Un clamor de júbilo se sintió en Europa y en algunos países de América, que propició en algunos sitios el rebautizo de ese día como «La primavera de los poetas», o el día de «La común presencia de los poetas».
Es evidente que una acción mundial a favor de la poesía daría un reconocimiento un nuevo impulso a los movimientos poéticos nacionales, regionales e internacionales, proclamó la UNESCO en noviembre de 1999 en un un documento que establece la conmemoración cada 21 de marzo del Día mundial de la poesía para hacer coincidir el interés de la celebración con el inicio del equinoccio primaveral, suerte de metáfora que conmina a un renacer del interés y la atención hacia ese género literario en el que, a través del lenguaje artístico, el Hombre puede devenir en cronista de su tiempo.
Un clamor de júbilo se sintió en Europa y en algunos países de América, que propició en algunos sitios el rebautizo de ese día como «La primavera de los poetas», o el día de «La común presencia de los poetas». París, Berlín, Ámsterdam, Bilbao, Bogotá, La Plata, México DF y La Habana estuvieron entre las primeras capitales donde los poetas colmaron plazas, parques, auditoriums y otros recintos, dando a conocer su canto mas íntimo, el que brota desde los más hondos sentimientos y auna con la palabra esencial todo aquello que le inquieta.
Los homenajes a galardonados con los premios Nobel de Literatura y Príncipe de Asturias de las Letras permitieron la realización de trascendentales recitales poéticos de reconocidas figuras como Wole Soyinka, Derek Walcott, Pablo García Baena y Carlos Bouzoño, por sólo citar algunos. La oportunidad igualmente estuvo engalanada con la celebración de recitales-debate, así como por diferentes conciertos en los que poesía y música se fundieron en una sola voz. La memoria, sabia, no olvidó a los grandes y su presencia se hizo vívida a través de los versos cincelados en el corazón de muchos hombres que alzando sus voces declamaron textos de Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pablo Neruda y Gabriela Mistral.
Un clamor de júbilo se sintió en Europa y en algunos países de América, que propició en algunos sitios el rebautizo de ese día como «La primavera de los poetas», o el día de «La común presencia de los poetas». París, Berlín, Ámsterdam, Bilbao, Bogotá, La Plata, México DF y La Habana estuvieron entre las primeras capitales donde los poetas colmaron plazas, parques, auditoriums y otros recintos, dando a conocer su canto mas íntimo, el que brota desde los más hondos sentimientos y auna con la palabra esencial todo aquello que le inquieta.
Los homenajes a galardonados con los premios Nobel de Literatura y Príncipe de Asturias de las Letras permitieron la realización de trascendentales recitales poéticos de reconocidas figuras como Wole Soyinka, Derek Walcott, Pablo García Baena y Carlos Bouzoño, por sólo citar algunos. La oportunidad igualmente estuvo engalanada con la celebración de recitales-debate, así como por diferentes conciertos en los que poesía y música se fundieron en una sola voz. La memoria, sabia, no olvidó a los grandes y su presencia se hizo vívida a través de los versos cincelados en el corazón de muchos hombres que alzando sus voces declamaron textos de Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pablo Neruda y Gabriela Mistral.
Junto a París, Berlín, Ámsterdam, Bilbao, Bogotá, La Plata y México DF, La Habana estuvo entre las primeras capitales donde los poetas colmaron plazas, parques, auditorios... |
Se marcaba con esto el primer paso de un largo camino con el cual la UNESCO busca adentrar al mundo contemporáneo en el terreno de la estética, reorientando el actual universo convulso hacia una vía a lo largo de la cual debemos revelarle al Hombre la poesía como el género más rico y expresivo de la literatura, ese que nos devuelve a la oralidad y es capaz de dialogar indistintamente con todas las artes, sin perder su vínculo con la actualidad, proponiendo su voz para el fomento de un mundo mejor.
Recuperar el gusto por la lectura y disfrute de los poemas, incentivar en los jóvenes su acercamiento a fundaciones, casas y talleres, apoyar una mayor edición de libros, y preservar la defensa de la diversidad idiomática —tan amenazada en algunas comunidades donde los autores se ven imposibilitados de expresarse en sus lenguas originarias— son algunos de los objetivos marcados.
Aunque Cuba desde los inicios se sumó a los festejos, ya se había adelantado en el tiempo. A mediados del pasado siglo XX en nuestro país se había establecido el 3 de marzo como Día de los poetas cuando se rendía homenaje a la lírica nacional y, muy particularmente, a José María Heredia, el poeta de la libertad o «el primer poeta de América», como lo llamó José Martí.
Un murmullo de resistencia al cambio se adueñó de tertulias, conversaciones, inundó oficinas e hizo titubear algunos programas, durante meses cobraron vida diversas hechos que a través de nombres, anécdotas, fotos y recortes de prensa, sacaban a la luz una efeméride literaria que estaba integrada, en algunos pueblos y, particularmente en Matanzas, a la tradición que imprime su huella en sucesivas generaciones. Definitivamente, y sin la oficialidad fría de un decreto o resolución, la poesía cubana se adueñó de dos días del tercer mes, reafirmando su corona como Reina de las Letras.
El Instituto Cubano del Libro y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba auspiciaron el primer festejo en marzo de 2000; ocasión en la cual fueron convocados poetas de distintas generaciones para la Sala Rubén Martínez Villena, de la casona ubicada en 17 y H, protagonistas de una lectura memorable.
Ya en 2001 la celebración cobró nuevos espacios y los medios de información nacional comenzaron a reportar encuentros poéticos en ciudades cabeceras y municipios del país, unos propuestos por organizaciones de la cultura, y otros nacidos sencillamente con el placer que produce la invitación a una «descarga espontánea» en la sala, la terraza o la azotea de cualquier casa donde habite un poeta. Paralelamente, en el Centro Histórico de la capital cubana se empezaban a tejer historias a la luz de velas.
Los inicios del Nuevo Milenio marcaban tres años en la vida del proyecto Casa de la Poesía, creado por la Oficina del Historiador como parte de su labor de reanimación socio cultural. Radicado en el edificio 63 de la calle Muralla, el inmueble se distingue por el colorido de dos medios puntos en su fachada y por el claroscuro de las yagrumas que custodian su patio. Allí, a partir del 2001, cada 21 de marzo los poetas y amantes de la poesía han hallado sus fiestas, siempre destacadas por el sello único que se le imprime a cada aniversario, distinguidos bien por la forma del festejo, bien por el tema entorno al cual gira la actividad, o bien por el lugar escogido para su desarrollo.
Así, nos hemos visto envueltos en la organización de una vigilia matizada por el olor de la cera derretida y el embrujo de un jardín a media luz que tornó íntimos y susurrante los versos. Se ha descorrido el velo de quienes desconocían la obra de poetas galardonados con los premios Cervantes y Nacional de Literatura, experiencia que obligó a una acuciosa investigación y el rastreo de imágenes fotográficas y fílmicas, un trabajo del cual todos salimos enriquecidos.
De igual manera, las calles y plazas patrimoniales se han visto tomadas por volantes e impresos que permitieron atesorar la poesía cubana y universal a los transeúntes de todas las edades que ese día de 2003 deambulaban por sobre los adoquines de esta Habana centenaria. Al siguiente año, jóvenes pintores se sumaron a la celebración para acoger como propio el proyecto Balcones de poesía, que incluyó engalanar la Plaza Vieja con 16 lienzos que recrearon la obra de Rimbaud, Tagore, Pound, Whitman, Vallejo, Eliseo, Miguel Hernández, Octavio Paz, Khali Gibran, Borges, Hikmet, Kavafis, Eluard, Gabriela Mistral y Ana Ajmátova.
La décima y el homenaje igualmente encontraron cabida cuando recordamos al maestro Jesús Orta Ruiz, noble y amigo poeta quien logró reunir, desde su alta mirada, en la soleada tarde de 2006 a grandes cultores del verso libre, la rima y la improvisación, ensanchando los gruesos muros de la Casa con el amor y el respeto que allí se respiró.
Continuó el tiempo su indetenible movimiento y sorprendidos en nuestra primera década fue pretexto la celebración del Día mundial de la poesía para que un ángel se apoderara del sitio y, tras los acordes y la voz de Liuba María Hevia, se rememorara la obra de Ada Elba Pérez, genuina exponente del artista de sabia natural que la cultura fue moldeando.
Recuperar el gusto por la lectura y disfrute de los poemas, incentivar en los jóvenes su acercamiento a fundaciones, casas y talleres, apoyar una mayor edición de libros, y preservar la defensa de la diversidad idiomática —tan amenazada en algunas comunidades donde los autores se ven imposibilitados de expresarse en sus lenguas originarias— son algunos de los objetivos marcados.
Aunque Cuba desde los inicios se sumó a los festejos, ya se había adelantado en el tiempo. A mediados del pasado siglo XX en nuestro país se había establecido el 3 de marzo como Día de los poetas cuando se rendía homenaje a la lírica nacional y, muy particularmente, a José María Heredia, el poeta de la libertad o «el primer poeta de América», como lo llamó José Martí.
Un murmullo de resistencia al cambio se adueñó de tertulias, conversaciones, inundó oficinas e hizo titubear algunos programas, durante meses cobraron vida diversas hechos que a través de nombres, anécdotas, fotos y recortes de prensa, sacaban a la luz una efeméride literaria que estaba integrada, en algunos pueblos y, particularmente en Matanzas, a la tradición que imprime su huella en sucesivas generaciones. Definitivamente, y sin la oficialidad fría de un decreto o resolución, la poesía cubana se adueñó de dos días del tercer mes, reafirmando su corona como Reina de las Letras.
El Instituto Cubano del Libro y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba auspiciaron el primer festejo en marzo de 2000; ocasión en la cual fueron convocados poetas de distintas generaciones para la Sala Rubén Martínez Villena, de la casona ubicada en 17 y H, protagonistas de una lectura memorable.
Ya en 2001 la celebración cobró nuevos espacios y los medios de información nacional comenzaron a reportar encuentros poéticos en ciudades cabeceras y municipios del país, unos propuestos por organizaciones de la cultura, y otros nacidos sencillamente con el placer que produce la invitación a una «descarga espontánea» en la sala, la terraza o la azotea de cualquier casa donde habite un poeta. Paralelamente, en el Centro Histórico de la capital cubana se empezaban a tejer historias a la luz de velas.
Los inicios del Nuevo Milenio marcaban tres años en la vida del proyecto Casa de la Poesía, creado por la Oficina del Historiador como parte de su labor de reanimación socio cultural. Radicado en el edificio 63 de la calle Muralla, el inmueble se distingue por el colorido de dos medios puntos en su fachada y por el claroscuro de las yagrumas que custodian su patio. Allí, a partir del 2001, cada 21 de marzo los poetas y amantes de la poesía han hallado sus fiestas, siempre destacadas por el sello único que se le imprime a cada aniversario, distinguidos bien por la forma del festejo, bien por el tema entorno al cual gira la actividad, o bien por el lugar escogido para su desarrollo.
Así, nos hemos visto envueltos en la organización de una vigilia matizada por el olor de la cera derretida y el embrujo de un jardín a media luz que tornó íntimos y susurrante los versos. Se ha descorrido el velo de quienes desconocían la obra de poetas galardonados con los premios Cervantes y Nacional de Literatura, experiencia que obligó a una acuciosa investigación y el rastreo de imágenes fotográficas y fílmicas, un trabajo del cual todos salimos enriquecidos.
De igual manera, las calles y plazas patrimoniales se han visto tomadas por volantes e impresos que permitieron atesorar la poesía cubana y universal a los transeúntes de todas las edades que ese día de 2003 deambulaban por sobre los adoquines de esta Habana centenaria. Al siguiente año, jóvenes pintores se sumaron a la celebración para acoger como propio el proyecto Balcones de poesía, que incluyó engalanar la Plaza Vieja con 16 lienzos que recrearon la obra de Rimbaud, Tagore, Pound, Whitman, Vallejo, Eliseo, Miguel Hernández, Octavio Paz, Khali Gibran, Borges, Hikmet, Kavafis, Eluard, Gabriela Mistral y Ana Ajmátova.
La décima y el homenaje igualmente encontraron cabida cuando recordamos al maestro Jesús Orta Ruiz, noble y amigo poeta quien logró reunir, desde su alta mirada, en la soleada tarde de 2006 a grandes cultores del verso libre, la rima y la improvisación, ensanchando los gruesos muros de la Casa con el amor y el respeto que allí se respiró.
Continuó el tiempo su indetenible movimiento y sorprendidos en nuestra primera década fue pretexto la celebración del Día mundial de la poesía para que un ángel se apoderara del sitio y, tras los acordes y la voz de Liuba María Hevia, se rememorara la obra de Ada Elba Pérez, genuina exponente del artista de sabia natural que la cultura fue moldeando.
Reconocidos poetas de todos los tiempos como el chileno Pablo Neruda, siempre son evocados. Por eso, cada 21 de marzo su presencia se hace vívida con la declamación de sus versos en espacios abiertos o cerrados de muchas ciudades del mundo. |
Y finalmente, el inolvidable 2008, año de extremos que nos hizo correr, tropezar, sufrir los trenes, conocer cada palmo de nuestros campos desde una ventanilla, cuestionarnos la vida entre una provincia u otra, sazonarnos del polvo sureño de la costa oriental, temer al vacío, admirar una escuelita rural, disfrutar del baño entre dos aguas —esa que baja de la Sierra a encontrarse con el mar— aventurarnos en un camión fantasma, agradecer la luna cómplice, reír o llorar a mares, y sobre todo conocer nuevos poetas que hospitalarios brindaron su Casa, su librería y su abrazo a un grupo de «locos» que se empeñaron en poner la poesía encima de las nubes, junto al busto del Apóstol, allá en el Pico Turquino; en un gesto humilde que nos permitió saludar el 55 aniversario del asalto al Cuartel Moncada y rememorar al Poeta del Centenario, Raúl Gómez García.
Es, por tanto, el Día Mundial de la Poesía la oportunidad de cantar a la vida, dar rienda suelta a la imaginación, y reiterar nuestro amor al arte del buen decir.
Para eso cada año la UNESCO nos incita al intercambio, el diálogo, la meditación, y a la lucha contra toda manifestación de marginalidad, como una forma de re examinar la condición humana en todas sus dimensiones. Cada celebración es presidida por un lema, emitido por el presidente del la UNESCO, Koichiro Matsuura, quien para este 2009 nos ha convocado a prestar atención a la PLURALIDAD CULTURAL DEL UNIVERSO.
Muestre la poesía sus alas y continuemos empeñados en cambiar el porvenir, sin renunciar a la autenticidad de idiomas, razas, códigos lingüísticos y temas.
Para eso cada año la UNESCO nos incita al intercambio, el diálogo, la meditación, y a la lucha contra toda manifestación de marginalidad, como una forma de re examinar la condición humana en todas sus dimensiones. Cada celebración es presidida por un lema, emitido por el presidente del la UNESCO, Koichiro Matsuura, quien para este 2009 nos ha convocado a prestar atención a la PLURALIDAD CULTURAL DEL UNIVERSO.
Muestre la poesía sus alas y continuemos empeñados en cambiar el porvenir, sin renunciar a la autenticidad de idiomas, razas, códigos lingüísticos y temas.
Laritza Simeón
Directora de la Casa de la Poesía
Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana
Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana