqueológico de su piedra fundacional.
Piedra fundacional
Formada por un sillar con una cavidad tallada en forma cuadrada y protegida por una tapa de mármol gris, la piedra fundacional «apareció de manera imprevista durante las excavaciones de emergencia efectuadas allí en 2002», afirmó a Opus Habana Luis Francés, jefe del equipo del Gabinete de Arqueología que trabajó en la futura sala de conciertos.
«Sólo pensábamos rescatar estructuras que pudieran estar a niveles del piso, justamente en el área que se encuentra bajo la cúpula, o sea, la correspondiente al altar mayor de la antigua iglesia», precisó.
Pero las excavaciones realizadas en un radio de seis metros cuadrados deparaban otra sorpresa: el descubrimiento del ábside completamente intacto. A ello se suma que, tapiada bajo el techo del otrora banco, apareció la cúpula de madera original de la iglesia.