La Oficina del Historiador de Bayamo lanzó un nuevo número del Boletín Acento, correspondiente a marzo de 2018. Está dedicado a la labor e importancia que adquirieron las mujeres bayamesas en la segunda mitad del siglo XIX, luego del inicio de la Guerra de los Diez Años, a través de los testimonios recogidos por el historiador bayamés José  Maceo Verdecia. «Llegada de la guerra, las mujeres reclamaron sus derechos, unas se fueron a los campos de batallas y otras crearon donde parecía no quedaba nada. Se formaron como maestras, poetas, hasta obreras y protagonistas de episodios gloriosos y valientes».

 

[…] En la revolución de 1868 la influencia de Perucho Figueredo era decisiva. Por eso Céspedes, al iniciar el pronunciamiento, primero que con ningún otro quiso ponerse en comunicación con él, que desde el día 10 por la noche al igual que Donato Mármol y Maceo Osorio, se había puesto fuera del radio de acción del Gobierno, dirigiéndose a su ingenio “Las Mangas”, donde se apresuró a movilizar sus futuras huestes […] El día 15 llegó Figueredo a Barrancas. Céspedes lo recibió con un abrazo, y de seguida, en compañía de Marcano, se dieron a planear los futuros acontecimientos: acordaron la toma de Bayamo, acción que fijaron para el día 18 […]. Terminada la conferencia, regresó Figueredo a “Las Mangas” inflamado, como nunca, del más ardoroso patriotismo. Ansiosos le esperaban sus familiares y las huestes que había dejado, compuestas de 200 hombres.

Allí, en el seno de los suyos, visto el estandarte con que se había pronunciado Céspedes, llamó a sus hijas para que le confeccionasen uno, explicándoles la combinación de los colores; labor que éstas acometieron inmediatamente. Atareado en la organización de sus tropas lo encontró el día 17, en cuya mañana hizo su aparición en aquel lugar el joven Joaquín Agüero, procedente de Camagüey, enviado por esa comarca en solicitud de noticias. Finalmente fue obsequiado Agüero por  Figueredo y su familia.
En la noche de ese mismo día, sentados aún en la mesa, apenas terminada la comida, y entregados todavía caudillo y visitante al comento de los tópicos de la naciente revolución, se presentó una de sus hijas, Yayita, con el estandarte, a petición del autor de sus días, para enseñárselo al joven Agüero, quien la celebró alborozado.
-Sí, muy linda- exclamó el joven. Pero para que nuestro triunfo sea completo, nos hace falta que una valiente cubana sea nuestra abanderada. Al oír esta exclamación, Perucho Figueredo se quedó pensativo, mas volviéndola vista en torno de los circundantes, al chocar su mirada con su hija Candelaria, le contestó a Agüero:
-¡Sí, tenemos una abanderada!
-¿Quién es?
-¡Mi hija Candelaria!- respondió Figueredo. Y enseguida, dirigiéndose a la joven, le preguntó:
-¿Te atreves?
Al oír aquella pregunta de labios del autor de sus días, la resuelta doncella que apenas contaba con 17 años, empurpurado el rostro, fulgurantes las pupilas, se puso de pie y rayando a la altura de la invitación, apresó en la respuesta la afirmación más categórica:
-¡Nada me haría más feliz que dar mi vida y mi sangre por la
redención de mi patria!
Un estallido de franco, de inusitado júbilo brotó del alma de los que allí se encontraban, aclamando a la bella abanderada, en tanto que sus hermanas corrían a confeccionar el traje de libertadora, aquel que, al siguiente día, el 18, iba a mostrar, amazona en brioso corcel, en la calles de Bayamo, entre el humo y el estruendo del combate y los gritos de triunfo de las huestes revolucionarias.

NOTA: Tomado de _Bayamo _autor José Maceo Verdecia, pp.147-149.

CUMPLIR LA LEY EN TREGUA FECUNDA

_MAGDELINE REINALDO RAMOS_

Algunos aspectos que tratan a la familia se transforman y las mujeres utilizan el articulado en el periodo de Tregua Fecunda para hacer valer sus demandas y exigir respeto. Durante la guerra de independencia las bayamesas elevan la autoestima por su participación decisiva y cuentan con dinero para contratar los servicios de abogados. Asimismo deben enfrentar acciones inescrupulosas de los hombres, tal es el caso de Silveira Licea y Álvarez, una madre soltera que exige se repararen los
daños infringidos a su hija.
La instauración del Registro Civil en 1885 benefició a las mujeres, mediante esta institución lograron que sus esposos reconocieran hijos concebidos fuera del matrimonio y aunque el concubinato no dejó de predominar, se notó como tendencia un cambio.
En su relación con cuatro esposas Juan Evangelista Aguilar Argote tuvo quince hijos, todos estaban bautizados en la Parroquial Mayor San Salvador de Bayamo, pero “quiere que sus hijos sean inscriptos en el Registro Civil”. Silvestre Cuervo y Guisasola compareció para reconocer a Javier Pedro Anastasio y argumentó: “que no se inscribió en el Registro Civil por haberse establecido con posterioridad”.
Las mujeres plantearon demandas contra sus esposos porque no entregaban dinero para la mantención de sus hijos. Los hijos legítimos eran los más beneficiados, las madres iniciaban un proceso judicial para demostrar la paternidad y de aprobarse, la documentación el juez de primera instancia dictaba una sentencia donde reconocía la obligación del padre de asegurar una pensión alimenticia.
Entre 1880-1895 se radican 329 matrimonios; en 1890 los enlaces matrimoniales crecieron en un 50%. Tal comportamiento trajo beneficios y también pugnas que se registraron en actas y que pueden ser estudiadas en la actualidad. Uno de los enfrentamientos más comunes entre esposos en Bayamo estuvo referido a la mala utilización de la dote por el marido. Al contraer nupcias los bienes inmuebles o derechos reales que se entregaban como dote estimada se inscribían a nombre del marido en el Registro de la
Propiedad, en la misma forma que cualquiera otra adquisición de dominio, pero se expresaba en la inscripción la cuantía de la dote. Si dichos bienes no estaban inscriptos a favor de la mujer se inscribía en la forma ordinaria, lo que expresaba la calidad de dotales o parafernales. A partir de ese momento el hombre quedaba responsabilizado con su administración. El mal empleo del dinero provocó reclamaciones por las mujeres. María de la Luz Pérez planteó que su esposo introdujo varios cerdos y dos reses al matrimonio; ella aportó más como dotales pues introdujo 30 reses de uno o más años, 13 caballos, 3 cerdos y el caedizo donde vivía, ubicado en la calle de Santa Ana. Dijo que el marido la abandonó y actualmente no aporta nada a ella ni a sus hijos, ordenó que se le cobrara alimentación y la dote ofrecida por ella la cual despilfarró.
Conocedoras de las modificaciones legales que las beneficiaban las féminas rebasaron sus prerrogativas, lo que provocó un enfrentamiento con sus esposos. La poca participación en las ganancias o en el negocio que se realizaba y los malos manejos del marido serán factores que incidirán en esta desobediencia. Además, denota las verdaderas aspiraciones de las mujeres bayameses de la época para librarse de todo tutelaje masculino. El divorcio aparece como un recurso de defensa y lo pudieron materializar cuando demostraran la culpabilidad de su cónyuge. Las causas más recurrentes eran cuando la mujer cometía adulterio, y en el caso del marido cuando fuera un escándalo público o menosprecio de la mujer. Otras causas estaban asociadas a las enfermedades crónicas, contagiosas, la locura y la mala utilización de la dote introducida al matrimonio. Se instituye el matrimonio civil y el religioso continuó siendo indisoluble.

LA EDUCACIÓN Y LA MUJER BAYAMESA

MARIO COBAS SANZ

En armonía con los principios pedagógicos más avanzados de la segunda mitad decimonónica, las mujeres bayamesas se plantearon la reforma de la enseñanza, que había encabezado en los años finiseculares del siglo XVIII José Agustín Caballero.
Las féminas de la actual ciudad Monumento Nacional concibieron que la educación debía ser una tarea de la sociedad en su conjunto, donde participaran las familias, los maestros y el Estado. En el centro de sus preocupaciones también estaba el de trabajar en defensa de la educación de las mujeres con el fin de elevar el conocimiento de las féminas a la altura de los varones. Reclamo que expuso con claridad y valentía la maestra y poetisa Manuela Cancino en su artículo _La educación de las mujeres_ donde plantea:
Hace mucho tiempo que viene ocupando mi pensamiento el descuido con que se ha mirado la educación de la mujer.[…] Los hombres en todas las épocas del mundo han considerado a la mujer demasiado inferior á ellos y esa es la causa porqué deploramos el atraso de ilustración en que nos encontramos, principalmente las hijas de Cuba.
[…]
Pero ¿Qué rayo de luz ha herido mi frente que ha hecho saltar mi corazón de júbilo? Es que Europa y América del Norte, han introducido la antorcha del saber en el asilo oscuro de las mujeres. Es que se trata de darnos el puesto que por ley de la naturaleza estamos llamadas á ocupar: es que se nos concede el legítimo derecho que tenemos de subir a la altura de ilustración á que por tanto tiempo sólo han llegado los hombres.

[…] Este siglo llamado del progreso, no ha llegado á su apogeo, falta que se mire en la frente de todas las mujeres brillar la aureola delsaber.1

No hay dudas de que Manuela Cancino tuvo la capacidad de revelar, no solo las limitaciones materiales, legales y mentales que afectaban el desarrollo de la educación de las mujeres, sino una propuesta que permitía que las féminas desarrollaran sus potencialidades humanas, ya que todas las personas tienen iguales derechos a ilustrarse, como una de las formas más seguras del perfeccionamiento humano. Para Manuela Cancino esta situación, únicamente, se podía transformar si las propias  mujeres se organizaban para modificarla. Esa es la gran lección aprendida de la Revolución Francesa.

El propósito de la Cancino, de trabajar para elevar la educación de las mujeres estaría vinculado a la lucha sin descanso por mejorar las condiciones de vida de la sociedad bayamesa, en particular con la introducción y aplicación de los adelantos  científicos de la época, desde la agricultura hasta la enseñanza; empeño que ocultamente encerraba una mirada crítica a la calidad del orden social generado por el status colonial.

1 _La Regeneración_, Bayamo, 17 de agosto de 1866.

BAYAMO, CIUDAD DUEÑA DE MUJERES

MÓNICA MARÍA RAMÍREZ AGUILAR

La conocida Ciudad de los Coches es femenina en su denominación, es la ciudad, pero su nombre indica que es del género masculino; sin embargo, durante toda su vida ha sido testigo del nacimiento y la valentía de sus mujeres que sin saberlo han elevado la dignidad del territorio y sus hijos. Primero debe reconocerse a las primeras féminas que crearon a los futuros bayameses en una mezcla o transculturación del aborigen con el español y esclavo africano luego. Hicieron a los hijos en épocas de acostumbrarse a las condiciones y crecerse junto a los esposos en un sitio completamente nuevo, “descubierto” y colonizado. Entonces las progenitoras, las que criaron, amantaron y educaron, convirtieron en lumbreras a hombres como: José Antonio Saco, Francisco Vicente Aguilera, Pedro Figueredo, Manuel Muñoz Cedeño y otros. Asimismo, como escribiera el historiador de la ciudad de Bayamo, Ludín Fonseca en _Bayamo: 500 años de historia:_ “Juan Clemente Zenea,
representante cimero de la segunda generación de románticos, que restaura el “buen gusto” en la poesía de la Isla. José Fornaris, fundador del Siboneísmo, intenta rescatar a través de la poesía el legado aborigen para la cultura cubana. En 1851 Francisco Castillo Moreno, en unión de Fornaris y Carlos Manuel de Céspedes, componen La Bayamesa, considerada la primera canción romántica”. Son figuras de la cultura bayamesa que afianzaron un sentimiento por el terruño o la patria durante la primera mitad del siglo XIX y también salieron del vientre de una mujer, fueron influenciados por sus madres y apoyados por sus esposas y queridos por sus hijas. El amor a la pareja era parte indisoluble de sus vidas pero el sentir por su tierra se apoderaba de ellas aún más. Tal es el caso de Manuela Figueredo quien amante de un joven español, madre de sus hijos, le expresó a aquel hombre: “Una cubana como yo, no puede ser la esposa de un… español como usted!”.
Antes de las guerras por la independencia desempeñaron un papel fundamental al incentivar el sentimiento de libertad. En el libro _Bayamo_ de José Maceo Verdecia se expone la trayectoria de Luz Vázquez, el autor relata:
En su hogar en la calle de “La Cruz Verde”, cedida por ella al efecto, se llegaron a celebrar importantes reuniones revolucionarias. En él se planeó la fabricación de balas para precipitar el movimiento, labor que se llevó a cabo en la finca “El Mijial”, de Luis Figueredo […].
Llegada de la guerra las mujeres reclamaron sus derechos, unas se fueron a los campos de batallas y otras crearon donde parecía no quedaba nada. Se formaron como maestras, poetas, hasta obreras y protagonistas de episodios gloriosos y  valientes. Un ejemplo de ello es cuando la joven Adriana del Castillo pone flores en las manos y tira besos a los tres prisioneros que las fuerzas españolas conducían por las calles luego del alzamiento del 10 de octubre de 1868; sin pensar en las consecuencias defiende con gesto de gentileza a quienes consideraba sus amigos. Las mujeres para mencionar, de la también conocida Ciudad Antorcha, son muchas y también las que los hombres han convertido en musas de obras que trasciende: “No recuerdas gentil bayamesa que tú fuiste mi sol refulgente”. Pero están las que construyeron su propia obra como Úrsula de Céspedes o Liana de Lux, convertida en una piedra que llama la atención de quien visite la Necrópolis de Bayamo. Fueron quienes curaron heridos en manigua; eran la mayoría en la Coral de Bayamo surgida en 1950, aproximadamente, reconocida por su profesionalidad y voces, incluso fuera de su patria causando admiración; ocuparon cargos públicos y como representante de este elemento está Digna Elías senadora de la Isla; fueron artistas y extasiaron por su belleza inigualable lo que las ha distinguido en toda Cuba; fueron a la Sierra Maestra o defendieron desde Bayamo, como Eloina Guerra, y al regresar aún eran mujeres dispuestas a luchar. Más adelante, cada escalón alcanzado les ha sido útil para posicionarse y mirar bien para continuar el ascenso. Aún educan a sus hijos y les trasmiten el sentimiento de amor por la familia y país;
aún apoyan, lado a lado, a sus esposos; y al igual que Adriana, son atrevidas y defienden lo que creen correcto. Hoy “tiene en su alma la bayamesa triste recuerdos de tradiciones” pero se inspira para crear otras, para hacer historia y protagonizar la vida.


NOTA: Las fuetes consultadas para este artículo son: orales; libro _Bayamo_ de José Maceo Verdecia y _Bayamo: más de 500 años de historia_ de Ludín Fonseca García

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