A pesar de los informes remitidos al Gobierno por diferentes asociaciones que conocían el estado ruinoso en que se encontraba la Casa Natal del Apóstol, la respuesta oficial siempre fue la indiferencia. Con este artículo comenzamos una serie de trabajos que abordan la evolución del hoy Museo Casa Natal de José Martí.
 Primeras noticias sobre la casita de Paula.
 
 En las primeras décadas del siglo XX, después de fundada la Asociación por Martí —en 1900—, la tarea más difícil fue lograr la compra de la casa, muchas personas se sintieron comprometidas con el llamado, y en profundo sentimiento patriótico y martiano dieron su contribución... De esa forma lograron recaudar los tres mil duros oro que pedía  la congregación religiosa de las monjas de Santa Catalina de Sena, como propietarias de la casita.
 
El aniversario 46 del natalicio de José Julián Martí Pérez constituyó un acontecimiento sin precedentes en nuestra historia, en 1899, apenas iniciada la primera intervención norteamericana en Cuba, se preparó la primera Jornada Martiana en la capital, esta celebración contó con la participación de un grupo de patriotas y miles de cubanos  que ofrecieron su sincero tributo al Apóstol, el programa de actividades se dio a conocer en el periódico La Lucha.
El viernes 27 de enero la comisión que presidía el homenaje publica la convocatoria para todo el pueblo cubano, continuaron el sábado 28 de enero, día que se colocó la lápida preparada por los emigrados de Cayo Hueso —conservada actualmente  en la fachada de la Casa Natal— para señalar el lugar del nacimiento del redentor cubano; así quedó perpetuado el primer encuentro en la cuna del Apóstol, protagonizado por algunos de los familiares y los miembros de la Comisión Martí, presidida en la capital por Juan Gualberto Gómez y Ferrer.
 
 En su historia, la Casa Natal sufrió la desidia y abandono por las autoridades durante la República mediatizada.
El  domingo 29, a las doce del día partió una manifestación desde Prado hasta el Parque Central, se fueron uniendo por el trayecto  comisiones, juntas y clubes patrióticos, el recorrido incluyó  la primera parada en la casita de Paula, continuaron hasta llegar a la Alameda, donde previamente habían organizado un escenario con una tribuna abierta, desde allí se pronunciaron  discursos inolvidables, todos enaltecieron el patriotismo  y  los valores humanos que habían aprendido al lado del líder revolucionario, unidos por la sabia de su apostólica obra. Entre los concurrentes aparecieron Francisco Calderón con la bandera que Martí había utilizado en la delegación del Partido Revolucionario Cubano de Tampa; Francisco María González, el taquígrafo de las notas que hicieron posible la divulgación de los discursos pronunciados por Martí en 1891, conocidos como Por todos y para el bien de todos y Los Pinos Nuevos; Fermín Valdés Domínguez, su «amigo del alma»; y otros como Abelardo de León, Fernando Freyre de Andrade, Pedro González Llorente, Evelio Rodríguez Lendián,  y Juan Gualberto Gómez y Ferrer —incuestionable patriota y amigo de Martí—,quien concluyó el acto, en su condición de presidente de la Comisión organizadora del homenaje.
La iconografía de la Casa Natal del Apóstol tiene sus inicios ese día de enero de 1899, es el momento en que la madre de Martí  señala  el  lugar del natalicio de su Pepe.  Por primera vez los diarios hicieron pública la imagen de la casita de Paula, aparecían retratados en la habitación de la planta alta: Leonor Pérez, Leonor Petrona Martí, Carmen Zayas Bazán, y el joven José Francisco Martí; en otra imagen están asomados en los balcones; y una tercera recrea la fachada de la casa, con  los emigrados de Cayo Hueso que acababan de colocar la lápida de mármol blanco, en esta fotografía se destacan: Juan Gualberto Gómez y Ferrer, Fermín Valdés Domínguez, Enrique Loynaz del Castillo, y otros que posteriormente se unieron  en la Asociación  de Señoras y Caballeros por Martí, por iniciativa del matrimonio de Juan García Martí y María Gutiérrez Febles.
En las primeras décadas del siglo XX, después de fundada la Asociación por Martí —en 1900—, la tarea más difícil fue lograr la compra de la casa, muchas personas se sintieron comprometidas con el llamado, y en profundo sentimiento patriótico y martiano dieron su contribución, además de los fondos de una colecta hecha por  la emigración cubana, esencialmente la de Cayo Hueso y Tampa, se destacaron delegaciones de la Asociación por Martí en toda la isla, así como los trabajadores y dirección del periódico El Mundo. De esa forma lograron recaudar los tres mil duros oro que pedía  la congregación religiosa de las monjas de Santa Catalina de Sena, como propietarias de la casita.
La quinta cláusula del Reglamento de la Asociación, establecía que se le reconocía a la madre de Martí, señora Leonor Pérez y Cabrera, el derecho a usufructuar la propiedad mientras viviera, decisión tomada con el fin de no dejarla desamparada. A su vez, Leonor  anciana y casi ciega, se ve obligada a pedir a la Asociación que se le autorizara el alquiler del inmueble para recibir una ayuda económica que le permitiera sostener a varios de sus nietos, a causa de que tres de sus hijas —Leonor, Carmen y Antonia—, habían fallecido en 1900.
 
 Sin embargo a pesar de las modificaciones que experimentó el contexto arquitectónico, la Casa Natal de José Martí mantuvo en gran medida su visualidad original.
Con la muerte de Leonor Pérez en 1907, la Asociación decide que la casa siga arrendada a los cinco nietos que estaban bajo su amparo, hasta tanto culminaran su educación. El inmueble siguió ocupado como casa de inquilinato, y sufrió varias modificaciones, a esta fecha corresponden las alteraciones que se hicieron en la fachada y los balcones, donde aparecen las  rejas de hierro fundido.
A pesar de los informes remitidos al Gobierno por diferentes asociaciones que conocían el estado ruinoso en que se encontraba la casa, la respuesta oficial siempre fue la indiferencia. No consiguen desalojarla completamente para comenzar las acciones de restauración, hasta que Arturo R. de Carricarte y de Armas comienza a gestionar con el alcalde habanero Marcelino Díaz de Villegas  y otros funcionarios, para que lo apoyaran en esta tarea.
Por otra parte, Carricarte solicitó al presidente de la Academia de Historia  Emeterio Santovenia y Echaide, que ofreciera sus servicios legales como notario de La Habana en las inspecciones que requería la casa antes de reconstruirla, fue el ingeniero y arquitecto Emilio Vasconcelos y Fraide quien señaló las reparaciones que necesitaba la Casita, que ya aparecía registrada a nombre del pueblo cubano desde 1918.
En 1924 Antonio Rodríguez Morey, director del Museo Nacional y reconocido pintor y profesor de la Academia San Alejandro, recibió la orden del gobierno de Alfredo Zayas, con la obligación de trasladar todos los objetos de artes e históricos —incluyendo varios pertenecientes a Martí—, para un barracón de la fortaleza de La Cabaña; ante esta medida responden  enérgicamente Julio Antonio Mella y la FEU, quienes manifiestan su inconformidad a la presidencia del gobierno. Acciones como esta contribuyeron a preservar la colección martiana que después se integra al Museo José Martí.
 
Dioelis Delgado Machado
Directora del Museo Casa Natal de José Martí

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