Dedicado a la memoria de la princesa Diana de Gales, este parque es un lugar íntimo, propicio para la meditación y el descanso, y de igual manera, «un ámbito privilegiado para el arte».
El Jardín de Diana es un parque de carácter íntimo y de un gran verdor, que se ven complementados con las esculturas levantadas allí de Sosabravo y Palenzuela, junto al sol radiante (escultórico) de Quintanilla.
Apenas seis meses después que miles de flores cubrieran el pequeño lago de Althorp, donde fuera sepultada la princesa Diana de Gales, en La Habana Vieja se inauguró un pequeño parque dedicado a su memoria, en el sitio que ocupa una de las casas de la familia Pedroso, considerada entre las más acaudaladas de la villa durante los siglos del XVII al XIX.
Diana Frances Spencer, trágicamente muerta en un accidente automovilístico el 31 de agosto de 1997, se encargaba cotidianamente de asuntos relacionados con los minusválidos, la infancia, los enfermos de SIDA y de cáncer, la gente sin hogar... Con el tiempo llegó a representar más de 500 instituciones que promovían la protección y el amparo de aquellos sectores sociales de menos recursos.
Desde que conoció a la Madre Teresa de Calcuta, la admiró profundamente y la apoyó en su labor humanitaria. «Cuando tenía necesidad, Diana me enviaba dinero», comentó la religiosa antes de que las dos fallecieran con una diferencia sólo de días.
El Jardín de Diana es un parque de carácter íntimo, propicio para la meditación y el descanso, a lo cual contribuyen las esculturas levantadas allí de Sosabravo y Palenzuela, junto al sol radiante de Quintanilla.
En el lugar de su emplazamiento los arqueólogos hallaron rastros de un primitivo astillero, así como abundante material cerámico de una época cercana a la fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana.
Esta casa de los Pedroso, de la que forma parte el parque, se distingue fácilmente desde cualquier punto de la Bahía, por su torre de mediana altura que semeja los pequeños alcázares moriscos de la España del Sur. En las paredes interiores de la vivienda los expertos han descubierto pinturas murales de singular mérito.
Inaugurado el 7 de febrero, el Jardín de Diana –cuyo proyecto fue realizado por Abies San Miguel y Ernesto Marimón– es «un espacio de concordia abierto para gentes de todo el mundo que visiten La Habana», expresó en la ceremonia de apertura el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler.
Por su parte, Philip Alexandre Malean, embajador en Cuba de su Majestad Británica, agradeció el homenaje y anunció el envío de una piedra desde Althorp, condado de Northhampton, lugar donde nació Lady Di (como también se le conocía) el primero de julio de 1961.
Ella era la tercera de los hijos (las mayores son Sara y Jane, y el más pequeño Charles) del matrimonio entre el octavo conde Spencer, Edward John Spencer, y Frances Ruth Burke Rocha. Precisamente días antes de la inauguración del Jardín, se recibió un mensaje de Lady Sara de adhesión al proyecto.
Otros artistas, entre ellos la pintora cubana Zaida del Río, han ofrecido donar obras para enriquecer el patrimonio de este parque, que fortalece así su condición de ámbito privilegiado para el arte.
Diana Frances Spencer, trágicamente muerta en un accidente automovilístico el 31 de agosto de 1997, se encargaba cotidianamente de asuntos relacionados con los minusválidos, la infancia, los enfermos de SIDA y de cáncer, la gente sin hogar... Con el tiempo llegó a representar más de 500 instituciones que promovían la protección y el amparo de aquellos sectores sociales de menos recursos.
Desde que conoció a la Madre Teresa de Calcuta, la admiró profundamente y la apoyó en su labor humanitaria. «Cuando tenía necesidad, Diana me enviaba dinero», comentó la religiosa antes de que las dos fallecieran con una diferencia sólo de días.
El Jardín de Diana es un parque de carácter íntimo, propicio para la meditación y el descanso, a lo cual contribuyen las esculturas levantadas allí de Sosabravo y Palenzuela, junto al sol radiante de Quintanilla.
En el lugar de su emplazamiento los arqueólogos hallaron rastros de un primitivo astillero, así como abundante material cerámico de una época cercana a la fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana.
Esta casa de los Pedroso, de la que forma parte el parque, se distingue fácilmente desde cualquier punto de la Bahía, por su torre de mediana altura que semeja los pequeños alcázares moriscos de la España del Sur. En las paredes interiores de la vivienda los expertos han descubierto pinturas murales de singular mérito.
Inaugurado el 7 de febrero, el Jardín de Diana –cuyo proyecto fue realizado por Abies San Miguel y Ernesto Marimón– es «un espacio de concordia abierto para gentes de todo el mundo que visiten La Habana», expresó en la ceremonia de apertura el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler.
Por su parte, Philip Alexandre Malean, embajador en Cuba de su Majestad Británica, agradeció el homenaje y anunció el envío de una piedra desde Althorp, condado de Northhampton, lugar donde nació Lady Di (como también se le conocía) el primero de julio de 1961.
Ella era la tercera de los hijos (las mayores son Sara y Jane, y el más pequeño Charles) del matrimonio entre el octavo conde Spencer, Edward John Spencer, y Frances Ruth Burke Rocha. Precisamente días antes de la inauguración del Jardín, se recibió un mensaje de Lady Sara de adhesión al proyecto.
Otros artistas, entre ellos la pintora cubana Zaida del Río, han ofrecido donar obras para enriquecer el patrimonio de este parque, que fortalece así su condición de ámbito privilegiado para el arte.