{mosimage}Cercana a la Fortaleza de la Punta, se erige desde 1999 la figura en bronce de Pierre Le Moyne D'Iberville, conquistador del norte canadiense y de Terranova, fundador de Louisiana y Mobile, y Almirante de la Armada Francesa en la época de Luis XIV.
Donada por la alcaldía de Québec, una réplica de la estatua de D'Iberville se erige en La Habana, villa en la que terminó sus días este canadiense de estirpe legendaria.
{mosimage}El cautivante paisaje de la entrada de la bahía habanera ostenta un nuevo y enigmático atractivo. Cercana a la Fortaleza de la Punta, se ha erigido la figura en bronce de Pierre Le Moyne D'Iberville, conocido también como el Caballero de los Mares.
Justamente para inaugurar el monumento donde señorea altiva la imagen de D'Iberville y la pequeña pero hermosa plaza situada en las inmediaciones de La Punta, se dieron cita en el marco de los festejos por el 480 Aniversario de la Ciudad, que reunió a alcaldes de varias ciudades del mundo: Jean-Paul L'Allier, Alcalde de Québec; Conrado Martínez, Presidente de la Asamblea del Poder Popular de Ciudad de La Habana; Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana y un numeroso grupo de representantes de los gobiernos de Cuba y Canadá.
Con dos metros y cuarenta y cuatro centímetros de altura, la estatua de D'Iberville fue encargada en 1923 al escultor Elzeard Soucy (Saint Onezime, 1876). Tras haber realizado sus estudios en la escuela de Artes y Oficios de Montreal. Soucy colaboró con George Hill –conocido artista de la época– en la creación de otras esculturas para los edificios parlamentarios de Ottawa, Regina y Saskatoon.
La pieza original se fundió en Europa y la que se exhibe en La Habana fue hecha durante el verano de 1999 en la fábrica L'Atelier du Bronze, perteneciente a Dublín, ciudad de Inverness (Québec). En agosto de ese mismo año, la estatua de D'Iberville fue trasladada a La Habana a bordo de la nave cubana «Nuevitas». Como si se tratase de un capricho histórico, la figura en bronce viajó a tierras cubanas de la única manera en que lo hubiera hecho el D'Iberville real, en un buque.
Nacido el 20 de julio de 1661 en Ville Marie (Montreal) –región de la Nueva Francia–, Pierre Le Moyne D'Iberville fue conquistador del norte canadiense y de Terranova, fundador de Louisiana y Mobile, y Almirante de la Armada Francesa en la época de Luis XIV.
Llegó a La Habana el 13 de mayo de 1706 con el fin de preparar una escuadra de buques para atacar a los ingleses en las Carolinas y en Nueva York, y de esa forma frenar el empuje británico en la conquista de América. Después de una estancia de casi dos meses en la Isla, el 9 de julio de ese mismo año, D'Iberville murió de fiebres en el camarote de su barco, surto entonces en el puerto habanero.
Momentos antes de morir sacó fuerzas para ordenar que levaran anclas y echasen las velas de su flota con rumbo norte. Pero, según consta en documentos conservados hasta hoy en los archivos históricos, D'Iberville fue enterrado en la antigua Parroquial Mayor habanera, en los terrenos donde desde final del siglo XVIII se levanta el Palacio de los Capitanes Generales, actual Museo de la Ciudad.
Hoy D'Iberville está donde hubiera deseado encontrarse en julio de 1706 cuando aspiraba a regresar victorioso a su amado Québec. En tierra firme, mirando al mar y ordenando enérgico a su flota: «Leven anclas y echen velas rumbo norte».
Ha sido muy acertado el lugar escogido para colocar su estatua. Precisamente en la zona por donde entró a la villa habanera, cerca de la Real Fuerza, sitio en el que se entrevistó con el Capitán General Pedro Álvarez Villarín para buscar apoyo contra los ingleses.
Con el auspicio del Dr. Léonce Bouchard, jefe del área Cuba del Ministerio de Relaciones Internacionales de Canadá, y la consultoría de Jean-Guy Allard, ya se encuentra en Québec el busto de José Martí realizado por el escultor cubano Lezcay y que, en gesto recíproco, es posible que en el verano de este año sea colocado en el Parque de América Latina.
Justamente para inaugurar el monumento donde señorea altiva la imagen de D'Iberville y la pequeña pero hermosa plaza situada en las inmediaciones de La Punta, se dieron cita en el marco de los festejos por el 480 Aniversario de la Ciudad, que reunió a alcaldes de varias ciudades del mundo: Jean-Paul L'Allier, Alcalde de Québec; Conrado Martínez, Presidente de la Asamblea del Poder Popular de Ciudad de La Habana; Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana y un numeroso grupo de representantes de los gobiernos de Cuba y Canadá.
Con dos metros y cuarenta y cuatro centímetros de altura, la estatua de D'Iberville fue encargada en 1923 al escultor Elzeard Soucy (Saint Onezime, 1876). Tras haber realizado sus estudios en la escuela de Artes y Oficios de Montreal. Soucy colaboró con George Hill –conocido artista de la época– en la creación de otras esculturas para los edificios parlamentarios de Ottawa, Regina y Saskatoon.
La pieza original se fundió en Europa y la que se exhibe en La Habana fue hecha durante el verano de 1999 en la fábrica L'Atelier du Bronze, perteneciente a Dublín, ciudad de Inverness (Québec). En agosto de ese mismo año, la estatua de D'Iberville fue trasladada a La Habana a bordo de la nave cubana «Nuevitas». Como si se tratase de un capricho histórico, la figura en bronce viajó a tierras cubanas de la única manera en que lo hubiera hecho el D'Iberville real, en un buque.
Nacido el 20 de julio de 1661 en Ville Marie (Montreal) –región de la Nueva Francia–, Pierre Le Moyne D'Iberville fue conquistador del norte canadiense y de Terranova, fundador de Louisiana y Mobile, y Almirante de la Armada Francesa en la época de Luis XIV.
Llegó a La Habana el 13 de mayo de 1706 con el fin de preparar una escuadra de buques para atacar a los ingleses en las Carolinas y en Nueva York, y de esa forma frenar el empuje británico en la conquista de América. Después de una estancia de casi dos meses en la Isla, el 9 de julio de ese mismo año, D'Iberville murió de fiebres en el camarote de su barco, surto entonces en el puerto habanero.
Momentos antes de morir sacó fuerzas para ordenar que levaran anclas y echasen las velas de su flota con rumbo norte. Pero, según consta en documentos conservados hasta hoy en los archivos históricos, D'Iberville fue enterrado en la antigua Parroquial Mayor habanera, en los terrenos donde desde final del siglo XVIII se levanta el Palacio de los Capitanes Generales, actual Museo de la Ciudad.
Hoy D'Iberville está donde hubiera deseado encontrarse en julio de 1706 cuando aspiraba a regresar victorioso a su amado Québec. En tierra firme, mirando al mar y ordenando enérgico a su flota: «Leven anclas y echen velas rumbo norte».
Ha sido muy acertado el lugar escogido para colocar su estatua. Precisamente en la zona por donde entró a la villa habanera, cerca de la Real Fuerza, sitio en el que se entrevistó con el Capitán General Pedro Álvarez Villarín para buscar apoyo contra los ingleses.
Con el auspicio del Dr. Léonce Bouchard, jefe del área Cuba del Ministerio de Relaciones Internacionales de Canadá, y la consultoría de Jean-Guy Allard, ya se encuentra en Québec el busto de José Martí realizado por el escultor cubano Lezcay y que, en gesto recíproco, es posible que en el verano de este año sea colocado en el Parque de América Latina.