Uno de los versos escrito por Ada Elba Pérez, dio nombre a la exposición que abriera las puertas de la III Bienal Identidad, evento al que convoca desde 1997 el pueblo de Jarahueca con el fin de promover, divulgar y analizar la obra artística y literaria de la desaparecida creadora.
Pinturas, grabados y excelentes figuras de barro y cera conformaron la exhibición que abrió las puertas de la III Bienal Identidad.

 Cuando la muerte irrumpió en la vida de Ada Elba Pérez (Jarahueca, Sancti Spíritus, 1961-La Habana, 1992), ella estaba demasiado ocupada en componer canciones, esculpir figuras y hacer rimar versos.
Precisamente uno de esos versos dio nombre a la exposición que el pasado septiembre abriera las puertas de la III Bienal Identidad, evento al que convoca desde 1997 el pueblo de Jarahueca con el fin de promover, divulgar y analizar la obra artística y literaria de esta creadora.
«Casi todo, la noche y lo demás» fue –sin lugar a dudas– el medio idóneo para que un grupo de artistas plásticos le rindiera homenaje a la alumna, a la profesora, a la amiga ausente que «en todos, de alguna forma, dejó su huella de ser humano excepcionalmente sensible y de todos se nutrió, sin dudas», al decir de su hermana Olga Lidia Pérez en sus palabras al catálogo de esa muestra.
Pinturas, grabados y excelentes figuras de barro y cera conformaron esta exhibición en la que imágenes y palabras hallaron esa comunión casi sagrada con que Ada (la poeta), Elba (la escultora), o mejor decir, Ada Elba, la artista, solía dotar sus obras.
Inspirada en el poema «Testamento» contenido en el poemario La cara en el cristal, Regina Fernández hizo florecer de entre las hojas a la joven perdida, cumpliendo –de algún modo– la promesa a la amiga que, días antes de morir, la había elegido para ilustrar uno de sus libros.
 Por su parte, Agustín Villafaña decidió apropiarse de algunos símbolos a los que solía recurrir Ada: los ángeles que pasean por los parques; el mar que sirve para sus barcos; las estrellas y el reloj a los que se intenta asustar, junto al sol y la luna que puede que se aburran... elementos con los cuales concibió su cerámica El Lunero.
Villafaña ilustró su obra con la canción «El sitio de los ángeles» incluida en el disco Coloreando la esperanza, de Liuba María Hevia.
Obras de Alicia Leal, Juan Moreira, Isabel Santos, Eduardo Roca (Choco), Nelson Domínguez, Alexis Leyva (Kcho), Manuel López Oliva, Crispín Sarrá, Eidania Pérez, Lourdes León, entre otros artistas, figuraron también en esta muestra exhibida en los salones y el patio de la Casa de la Poesía (Oficina del Historiador de la Ciudad), una de las entidades que coauspició la III Bienal Identidad.
Ada Elba Pérez desarrolló su quehacer literario y plástico como miembro de la Asociación Hermanos Saíz, a la que se afilió en 1982.
Su labor poética quedó recogida en diversas antologías y cuadernos personales –algunos publicados después de su muerte– entre los que se hallan: Identidad (1986), Cuatro muchachas violadas por los ángeles (1989), Apremios (1990), La cara en el cristal (1994), A dos voces (1995) y Travesía mágica (2001).
Como escultora –especialidad en la que se graduó en la Escuela Nacional de Arte en 1980– intervino en diversas exposiciones personales y colectivas. Fue la autora del primer busto en Cuba y América de Alejo Carpentier, obra inexplicablemente desaparecida.
Obtuvo –entre otros– los premios Luis Rogelio Nogueras en 1989, y el Premio Abril de Música en 1990, año en que fue galardonada con Diploma de Honor por el Ministerio de Cultura.
Fallece el 14 de Julio de 1992 a causa de un accidente de tránsito, cuando tan sólo tenía 30 años de edad y se encontraba en un momento de ascendente y fructífera creación artística.
Postmortem le fueron conferidos el Premio Especial Abril por el conjunto de su obra artística y la Orden Raúl Gómez García.
Karín Morejón Nellar
Opus Habana
Tomado de Opus Habana, Vol. V, No. 3, 2001, Breviario.

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