La imagen de Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) ha sido una constante en las colecciones de sellos de correos de Cuba desde que, en 1914, fuera puesta en circulación una estampilla a propósito del centenario de su nacimiento.
Este artículo resume la manera en que ha estado presente en los sellos de correos de nuestro país, la eximia escritora cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda.
María Gertrudis de los Dolores Gómez de Avellaneda y Arteaga, «como escritora y como ser humano, es una de las más subyugantes personalidades femeninas del siglo XIX y constituye una gloria que compartimos los cubanos y los españoles».1
A esta singular mujer, el naturalista alemán, radicado en Cuba, Juan Cristóbal Gundlach (Marburg 1810, La Habana 1896), dedicó una de las tantas especies capturadas por él: el lepidóptero nombrado Phoebis avellaneda, descrito por el médico y entomólogo Wilhelm Herrisch Schäffer (1799-1874).
Esta mariposa ha aparecido en tres emisiones postales cubanas entre 1961 y 1984.
La serie de sellos de correo denominada «Navidades. Fauna: Moluscos, aves y mariposas», fue diseñada el 15 de noviembre de 1961 por Gerardo Tomás Albáñir y puesta en circulación el primero de diciembre de ese año. El pliego está confeccionado por tres bloques de seis sellos incluida una viñeta alegórica con dos campanas entrelazadas. El conjunto muestra las mariposas cubanas, y presenta sellos con un valor facial de 10 centavos cada uno. Además de la Phoebis avellaneda, lo conforman las nombradas Phaloe cubana, Uranidia boisdivalli, Othereis toddi y el Papilio gundlachianus, especie dedicada a Gundlach.
«Según la opinión de Juan Vilaró, especialista en Historia Natural, la obtención de un ejemplar de Papilio gundlachianus es un deseo de todo lepidopterólogo, pues la especie era nueva dentro del género, y podía contarse entre los ejemplares de mayor belleza de la región americana, además de pagarse a un elevado precio»2.
Más de dos décadas después, el 25 de octubre de 1982, se emitiría la serie «Mariposas». Con diseño de Carlos Echenagusía, el conjunto consta de seis valores, uno de los cuales, el de 20 centavos, representa a la Phoebis avellaneda. Transcurridos dos años, el 31 de enero de 1984, bajo el mismo título, «Mariposas», este lepidóptero apareció por tercera —y última vez hasta el presente— en los sellos de correo cubanos. En esta ocasión, contó con un diseño de Román Compañy, en una serie de siete valores, correspondiendo al mencionado espécimen el de dos centavos.
«Gundlach capturó ejemplares de esta mariposa en Bayamo, en la oriental provincia Granma, donde eran abundantes en 1857»3.
Pero sería en el occidente de la Isla, en la ciudad de Cárdenas, Matanzas, hacia 1860, cuando el científico alemán y la poetisa camagüeyana se conocieron y entablaron una interesante amistad, que motivó al sabio dedicarle una de las especies colectadas por él.
La también eximia dramaturga recibió variados y divulgados homenajes tanto en vida como después de su fallecimiento, el primero de febrero de 1873 en Madrid.
En un inicio, los restos de la Avellaneda descansaron en el cementerio madrileño de San Martín, pero finalmente fueron trasladados para la necrópolis de San Fernando, en Sevilla.
Con ocasión del centenario de su muerte, la Administración Postal cubana autorizó una emisión que, con diseño de Miguel Durán, incluye una estampilla de 13 centavos, la cual circularía a partir del día 10 de febrero de 1973. En este sello aparece un retrato de la literata, obra del pintor español Antonio María de Esquivel Suárez de Urbino, fechado en 1840.
Pero lo más relevante de la figura de la Avellaneda para la filatelia de Cuba, está referido a la emisión postal puesta en circulación el primero de octubre de 1914, dedicada al centenario de su natalicio. Para este sello postal, el diseñador —de identidad desconocida— utilizó la litografía del pintor Francisco Cisneros (1823-1878) que capta a Tula tras su coronación en el Teatro Tacón. Esta estampilla fue la primera de carácter conmemorativo —y con fecha— de cuantas se han emitido en el país. Constituye, además, la más antigua ocasión en que es mostrada en nuestros sellos de correos la efigie de la mujer cubana.
A esta singular mujer, el naturalista alemán, radicado en Cuba, Juan Cristóbal Gundlach (Marburg 1810, La Habana 1896), dedicó una de las tantas especies capturadas por él: el lepidóptero nombrado Phoebis avellaneda, descrito por el médico y entomólogo Wilhelm Herrisch Schäffer (1799-1874).
Esta mariposa ha aparecido en tres emisiones postales cubanas entre 1961 y 1984.
La serie de sellos de correo denominada «Navidades. Fauna: Moluscos, aves y mariposas», fue diseñada el 15 de noviembre de 1961 por Gerardo Tomás Albáñir y puesta en circulación el primero de diciembre de ese año. El pliego está confeccionado por tres bloques de seis sellos incluida una viñeta alegórica con dos campanas entrelazadas. El conjunto muestra las mariposas cubanas, y presenta sellos con un valor facial de 10 centavos cada uno. Además de la Phoebis avellaneda, lo conforman las nombradas Phaloe cubana, Uranidia boisdivalli, Othereis toddi y el Papilio gundlachianus, especie dedicada a Gundlach.
«Según la opinión de Juan Vilaró, especialista en Historia Natural, la obtención de un ejemplar de Papilio gundlachianus es un deseo de todo lepidopterólogo, pues la especie era nueva dentro del género, y podía contarse entre los ejemplares de mayor belleza de la región americana, además de pagarse a un elevado precio»2.
Más de dos décadas después, el 25 de octubre de 1982, se emitiría la serie «Mariposas». Con diseño de Carlos Echenagusía, el conjunto consta de seis valores, uno de los cuales, el de 20 centavos, representa a la Phoebis avellaneda. Transcurridos dos años, el 31 de enero de 1984, bajo el mismo título, «Mariposas», este lepidóptero apareció por tercera —y última vez hasta el presente— en los sellos de correo cubanos. En esta ocasión, contó con un diseño de Román Compañy, en una serie de siete valores, correspondiendo al mencionado espécimen el de dos centavos.
«Gundlach capturó ejemplares de esta mariposa en Bayamo, en la oriental provincia Granma, donde eran abundantes en 1857»3.
Pero sería en el occidente de la Isla, en la ciudad de Cárdenas, Matanzas, hacia 1860, cuando el científico alemán y la poetisa camagüeyana se conocieron y entablaron una interesante amistad, que motivó al sabio dedicarle una de las especies colectadas por él.
La también eximia dramaturga recibió variados y divulgados homenajes tanto en vida como después de su fallecimiento, el primero de febrero de 1873 en Madrid.
En un inicio, los restos de la Avellaneda descansaron en el cementerio madrileño de San Martín, pero finalmente fueron trasladados para la necrópolis de San Fernando, en Sevilla.
Con ocasión del centenario de su muerte, la Administración Postal cubana autorizó una emisión que, con diseño de Miguel Durán, incluye una estampilla de 13 centavos, la cual circularía a partir del día 10 de febrero de 1973. En este sello aparece un retrato de la literata, obra del pintor español Antonio María de Esquivel Suárez de Urbino, fechado en 1840.
Pero lo más relevante de la figura de la Avellaneda para la filatelia de Cuba, está referido a la emisión postal puesta en circulación el primero de octubre de 1914, dedicada al centenario de su natalicio. Para este sello postal, el diseñador —de identidad desconocida— utilizó la litografía del pintor Francisco Cisneros (1823-1878) que capta a Tula tras su coronación en el Teatro Tacón. Esta estampilla fue la primera de carácter conmemorativo —y con fecha— de cuantas se han emitido en el país. Constituye, además, la más antigua ocasión en que es mostrada en nuestros sellos de correos la efigie de la mujer cubana.
Daniel Vasconcellos Portuondo
Miembro del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
1. Alicia Alonso: «Un ballet para la Avellaneda». Programa inaugural del estreno del ballet Tula, La Habana, 1998, p.5.
2. Rosa María González: Juan Cristóbal Gundlach. Apuntes biográficos. Editorial Academia, La Habana, 1990, p. 70.
2. Rosa María González: Juan Cristóbal Gundlach. Apuntes biográficos. Editorial Academia, La Habana, 1990, p. 70.
3. Wilfried Dathe y Rosa María González López: Johann Christoph Gundlach (1810-1896). Un naturalista en Cuba. Basilisken Presse, Marburg an Der Lahn, Alemania, 2002, p. 208.