La calle Obispo tuvo su origen en el siglo XVI en una fecha próxima a la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana, o sea, alrededor del año 1519.

Al transitar por esta arteria Citadina, debe tenerse en cuenta que —desde muy temprana fecha— cumplió una función comercial, a la que se añadieron paulatinamente otros servicios.

 La calle Obispo tuvo su origen en el siglo XVI en una fecha próxima a la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana, o sea, alrededor del año 1519. Si tenemos en cuenta el trazado en damero a partir de una plaza mayor —típico de las ciudades hispanoamericanas—, sabremos el porqué de la importancia que siempre ha tenido esta arteria.

Ubicada al sur de la Plaza de Armas y a un costado del Palacio de los Capitanes Generales, corre desde las riberas de la bahía hasta la calle de Monserrate, donde hasta el derribo de las murallas, iniciado el 8 de agosto de 1863, existió una puerta de entrada a la ciudad desde los barrios de extramuros.

Sus primeras edificaciones fueron bohíos de yaguas y guano, como todas las que formaron el primitivo núcleo urbano de la naciente villa, las cuales serían sustituidas con posterioridad por casas de rafas y tapias, cubiertas de tejas.

A lo largo de su existencia varias han sido las denominaciones que ha tenido esta calle. Sus nombres, 47 al igual que el de otras importantes arterias habaneras, nacieron del ingenio popular. Se llamó calle de San Juan, porque conducía al Convento de San Juan de Letrán, de la Orden de Santo Domingo, erigido en el siglo XVI; del Consulado, por establecerse en ella en 1794 el edificio del Real Consulado de Agricultura y Comercio; de los Plateros, por unos artesanos afincados en ella... Afirma el historiador y arquitecto Manuel Fernández Santalices en su obra Las calles de la Habana Intramuros. Arte, historia y tradiciones en las calles de la Habana Vieja: «que en 1776 se le llamaba calle de su Señoría Ilustrísima, después del Obispado.

En 1810 calle del señor Obispo y hasta hoy simplemente Obispo». La primera designación resulta poco conocida por la historiografía, no así las siguientes, sobre las cuales existe un gran consenso.

Para varios historiadores se denominó calle del Obispo porque en ella vivió el obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz (1694-1768), quien hizo de su andar por esta arteria toda una costumbre. Sin embargo, el doctor Manuel Pérez Beato parece no estar muy de acuerdo en relacionarla con ese prelado, al plantear lo siguiente: «Es de notar que mucho antes que ocupara la mitra el señor Morell, vivía en la calle que se trata el obispo Fr. Jerónimo de Lara, que falleció en 22 de junio de 1644. En cabildo de 2 de diciembre de 1641, pidió Tomás de Armenteros, merced de una cuadra de solares en el barrio de Cayaguayo, siguiendo las cuadras desde la esquina de la morada del Sr. Obispo (Obispo y Compostela) y esquina y casa de Doña Juana Jaxinta (…)».1

Tal vez el juicio más certero para desentrañar el origen de su designación como calle del Obispo o de los Obispos, lo aporta el propio Fernández Santalices cuando expresa: «la razón más verosímil de estos últimos nombres es que en la esquina de Oficios estuvo la residencia de los obispos, por su cercanía a la Parroquial Mayor. El que estableció la residencia episcopal en esta casa fue el prelado Alfonso Enriquez de Almendariz (nombrado obispo de Cuba en 1610), en  parte del solar de los Cepero, familia de uno de los conquistadores y primeros pobladores de la villa».2

A partir del siglo XIX, o quizás antes, los vecinos de la ciudad habían acuñado el nombre de Obispo para esta importante calle de intramuros. A lo largo de esa misma centuria, se convirtió en la más comercial de las calles citadinas, ganando gran popularidad y arraigo entre nacionales  y extranjeros.

Por más de un siglo, la calle del Obispo —o simplemente Obispo— mantuvo inalterable su denominación. Pero el 8 de febrero de 1897, el Ayuntamiento de la Habana tomó el acuerdo de cambiar su nombre por el de Weyler, en honor al sanguinario capitán general Valeriano Weyler y Nicolau, quien gobernaba la Isla por entonces, con su tristemente célebre Bando de Reconcentración. Muy pronto, al finalizar la dominación colonial española, la calle recuperaría su nombre en diciembre de 1898.

Apenas iniciado el siglo XX, ya instaurada la República en 1902, muchas arterias habaneras pierden sus denominaciones antiguas y tradicionales, que son sustituidas por nombres de patriotas cubanos, personalidades extranjeras o naciones amigas. Cambios que, al decir del Historiador de la Ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring, se realizaron en forma caprichosa e inconsulta.

La calle Obispo no sería la excepción. El 27 de marzo de 1905, a propuesta del concejal Francisco Piñeiro, el Ayuntamiento habanero acuerda unánimemente llamarla Pi y Margall en honor al tribuno y republicano español que tantas simpatías demostró por la causa independentista cubana.

Aunque formalmente su nueva denominación estaría vigente por algo más de tres décadas, la tradición oral continuó llamándola por su nombre familiar «Obispo». Su legitimación definitiva tendría lugar en 1936, cuando el alcalde municipal Guillermo Belt logra restituir los nombres antiguos, tradicionales y populares de las viejas calles habaneras, mediante el Decreto-Ley No. 511, elaborado de acuerdo con un informe de Roig de Leuchsenring. De esta manera se adopta, como nombre oficial, su primitiva denominación: calle Obispo, la cual llega hasta nuestros días.

CORREDOR COMERCIAL

 Desde fechas bien tempranas, Obispo fue ganando espacios hasta dominar, conjuntamente con la calle O’Reilly, el comercio minorista y establecerse en ella los mejores bazares, comercios especializados y tiendas de la ciudad. Influyó en ello, como ya hemos hecho notar, su favorecida ubicación y su cercanía a la zona portuaria.

Cabe agregar que Obispo siempre tuvo el privilegio de estar entre las mejores calles adoquinadas de la ciudad, no siendo precisamente éste un rasgo que distinguiera la trama urbana de la vieja urbe. El gobernador general Miguel de Tacón apuntaba en 1834 que «el estado de las calles de la capital era lamentable por donde quiera que se considerase»; sin embargo, años después, al referirse a Obispo, el historiador Jacobo de la Pezuela dice: «A pesar de su estrechez en algunos espacios, es una de las mejores calles de la capital de la isla, y muy semejante a la calle O’Reilly en su buen empedrado, movimiento y gran número de los mejores establecimientos de comercio».3

Obispo resultó pionera del alumbrado público. Durante el gobierno del capitán general Leopoldo O’Donnell, el propio director de la Compañía Española de Gas, Antonio Juan Parejo, prometió al Ayuntamiento «iluminar toda la ciudad intramuros con igual número de luces, en todas las calles, a las que tienen las de Obispo y O’Reilly».4

A pesar de su excepcional significación, en 1860 se encomendó por las autoridades coloniales el estudio de un proyecto para el ensanche de las calles de Obispo y O’Reilly, dada la necesidad de contar con una avenida expedita que conectara al puerto con la ciudad extramuros, o la unión de ambas vías para formar una sola calle. Afortunadamente, este proyecto, que puso en peligro la existencia de tan significativa arteria, no se llevó a ejecución.

Otro testimonio elocuente del protagonismo y envergadura que había ganando esta popular calle lo ofrece Francisco González del Valle en su libro La Habana en 1841, en el que hace notar: «Las otras calles principales de entonces eran las de Obispo y O’Reilly, en las que estaban los más importantes establecimientos comerciales, como casas de modas francesas, confiterías y dulcerías, los más concurridos cafés y billares y algunas boticas, y eran además muy transitadas de día por desembocar ambas en la Plaza de Armas y Casa de Gobierno. Los paseos nocturnos hacia la Plaza donde algunas veces daban retretas, hacían afluir al público a pie en quitrines y volantas».5

El 3 de enero de ese mismo año, se inauguró en Obispo el primer estudio fotográfico de Cuba y de Iberoamérica, propiedad del norteamericano George W. Hasley, en la entonces casa marcada con el número 26, entre Cuba y Aguiar (hoy 257).6

Pero no sólo nuestros historiadores reconocieron en Obispo a una calle singular; también lo hicieron algunos cronistas extranjeros. Notable impresión debió causarle al viajero norteamericano Samuel Hazard, pues en su famosa obra Cuba a pluma y lápiz, publicada en Nueva York en 1871, escribe: «Llegamos a la calle Obispo. Ved el cuadro de vida y movimiento que se ofrece. Ésta es una de las calles más animadas de la ciudad, donde se hallan los establecimientos más atrayentes, en toda su extensión, hasta fuera de las murallas de la ciudad, de la que se sale por la Puerta de Monserrate; el otro extremo de la calle está en el muelle de Caballería, en la bahía. Jamás se cansa uno de recorrer esta calle».7

Al referirse a las posibilidades de alojamiento en aquella época, Hazard pondera el Hotel Santa Isabel, establecido en «plan americano (...) gracias al espíritu de empresa del Coronel Lay, un muy agradable y cortés caballero, de Nueva Orleans», en el otrora Palacio de los Condes de Santovenia, situado precisamente en el extremo norte de la calle Obispo, «a dos pasos de la bahía».

Años después, en 1885, sería convertido en Hotel Florida el lujoso palacete de estilo neoclásico que edificara en 1836 el hacendado don Joaquín Gómez8 en esa misma calle, pero en la esquina a Cuba.

VECINOS ILUSTRES

Entre los ilustres vecinos de la calle Obispo estuvo el  filósofo y presbítero Félix Varela, quien vivió en la casa marcada antiguamente con el número 91, hoy 462, en la cuadra comprendida entre las calles de Villegas y Aguacate. Sobre ella refiere el historiador José María de la Torre que aquél la heredó de su padre, el capitán del Regimiento Fijo de La Habana Francisco Varela Pérez, según consta de la escritura otorgada por el entonces subdiácono, con la asistencia de su abuelo y curador Bartolomé Caballero, ante el escribano José Ramón Sánchez, el 17 de marzo de 1810.

También nació y vivió parte de su niñez en Obispo el líder estudiantil y comunista Julio Antonio Mella. Afirma la ensayista y profesora universitaria Ana Cairo —en su libro Mella: 100 años— que éste nació el 25 de marzo de 1903, a las 10 de la mañana, en el domicilio de su madre, la señora Cecilia McPartland, en Obispo no. 67 (inmueble marcado hoy con los números 311 y 313), esquina a la calle Habana.

Otra gran personalidad vinculada con esta calle fue el Premio Nobel de Literatura en 1954, Ernest Hemingway. Durante los años 30, el escritor norteamericano se hospedó en el Hotel Ambos Mundos, elegante edificio de arquitectura ecléctica edificado a finales de la década del 20 en el encuentro de las calles Obispo y Mercaderes.

Durante su estancia aquí escribió parte de su célebre novela For Whom the Bells Tolls? (¿Por quién doblan las campanas?), inspirada en la guerra civil española, en la cual había sido corresponsal. También inmortalizaría el bar restaurante Floridita, en la esquina de Obispo y Monserrate, conocido como la «cuna del daiquiri», cóctel a base de ron blanco que hizo suyo.

El fin del período colonial y la instauración de la República marca nuevas pautas en la sociedad cubana. Previamente, la ocupación militar norteamericana (1899-1902) se hace sentir en el orden constructivo con su proyecto urbanizador. Al referirse a este período, el investigador Carlos Venegas señala: «las primeras décadas del siglo XX, de acelerada renovación arquitectónica dentro del viejo recinto, trajo asociado transformaciones y cambios de las funciones de los inmuebles».

Unido a ello, tiene lugar en la zona intramuros un vertiginoso desarrollo de las funciones bancarias y financieras, expresado en lo que se denominó el «pequeño Wall Street habanero». Esta realidad no resultó ajena a la calle Obispo, donde se levantaron monumentales edificios públicos que transforma ron sustancialmente su arquitectura colonial. Entre ellos tenemos el Banco Nacional de Cuba (hoy Ministerio de Finanzas y Precios), edificado en 1907 por la reconocida firma norteamericana Purdy & Henderson y considerado el primero de los «rascacielos» de la ciudad; el Banco Mendoza (actual Museo Numismático), construido en 1915 por la sociedad de arquitectos, ingenieros y contratistas Morales y Mata; el Trust Company of Cuba, fabricado entre los años 1911 y 1913 por la compañía Huston Contracting Co., y el Banco Gómez Mena, obra concluida en 1921 por la firma Rafecas y Toñarelly.

Otras edificaciones enmarcadas dentro de este auge constructivo, que consolidó la nueva imagen arquitectónica de Obispo al emplear nuevas técnicas como el hormigón armado o las estructuras metálicas, fueron el edificio Horter (actual Museo de Historia Natural), la droguería Johnson, el ya mencionado Hotel Ambos Mundos, el Ten Cents y la Western Union (edificio que actualmente ocupa el Centro Multiservicios de ETECSA).

La modernidad se apoderó de Obispo. Poco a poco viejos rasgos y tradiciones provenientes del pasado colonial desaparecieron; se imponía el patrón estético norteamericano. La construcción de grandes edificios en el segmento de Obispo comprendido entre las calles de Oficios y Aguiar hizo desaparecer el entoldado de sus antiguos establecimientos, que emparentaba la arteria habanera con sus homólogas andaluzas a partir de la arraigada costumbre de dar sombra a las estrechas y concurridas calles comerciales mediante toldos.

En 1910, en medio de los aires renovadores que vivía la ciudad, el señor Tiburcio Castañeda presenta un proyecto al Ayuntamiento de la Habana para la construcción de un pasaje por las calles de Obispo y O’Reilly. Su objetivo era el ensanche y saneamiento de las citadas vías mediante la demolición y reconstrucción de todas las casas de ambas calles y sus transversales. Afortunadamente, la Alcaldía desaprobó su ejecución y evitó una sensible pérdida al patrimonio arquitectónico.

A partir de los años 30, fuera de la antigua ciudad intramuros, se consolidan importantes vías comerciales como San Rafael, Galiano y Neptuno, donde se construyen modernas tiendas por departamentos, grandes almacenes, casas de moda, joyerías, peleterías, hoteles...

Obispo comienza a perder jerarquía ante el empuje y competencia de estos flamantes y lujosos establecimientos. No obstante, varias de sus importantes casas comerciales —como la Villa de París, el Palais Royal y el Correo de París, consideradas entre las mejores de la ciudad— permanecerán atrayendo a una numerosa clientela. A ellas se suman otros establecimientos de reconocido prestigio y antigüedad como son La Casa Piñeiro, dedicada al giro de artículos para caballeros; La Sección X, comercio especializado en artículos para regalos, cristalería y juguetes; La Francia, considerada decana en la ciudad de las confecciones masculinas; La Casa Langwith, consagrada a la venta de semillas, hortalizas, plantas y flores; la óptica El Almendares; la panadería y dulcería San José, y el Café Europa, entre otros.

Durante las décadas del 40 y 50, algunos comercios de la calle Obispo desaparecen, cambian de lugar o simplemente son sustituidos por otros. De este período data la construcción del moderno edificio estilo art decó, en la esquina de Obispo y Bernaza, para sede de la librería La Moderna Poesía, y del inmueble levantado en la manzana que ocupara el derruido Convento de San Juan de Letrán. Destinado a sede del Ministerio de Hacienda, este edificio devino asiento del Ministerio de Educación hasta su conversión en el Colegio San Gerónimo de La Habana.

Entre las primeras medidas promulgadas por la Revolución, el 13 de octubre de 1960, se dictó la Ley 890, que dispuso la nacionalización de todos los bancos nacionales y extranjeros. En virtud de ello, varias entidades bancarias de la calle Obispo tuvieron un cambio de uso de suelo. Algo similar ocurrió cuando los comercios pasaron de manos privadas a estatales, y cierto número de establecimientos fueron transformados en viviendas.

A mediados de los años 80 se suprime el tránsito de vehículos por Obispo. Esta decisión respondía a un proyecto elaborado por la Dirección Provincial de Arquitectura y Urbanismo, cuya idea central era tener un eje peatonal continuo desde la Plaza de Armas hasta Galiano, que incluía pasos soterrados por Prado, Zulueta y Egido, con aberturas de luz en el Parque Central.

En octubre de 1993, el Centro Histórico es declarado Zona Priorizada para la Conservación, a partir de la promulgación del Decreto Ley No. 143, del Consejo de Estado, que fortaleció la gestión y autoridad administrativa de la Oficina del Historiador. Ello posibilitó frenar el fuerte proceso de deterioro del fondo edificado y marcar un viraje en la labor de rehabilitación. Pronto comienzan a recuperase viejos inmuebles de la calle Obispo, muy dañados por el paso del tiempo.


1Manuel Pérez Beato: Habana antigua. Apuntes históricos. Impresores 
Seoane, Fernández y Cía, La Habana, 1936, p.89.
2Manuel Fernández Santalices: La calles de la Habana Intramuros: 
Arte, historia y tradiciones en las calles y plazas de la Habana. Saeta
Ediciones, Miami, 1989, p.103.
3Jacobo de la Pezuela: Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico 
de la Isla de Cuba. Imprenta del Establecimiento de Mellado, Madrid,
1866, tomo tercero, p. 78
4Antonio Juan Parejo representó en Cuba los intereses de la colonia 
española; en particular, de la Reina María Cristina de Borbón.
5Francisco González del Valle: La Habana en 1841. Oficina del Historiador 
de la Ciudad, La Habana, 1952, p.19.
6En honor a este acontecimiento, se toma esta fecha como el Día del 
Fotógrafo Iberoamericano. Para una información documentada, véase
Rufino del Valle y Ramón Cabrales: «Cuba, sus inicios fotográficos»,
en Opus Habana, Vol. VIII/No. 3 dic. 2004 /mar.2005, pp.4-15.
7Samuel Hazard: Cuba a pluma y a lápiz. Imprenta Cultural S. A, La 
Habana, 1928, tomo primero, p.60.
8Según el historiador Manuel Moreno Fraginals, el comerciante Joaquín 
Gómez y Hano de la Vega era el octavo negrero al finalizar el
período legal de la trata y, durante la etapa del contrabando, pasa a
ser el principal traficante de esclavos. En 1836 era la sexta fortuna de
Cuba. Son muy conocidas sus donaciones para instituciones de caridad.
Falleció en La Habana el 2 de febrero de 1860 a los 83 años.

 


Por ARTURO A. PEDROSO ALÉS

Historiador que labora en el Plan Maestro (Oficina del Historiador)

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