En esta segunda entrega el articulista nos comenta «Con el correr del tiempo las misas de aguinaldo y el anuncio estrepitoso que de ellas se hacía en Remedios -según di a conocer en el artículo anterior- fueron perdiendo prestigio y calor popular hasta desaparecer casi por completo, concentrados todos los esfuerzos en el realce de la gran fiesta de Nochebuena, con sus magníficas parrandas trabajos de plaza, carrozas, voladores y palenques, fuegos artificiales, entradas y bailes de las farolas».
Los barrios:su música y sus cantos.
En sus Cosas de Remedios, de 1932, se queja Facundo Ramos del decaimiento sufrido en la celebración de la Nochebuena: «Ayer todo era alegría, placer, diversiones y dulces esperanzas. Hoy, todo es soledad, disgusto, tristeza y fatídicos presagios”. Y se pregunta: «Mañana... ¿Qué será ¡Dios lo sabe!»
Yo puedo contestarle, después de haber asistido a la celebración de esta última Nochebuena en Remedios, que han vuelto ya aquellos días esplendorosos que él añoraba. El lector lo comprobará oportunamente.
Las Nochebuenas de antaño eran famosas en Remedios, al decir de Ramos: duplicaba su población ese día con la llegada de los estudiantes y familias que vivían en el campo, empleados de los ingenios vecinos y remedianos residentes en La Habana y otros lugares de la isla; las calles, plazas y tiendas se colmaban de público; en todas las casas se celebraba la tradicional cena; los puestos ambulantes de lechones, guanajos, guineas y golosinas pascuales interrumpían el paso en los portales, aceras y calles.
Poco después del anochecer se iniciaba el recorrido de las parrandas «o mejor dicho, las procesión de los barrios San Salvador y el Carmen, que pasaban por todos los puntos de la ciudad, con el mayor orden acompañadas de buenas músicas y llevando lujosos estandartes, faroles muy bonitos de papeles, de diversas formas y dimensiones banderas, velas encendidas grupos de niños y niñas, perfectamente vestidos, carros triunfales con alegorías especiales y un mundo de gentes detrás de cada una, que era saludada por otra tanta que le vela pasar desde las bocacalles balcones, puertas y ventanas.
Este recorrido duraba hasta la madrugada concentrándose la animación en la Plaza de Armas y sus alrededores.
«La Nochebuena de Remedios- pondera Ramos llegó a tomar como fiesta publica tales proporciones que en todas parte se hablaba de ella; y se puede asegurar sin exageración de ninguna clase que en ningún pueblo de esta isla se celebraba con tanta animación y gusto como aquí».
El elemento organizador, animador y realizador de las parrandas de Nochebuena en Remedios, son los de dos barrios de San Salvador y el Carmen.
La calle de la Amargura era la línea divisoria de ellos, «la frontera, el diafragma, la trocha, el Rubicon cayero de ambos barrios», como afirma Ramos.
No hay remediano, nativo o adoptivo, que no milite en alguno de dichos barrios, excepto yo pues mi adopción está demasiado fresca para inclinarme a uno de ellos, habiendo hasta ahora encontrado en ambos iguales motivos de admiración y simpatia y contando en uno y otro con muy estimados amigos.
En las familias se encuentra divisiones profundas –solo de entusiasmo y nunca de de distanciamiento- entre esposo, padres e hijos, hermanos y novios. Y es muy difícil que los novios, ni aun en los comienzos de las relaciones, logren hacer pasar a su barrio a su «adorado tormento» que ya militaba en el barrio contrario.
A los efectos de las parrandas, cada barrio tiene su directiva, a cuyo cargo corre la dirección general de aquéllas, recolecta de fondos, confección y custodio de las farolas y estrategia que se adopte para asegurar el triunfo de su barrio sobre el adversario. En el artículo en que describa estas ultimas parrandas a que asistí, ofreceré más detalles de la organización de los barrios.
Pero no puedo dejar de mencionar aquí la actuación –que hace resaltar Ramos—de las madrinas y simpatizadoras, «que forman la hueste femenina y la más intransigente y entusiasta del ejército combatiente de cada barrio»
Digno de señalar es también el hecho de que son artesanos locales quienes ejecutan la labor material y artística de los trabajos de plaza, las carrozas y las farolas, con singular buen gusto, que no podría ser superado en nuestra capital por consagrados escultores, pintores y decoradores: y lo realizan gratuitamente o a un costo infimo del jornal indispensable para su propio sostén o el de su familia.
Los voladores, palenques y fuegos artificiales son confeccionados por pirotécnicos profesionales, que cada barrio se apresura a contratar con la anticipación suficiente para arrebatárselo al contrario.
No hay lucha política que iguale en entusiasmo y constancia a la pugna que mantienen, año tras año, en Remedios, sansarices y carmelitas.
Dice Ramos que desde 1899 la línea divisoria entre los barrios de San Salvador y el Carmen es la calle de Pi y Margall (antes Gutiérrez), y declara que «el barrio de San Salvador es más pequeño y cuenta con menos posibles que su rival; pero en cambio hay en él más entusiastas y decididos partidarios que en el Carmen. Hoy, salvo la extensión de cada barrio, no sería posible mantener esas afirmaciones de Ramos pues en las recientes parrandas de Nochebuena, fui testigo de que en cuanto a entusiasmo sansarices y carmelitas quedaron a 29 iguales y los dos barrios, a la hora de gastarse la plata, tiraron la casa por la ventana.
Como bien sostiene Othon García de Caturla en sus Tradicionies Remedianas, «la música de las parrandas merece especial mención... primitivamente era un ruido infernal el que despertaba a los vecinos, pero después se fue estilizando la tradición y haciéndose mas armoniosos los llamamientos».
Data esta música de 1880 a 1890, decenio en que fue escrita, pero perdidos los manuscritos se ha seguido tocando de oído.
Cada barrio tiene dos poleas. El autor de las del Carmen fue Laudelino Quintero y Perico Morales el de las de San Salvador. La polka principal, que constituye como el himno del barrio, se toca en las entradas de las parrandas -farolas, carrozas, etc— en la plaza; y la segunda a la salida de ésta., ya victorioso, debiendo advertir que siempre cada uno de los barrios triunfa para sus militantes.
Carlos A. Martínez Fortín y Foyo ha dedicado un breve folleto a la acertadísima interpretación musical que las parrandas ha hecho popular y benemérito maestro Agustín Jiménez Crespo, fundador de la Academia de Música y de la Quinta Banda Infantil de Remedios. Como afirma el citado historiador, «la selección musical de Jiménez Crespo, sintetiza el alma de nuestra mas típica fiesta». Yo tuvo oportunidad de escucharla durante la Semana Santa del pasado año y comprobé, con el entusiasmo despertado entre el auditorio, cuan cierta es la aseveración de Martínez Fortún.
En los diversos motivos de su selección el maestro Jiménez Crespo ha recogido la música y los cantos populares remedianos.
El primer motivo se titula El pueblo duerme y en él se ofrece la canción El Sueño, del popular compositor remediano Perico Morales. El segundo, El pueblo despierta, con repliques ejecutados por los primitivos instrumentos que se utilizaban para anunciar las misas de aguinaldo. El tercero, Entrada de los barrios, y en él figuran las polkas-himnos de San Salvador y el Carmen. En el cuarto, La Aurora, desenvuelve el maestro Jiménez Crespo un canto popular en tres por cuatro, «con un aire lento que simula el amanecer y donde se escuchan los cantos del gallo, del pitirre y de otras aves que alegres saludan la llegada del sol». En el quinto, La porfía, se intercala una disputa entre un carme ita y un sansarice. En el penúltimo, Fuegos artificiales, los barrios proclaman sus respectivos triunfos y se escuchan El lucumí, de Perico Morales, y los cantos populares Maquinita de Longaniza, Alumbé, Tumbambé y otros del Folklore afrocubano. En el motivo final, la Retirada de lo barrios, que remeda el desfile de las parrandas, se escuchan las polkas tradicionales del Carmen y San Salvador.
Pasemos ahora a tratar de los cantos populares de los barrios. Aunque Othon García de Caturla ofrece la letra de los himnos respectivos, yo daré la versión recogida por Pedro Capdevila, el gran folklorista contemporáneo de Remedios, al que debo también los demás cantos de las parrandas que transcribiré en seguida.
El himno del Carmen es el siguiente:
Viva el Carmen con fervor
y su lucida bandera,
y mueran las chancleteras
del barrio de San Salvador.
He aquí el de San Salvador:
¿Dónde vas, San Salvador, con la noche tan oscura? Voy a abrir la sepultura del Carmen que ya murió.
Me dice Capdevila que, antiguamente después que se terminaban las parrandas, ya aclarando, Sa1ian ambos barrios a recorrer las calles con los faroles y la música, y en estos recorridos era donde los partidarios de uno u otro barrio cantaban 1as letras que él ha recogido expresamente para estos trabajos mios y que por primera vez son publicadas. ¡Muchas gracias, Pedrin!
Sansarí no tiene velas
ni faroles que sacar.
El Carmen tiene de todo
y nunca puede ganar.
Estas decimas, cuyo autor es Evangelista Jiménez y pertenecen a la epoca de 1891 a 1892, las recogió Capdevila de un viejo remediano nombrado Leonardo Rojas, que cuenta 82 años de edad:
San Salvador victorioso
plantó su bella bandera
dando a conocer que era
su terreno el más pomposo.
Aquel arco tan lujoso
que en la plaza se veía,
aquel faro que tenía
en compaña del central,
porque todo en general
el público lo aplaudía.
Todo nuevo y toda extraño
San Salvador presentó
y su directiva dió
cuenta sin haber engaño.
No negaron que este año
ha salido vencedor;
esa torre, ese vapor,
los cestos y la mariposa;
esa cruz hecha de rosa
dió el triunfo a San Salvador.
Porque también los pescados
que todos de movimiento
que giraban con el viento
por medio de su alambrada.
Quedarán desengañados
de que el gallo majadero,
bravo, fuerte, erguido y fiero
cantó su triunfo y entonces,
era su pico de bronce
y las espuelas de acero.
El aura alegre vagaba
por los montes y los aires
miraba los palmares
que al contrario le brindaba.
Pero no, no se acercaba,
por no perder su alegría,
pasaba alegre los días
viendo su barrio frondoso,
de noche busca el reposo
y allá en las palmas dormía.
Las siguientes letras de cantos antiguos las obtuvo Capdevila de una señora vinculada con el barrio Sansarí desde hace 60 o 70 años, pues ella y sus padres, que murieron muy ancianos, siempre pertenecieron a la gente de bronce de dicho barrio:
Alumbé, alumbé, alumbamba
la mulata de Sansarí
tiene jindamba...
La Nochebuena que ya pasó
la boca mía llena de risa
mirando ingenio moliendo caña con maquinita de longaniza...
Eso es primor
eso es primor.
que no hay quien pueda
con San Salvador.
Tumbambé, tumba que tumba
tumba a Molina...
Pobrecito Valladares
la maquina lo mató
y las costillas dejó
en el puente de Almendares.
Valladares, tu tienes fama
como no subes arriba’e palma
El pobre Valladares
yo lo miro y me da pena
que la gente anda diciendo
que su maruga no suena.
Valladares, tu tienes fama
como no subes arriba’e palma.
Historiador de la Ciudad desde 1935 hasta su deceso en 1964.
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