Jóvenes cubanos se especializan en el oficio de construir y reparar instrumentos de la familia del violín con apoyo de maestros reconocidos internacionalmente.
Hasta el momento, con ayuda de maestros extranjeros, los luthiers cubanos han construido tres violines y una viola, todos Stradivarius.
Situado en la Plaza Vieja desde 2010, el Taller de Luthería ocupa la planta alta del inmueble San Ignacio 368, entre Teniente Rey y Muralla, que fuera previamente rehabilitada para estos fines. En la foto, un violín modelo Stradivarius que —construido aquí— ha sido puesto a secar en el balcón, a la vista de los transeúntes, luego de recibir el barnizado. Quedaría entonces completar el montaje y comprobar su sonoridad. |
La palabra lutherie designa el arte de construir y reparar instrumentos de cuerdas frotadas o pulsadas (cordófonos compuestos: de arco o punteados), es decir, instrumentos de las familias del violín o del laúd. El término proviene originalmente del vocablo francés luth —a su vez derivado del árabe hispano al‘úd, y éste del árabe clásico‘ūd— que significa laúd. En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el oficio de luthier se designa con la palabra violero, aunque en buena parte del mundo hispano también se utilizan los sinónimos laudero, lutero o simplemente lutier (sin h), pero aún no están reconocidos por la Real Academia.
El origen de este oficio en su relación con la construcción de violines data de mediados del siglo XVI y principios del XVII, y se adjudica su primicia a tres importantes constructores: Andrea Amati (?, ca. 1511-Cremona, 1577), Gaspar de Saló (Saló, 1540-Brescia, 1609) y Gaspar Tieffenbrucker [Duiffoprugcar] (Tieffenbruck, 1514-Lyon?, 1571).
Entre las ciudades más populares en la construcción de violines se encuentran Brescia y Cremona, ambas en la región de Lombardía, Italia. Esta última alcanzó fama especialmente gracias a los instrumentos construidos por los maestros locales Nicolò Amati (1596-1684), Guiseppe Guarneri (1666-ca. 1740) y Antonio Stradivari (ca. 1644-9; 1737), cuyos aportes aún se consideran paradigmas para la creación de nuevos ejemplares.
En Cuba, una de las más antiguas referencias a un luthier aparece en este anuncio publicado en 1796 en el Papel Periódico de la Havana: «Don Juan Cornet, fabricante de claves y pianos fortes, recién llegado a esta ciudad, tiene el honor de ofrecer sus servicios al Público (…) compone los instrumentos de toda clase, (…) tiene de venta algunos violines».
Ese mismo año está fechado Si al ver en el Oriente, uno de los preciosos villancicos de Navidad que, compuestos por Esteban Salas (La Habana, 1725-Santiago de Cuba, 1803), aprovecha las posibilidades técnico-expresivas del violín. A su llegada como maestro de capilla a la sede catedralicia de Santiago de Cuba, instituyó dos plazas de violín (primera y segunda) y una plaza de «violón» (o violonchelo).
Ya avanzado el siglo XIX, importantes violinistas cubanos prestigiaron tanto la ejecución de ese instrumento como la composición de obras para el mismo, entre ellos José White y Claudio José Domingo Brindis de Salas.
Sin embargo, todo hace indicar que en Cuba el oficio de luthier de violines sólo se ha ejercido por tradición familiar en casos muy aislados. Un ejemplo es la fábrica de violines que, fundada en 1976 con el apoyo del Comandante Juan Almeida Bosque en el poblado de Minas, Camagüey, proveyó durante algún tiempo de instrumentos a los principales centros de estudios musicales del país.
A través de esta escalera helicoidal (imagen en página anterior) se accede al Taller de Luthería, el cual posee dos locales: uno acondicionado para los trabajos manuales, y el otro para proyectos y clases teóricas. |
Luthería en el Centro Histórico
A partir de 2003 se fomenta la existencia de un espacio-taller de luthería en el Convento de San Francisco de Asís, en La Habana Vieja, a raíz de la voluntad y el apoyo mostrado por la asociación no gubernamental Luthiers sans Frontières (LSF), con sede en Bélgica. Ese proyecto se inserta en los esfuerzos orientados al rescate de los oficios, una de las líneas estratégicas del Plan para la Revitalización Integral del Centro Histórico que propugna la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Según Paul Jacobs, presidente de LSF, la fortaleza de esta iniciativa radica en que Cuba «posee una inagotable cantera de intérpretes, tanto de música clásica como popular, gracias a su gran potencial pedagógico en la enseñanza artística y musical. Decenas de excelentes profesores cubanos fueron formados en Moscú, Leningrado o Praga, ciudades de larga tradición en la creación de música para instrumentos de cuerdas».
Es por ello —argüye— que «resulta ostensible la necesidad de fomentar la enseñanza y la práctica de la luthería, a la par que se brindan servicios gratuitos de mantenimiento y reparación de instrumentos a las escuelas de arte y músicos profesionales».
En 2010, luego de siete años de tesonera labor, ese proyecto redunda en la creación del Taller de Luthería de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, subordinado al Gabinete de Restauración y Conservación de su Dirección de Patrimonio Cultural.
Situado en la Plaza Vieja, entorno de significativo valor histórico-artístico, dicho taller ocupa la planta alta del inmueble San Ignacio 368, entre Teniente Rey y Muralla, que fuera previamente rehabilitada para estos fines con el apoyo de la provincia italiana de Cremona, en el marco del PDHL y la región Valona (Bélgica).
Sus miembros comienzan a especializarse en la reparación y construcción de instrumentos musicales de cuerda, específicamente aquellos provenientes de la familia del violín (violín-viola-violonchelo-contrabajo), respetando en todos los casos los estándares y medidas originales de cada pieza.
Con ese objetivo, en 2011 se puso en marcha el proyecto de cooperación «Gestión y difusión del Patrimonio Musical de Cuba y Latinoamérica: luthería, investigación y docencia», auspiciado por la Comisión Europea y en el que participan LSF, la Universidad de Valladolid, la Sociedad Civil «Patrimonio Comunidad y Medio Ambiente» y la Société Française de Luth.
Este proyecto prevé la formación de 10 operarios en un plazo de 30 meses, entre otras actividades. Así, se ha iniciado un curso que, coordinado por LSF y la Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos (Oficina del Historiador de la Ciudad), se propone la enseñanza de métodos tradicionales; es decir, la construcción y reparación de instrumentos de cuerdas a partir de la técnica manual.
Este laúd renacentista del Conjunto de Música Antigua Ars Longa es una réplica del instrumento original que construyera en 1585 el maestro Jacob Hes. Fue realizado en 2007 por el luthier Raúl Lage, quien, conjuntamente con Aland López, inició en Cuba la construcción histórica y científicamente informada de instrumentos de cuerda pulsada |
RESULTADOS Y PERSPECTIVAS
La inserción de la luthería en el ámbito musical cubano ha significado la posibilidad de brindar un servicio prácticamente inexistente y de gran demanda en todo el país, tanto por las escuelas de música de nivel elemental y medio, como por el Instituto Superior de Arte (ISA) y demás instituciones: desde museos hasta agrupaciones.
En el caso de las escuelas de nivel elemental y medio, previa coordinación con la dirección de las mismas, se efectúan visitas para evaluar los instrumentos que poseen roturas y la urgencia de su restauración en correspondencia con las necesidades docentes. Luego los instrumentos son trasladados por los propios estudiantes al Taller de Luthería, donde se les confecciona una ficha con los detalles de su estado antes y después de ser restaurados. Hasta el momento han sido atendidas de esta manera prioritaria las escuelas Guillermo Tomás, en Guanabacoa, y Manuel Saumell, en el Vedado.
Otra línea de trabajo en perspectiva es aquella que expande su aplicación a instrumentos de valor patrimonial, como los que atesora el Museo Nacional de la Música, que de esta forma son reparados respetando sus características originales.
Pero quizás la función más denotativa de las potencialidades que representa el Taller de Luthería es la construcción de instrumentos artesanalmente, para lo cual se requiere aunar habilidad manual y aptitud musical, si se quiere obtener un resultado genuino. Hasta el momento, con ayuda de maestros extranjeros, los luthiers cubanos han construido tres violines y una viola, todos modelos Stradivarius.
En esa vertiente se inscribe la hechura de instrumentos antiguos de cuerda pulsada, una actividad que se ha desarrollado en el país gracias a la existencia del Conjunto de Música Antigua Ars Longa, dirigido por Teresa Paz y Aland López.
«Sin ese instrumentarium, de muy alto costo en el mercado internacional, sería imposible la interpretación del repertorio musical hispano en consonancia con las exigencias del circuito internacional de la música antigua», explica la Dra. Miriam Escudero, quien asesora al Taller de Luthería desde el punto de vista docente e investigativo.
«De modo que esos requerimientos interpretativos conllevaron a que Aland López, en conjunto con el luthier Raúl Lage, iniciaran en 2001 la construcción histórica y científicamente informada de instrumentos de cuerda pulsada, una práctica de la que no existía precedente en nuestro país», asevera.
A partir de entonces, con el auspicio de la Oficina del Historiador de la Ciudad, se construyeron las primeras copias de instrumentos históricos en Cuba: guitarra barroca, guitarra renacentista, vihuela, laúd renacentista y arpa de dos órdenes.
En gran medida, el Taller de Luthería continúa esa labor precursora con el fin de consagrarla.
El Dr. Paul Jacobs, presidente fundador de Luthiers sans Frontières, supervisa el proceso de construcción del primer violín modelo Stradivarius realizado en el taller. Bajo su supervisión se formó Andrés Martínez (jefe del taller), quien es egresado de la Escuela Gaspar Melchor de Jovellanos, al que se subordinan cuatro operarios. A ellos se suman cinco aprendices que han iniciado el curso de construcción y restauración de instrumentos de la familia del violín. |
Margarita Pearce
Estudiante de Musicología en el Instituto Superior de Arte (ISA).
Comentarios
permítame presentarme.
Mi nombre es Rolando, soy artesano del timple, instrumento típico de Islas Canarias.
Le escribo para hacerles un planteamiento a favor de la cultura cubana. Quiera llevar a Cuba un Timple y enseñar a alguien que esté dispuesto a construir este intrumento , que aunque pequeño en dimenciones, no en altura de sonido y enriquesimiento armónico .
Me gustaria visitar ese taller que está en San Ignacio 368 y poder converzar con alumnos y artesanos consagrados para exponer mi deseo .
El Timple que es de fondo abombado similar al charango,pienso que será muy útil introducirlo en cuba. Estoy segúro que ocupará un papel importante en la música campesina.
Sin más, me despido esperando su respuesta. muchas felicidades por los logros en la música.
mi corréo .
artesano_14@yahoo.es
Gracias.
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