Tomando como referencia el diseño y composición de los Ukiyo-e (xilografías), el Japón tendió un puente entre la modernidad y una de las más bellas manifestaciones del arte tradicional.
Durante el período Edo (1603-1868), en determinados círculos sociales fue costumbre obsequiar estampas de pequeño formato con poemas inscritos que pueden considerarse el precedente más cercano a postales.

 Preservar la memoria ha sido siempre una inquietud humana ante lo efímero de la vida. Lugares, hechos, alegorías... se plasmaron en disímiles objetos para retener gratos momentos. Desde la segunda mitad del siglo XIX, en correspondencia con el desarrollo de las técnicas de fotografía e impresión, las postales se convirtieron en uno de los más socorridos soportes del recuerdo.
El Japón –abierto a la influencia occidental en 1868– no quedó fuera de una moda tan útil. Tomando como referencia el diseño y composición de los Ukiyo-e (xilografías), tendió un puente entre la modernidad y una de las más bellas manifestaciones del arte tradicional.
Ya durante el período Edo (1603-1868), en determinados círculos sociales fue costumbre obsequiar estampas de pequeño formato con poemas inscritos que pueden considerarse el precedente más cercano a postales como las exhibidas en la Casa de Asia (Oficina del Historiador).
 En su conjunto esta colección pudiera definirse: «Imágenes poco conocidas del Japón», parafraseando el título de la obra de Lafcadio Hearn, escritor greco-irlandés que llegó a Japón en 1890 y quedó fascinado por la belleza cultural y espiritual del archipiélago.
Los temas que representan estas tarjetas –conocidas en Japón por hagaki– mantienen una originalidad increíble. Son percibidos con agrado los retratos de actrices de la Casa Filmográfica Shochiku, incluido el de la célebre Sawamura Haruko; se reproducen bellos paisajes, entre los que no puede faltar el Monte Fuji, además de puentes y cascadas como el de Kegon Taki en Nikko, y vistas de templos entre los que destacan el de Kiyomizudera, en Kyoto, y el de Hachiman, en Kamakura.
Esta serie se compone de 300 piezas que datan –fundamentalmente– de la década del 20. Enviadas a Cuba desde diversos lugares de Japón, constituyen en su conjunto uno de los testimonios más vivos y agradables de un tiempo ido.

Comentarios   

locura
0 #2 locura 15-07-2009 11:27
escríbeme please
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Leonardo
0 #1 Leonardo 23-06-2009 13:38
Ya te olvidastes de mi que no me escribes...
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