Como homenaje permanente a la novelista sueca Fredrika Bremer, hay colocada una tarja en la pared principal del edificio que, ubicado en la calle Oficios esquina a Obrapía, en la actualidad sirve de vivienda a un numeroso grupo de familias habaneras que residen en el Centro Histórico.

Frederika Bremer permaneció durante tres meses en La Habana desde donde escribió una serie de misivas a su hermana que conformaron el libro Cartas desde Cuba.

 

Arriba: Fachada del antiguo hotel Havana House, actual edificio de vivienda, donde esta colocada la placa que rememora la estancia de Fredrika Bremer en La Habana hacia 1851 (imagen derecha). A la izquierda, la portada del libro Cartas desde Cuba, conformado por las misivas escritas por la novelista sueca a su hermana.

En la calle Oficios esquina a Obrapía –tan sólo a unos metros de la Plaza de Armas– se erige aún el edificio donde estuviera en el siglo XIX el hotel Havana House, lugar donde se hospedó la novelista sueca Fredrika Bremer (Finlandia, 1801-Estocolmo, 1865) durante su visita a La Habana en 1851.
Justamente ante la fachada de este inmueble se colocó en octubre de 2001 una lápida –obra del escultor español Kiev Grediaga– que deja constancia de la presencia de esta escritora en la capital cubana.
En aquella ocasión se dieron cita, la entonces embajadora de Suecia en Cuba, Eivor Halkjaer, personalidades del país nórdico, el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, y otros invitados.
«La memoria de Fredrika Bremer –expresó Leal tras develar la tarja– es entrañablemente querida por la intelectualidad y por el pensamiento cubanos. Ella corrió el velo de algunos de los sucesos más importantes de la vida de Cuba durante su visita a esta isla; fue lo suficientemente sensible como para penetrar en el alma del país, para perfilar los problemas de la mujer, para acercarse al drama de la esclavitud, para retratar las costumbres y para desear –como lo hizo– un mejor destino a la nación cubana».
Guiada por su espíritu aventurero y por «la necesidad de abrazar, de abarcar un mundo más grande (...)», según confiesa en una de sus cartas,  Fredrika se embarcó hacia América en 1849. Estados Unidos fue  su primer destino;  dos años después, a bordo del The Philadelphia, llegaría a Cuba: «entrada al paraíso digna de ser estudiada por los investigadores en Ciencias Naturales, por los artistas y por los poetas», afirmaría ante «la indescriptible belleza de la atmósfera y de las plantas».
Durante su estancia en la Isla, Fredrika escribió a su hermana una serie de misivas en las que alude a la arquitectura, las costumbres, la naturaleza... e incluso hasta la vida de los esclavos. En estos textos –compilados en el libro Cartas desde Cuba– se revela su genio periodístico, así como su interés por los derechos humanos y la emancipación de la mujer, tema este último que prevalece en la mayoría de las obras que, junto a El presidente y sus hijas (1834), Los vecinos (1837), La casa (1839), y Hertha (1856), conforman su producción literaria.
Después de tres meses, Fredrika decide «decir adiós para siempre a las palmeras y a las ceibas de Cuba, a los cocuyos y a las contradanzas, a las guardarrayas y a las constelaciones, a los tambores africanos, a las canciones y a los bailes, a este pueblo (...)» que, en su afán por recuperar y reanimar su patrimonio cultural, rescata su presencia como parte del pasado.


Karín Morejón Nellar
Opus Habana

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