Con esta edición que dedicamos al 23 de agosto, fecha del cumpleaños 120 del primer Historiador de la Ciudad de La Habana, el Semanario digital de Opus Habana cesa hasta septiembre. Nuestro equipo de trabajo continuará con las habituales labores editoriales en su sede sita en Empedrado y Mercaderes, La Habana Vieja. A manera de despedida y de tributo adelantado, reproducimos hoy las palabras «A los lectores» de Nancy Alonso González y Grisel Terrón Quintero, compiladoras de la obra Epistolario Emilio Roig de Leuchsenring, Libro primero, de la Editorial Boloña.
La obra Epistolario Emilio Roig de Leuchsenring, libro primero incluye cartas del primer Historiador de la Ciudad desde 1889 a 1964, además de una sección dedicada a la Memoria gráfica.
El acercamiento a la figura de Emilio Roig de Leuchsenring como hombre y como intelectual, a su producción bibliográfica y a su desempeño como historiador, permite ubicarlo entre lo más relevante de la intelectualidad cubana y americana de su tiempo. La lectura de su correspondencia muestra una perspectiva desde
En esta foto, que data de 1927, aparece Eduardo Abela (el segundo de izquierda a derecha) en el grupo integrado por Roig a cuyo lado están Jaime Valls y Diego Bonilla. |
la cual estudiar a este cubano universal.
Alrededor de 14 mil cartas, conservadas en el Archivo Histórico y la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle de la Oficina del Historiador de la Ciudad, dan fe de su vocación epistolar. De estas misivas, más de nueve mil fueron dirigidas a Emilito, como le llamaban sus allegados, y casi cinco mil son de su autoría. En ellas se le ve a crecer e ir ganando un espacio definitivo. Volcánico y tempestuoso, como lo describiera el historiador Gerardo Castellanos, libró disímiles batallas por la cultura. Sereno y preciso, núcleo a lo mejor del pensamiento cubano en torno a grandes proyectos. Fiel y agradecido, nunca olvidó a sus maestros ni a sus amigos. Sencillo y humilde, atendió a los que se le acercaron desde cualquier parte.
La obra que presentamos muestra sólo una parte de ese fondo que abarca la correspondencia mantenida por Roig durante sesenta y cinco anos. Difícil tarea la de seleccionar cartas cuando se trata de un hombre de su talla y de un volumen de misivas de tal magnitud. El criterio de selección tuvo como hilo conductor la importancia del contenido de la carta y la relevancia y representativa del remitente o el destinatario.
De este modo, todas las cartas cumplen, al menos, una de estas condiciones.
En esta edición se transcriben las cartas con la mayor fidelidad posible, tanto a su redacción como el diseño original. Solo se han enmendado los errores ortográficos, se ha elegido un modelo único de reproducción de ellas, en cuanto a la ubicación de fechas, y se ha unificado en una sola marca tipográfica todo aquello que los autores resaltaron de diversas formas. Por otra parte, se diseñó una variación, también tipográfica, entre las cartas dirigidas a Roig y las escritas por él. Cuando los originales tienen timbre y firma, ambos se han reproducido, pues son elementos que sin dudas aportaran valiosa información a los lectores. Si las firmas son confusas o ilegibles, y el timbre que encabeza las misivas no las explicita, está el nombre del remitente entre corchetes, signos dentro de los cuales también aparecen acotaciones de las compiladoras, que facilitan la comprensión del texto. Los títulos de la prolífica obra de Roig que se mencionan, también se han unificado, tomando como fuentes principales los volúmenes Bibliografía. Emilio Roig de Leuchsenring. 1889-1964, en su segunda edición de 2007, de Araceli García Carranza, y el Diccionario de literatura cubana (1980), preparado por un colectivo de investigadores del Instituto de Literatura y Lingüística.
Tomada en 1923, en esta foto aparecen, de izquierda a derecha: Fernando Ortiz, José María Chacón y Calvo y Roig. |
Resalta el incremento de la correspondencia de Emilio Roig a partir de la década de los años 30, lo cual podría explicarse porque en 1935 es nombrado Historiador de la Ciudad de La Habana, lo que implica un aumento de sus relaciones y, probablemente, la precaución de dejar copia de su documentación. Mucha de esta papelería fue conservada con dedicación, tras la muerte de Roig, por Maria Benítez, fiel colaboradora y esposa, quien posteriormente la donó al Museo de la Ciudad.
El Epistolario que se presenta cuenta con dos mil cartas aproximadamente, organizadas en cuatro libros, cada uno ordenado cronológicamente, que responde a grandes temáticas que atraviesan la correspondencia de Roig:
La formación de este hombre como intelectual y como Historiador de la Ciudad. (Libro primero).
La historia y sus protagonistas, a cuya justa ponderación dedicó gran parte de su obra. (Libro segundo).
La cultura en general y el rescate del patrimonio cubano en particular por el que trabajo incansablemente. (Libro tercero).
Las luchas de su época que libró dentro y fuera de Cuba. (Libro cuarto).
Ubicar las cartas en uno u otro fue un proceso complejo, pues se trata de la correspondencia de un hombre multifacético, sumido en la vorágine de su tiempo, ocupado en el rescate de la memoria. Por esta razón, una misma carta aborda, muchas veces, varios temas en los cuales hubiera podido ubicarse.
Roig junto a su compañera María Benítez. |
La división del Epistolario en estos grandes temas permitirá seguir el desarrollo de las tramas con más facilidad, a riesgo de perder la importante perspectiva que supone la ordenación cronológica de las cartas de alguien como Emilio Roig, quien abordó al mismo tiempo, el mismo día, temas diferentes.
Además del índice onomástico, se han incluido un índice de destinatarios y otro de remitentes, de los que se excluye, por obvias razones, al propio Roig. El lector podrá constatar la cantidad y variedad de personas con las cuales él mantuvo correspondencia, desde intelectuales de primera línea hasta personas casi anónimas.
Sirva esta obra como justo homenaje al hombre al que tanto deben la cultura cubana y la proyección universal de ésta durante la primera mitad del siglo XX, y sirva también como referencia para quienes se interesen por conocer lo que Emilio Roig de Leuchsenring, y otros muchos cubanos, lograron en ese período.
Nancy Alonso González
Grisel Terrón Quintero.