Junto a la avenida del puerto, frente a la Bahía de La Habana, y a pocos pasos de la Alameda de Paula, el hotel Armadores de Santander rememora el otrora sitio que ocuparon los armadores de barcos de la hermosa ciudad marítima de España.
El proceso de restauración emprendido entre 1999 y 2002 por la Oficina del Historiador de la Ciudad logró integrar funcionalmente tres edificaciones: dos de ellas con disímiles estilos arquitectónicos y la otra reconstruida en su totalidad.
El Hotel Armadores de Santander se encuentra en la intersección de las calles Luz y San Pedro (Avenida del Puerto). Ocupa tres inmuebles de diferentes épocas y estilos, los cuales fueron sometidos a un proceso de rehabilitación para adecuarlos a su nueva función.
El edificio principal, con su frente a la calle Luz, fue construido en 1897 por José Cabrero Mier, natural de Santander. Aún se conservan grabadas en la puerta de madera de la entrada principal, sus iniciales J. C., y en la parte superior de la fachada –esculpido en bajo relieve– una réplica del escudo de la ciudad natal.
Antes de 1897, en este terreno existían dos viviendas: una de ellas la ocupaba otro santanderino, Ramón Herrera y Sancibrián, reconocido armador de buques al que, por Real Despacho del 20 de enero de 1876, se le concedió el título de conde de la Mortera.
Hacia 1884, la línea de vapores de Herrera tenía sus oficinas en uno de esos inmuebles, situado en la calle San Pedro número 26,1 donde permaneció durante varios años. Luego tuvieron domicilio allí los sucesores del conde de la Mortera: los llamados «Sobrinos de Herrera»,2 con su empresa de vapores correos y transportes militares. Uno de ellos, Ramón Herrera Gutiérrez –tercer poseedor del referido título de nobleza– fue presidente de la Sección de Navegación de la Cámara de Comercio de Cuba y de la fábrica de hielo y cervecería La Tropical, fundada en junio de 1888.
Los Herrera ocuparon el inmueble hasta inicios de los años 90 del siglo XIX, cuando compraron el de la calle San Pedro esquina a Sol, conocido como «La casa del conde de la Mortera».
En aquellos terrenos de la calle Luz, donde los condes tuvieron su domicilio y empresa de vapores, José Cabrero Mier alza, por esa época, en 1897, el inmueble que constituye el actual edificio principal del hotel Armadores de Santander.
Años después, de 1903 a 1909, en la planta alta de este edificio se estableció el Centro Balear,3 asociación de beneficencia y auxilios mutuos de residentes españoles. Mientras, la planta baja fue arrendada para diversas actividades de comercio como dulcería, bar, barbería y vidrieras para el cambio de monedas y la venta de tabacos, cigarros y café. Este inmueble perteneció, hasta 1944, a los descendientes de Cabrero Mier.
El edificio contiguo al principal –ubicado en la calle San Pedro– fue comprado también por el comerciante santanderino en 1900 y, posteriormente, pasó a ser propiedad de sus herederos hasta 1920.
Se conoce que, desde finales del siglo XIX, aquí funcionaba una fonda, y en su planta baja radicaban diversos tipos de comercios como vidrieras de tabacos y cigarros, café-cantina, bar y otros. En 1899, el edificio fue arrendado a José Moure García, quien poco tiempo después instaló allí una posada denominada Las Cuatro Naciones,4 la cual todavía aparecía anunciada en un directorio comercial de 1912.
En la década de 1930, cuando ya había dejado de pertenecer a los descendientes de Cabrero Mier, en las dos plantas altas de ese inmueble estuvo instalada una casa de prostitución, y, más tarde, en los años 40 y 50, un negocio consignado como posada.
En la tercera propiedad que conforma el hotel Armadores de Santander, radicó –desde los primeros años del siglo XX y hasta mediados de la década del treinta– el hotel, café, restaurante y lunch El Universo,5 propiedad de don José Cuenco Bodes; luego, su planta alta, se utilizó como casa de huéspedes y posada. La planta baja fue empleada para comercios de diversa índole: vidrieras para la venta de tabacos y cigarros, cambio de monedas, café-cantina, restaurante y venta de dulces.
RESTITUCIÓN DE LOS INMUEBLES
El proceso de restauración emprendido –de 1999 a 2002– por la Oficina del Historiador de la Ciudad, logró integrar funcionalmente tres edificaciones: dos de ellas con disímiles estilos arquitectónicos y la otra reconstruida en su totalidad. En la actualidad, se reconocen por los diferentes colores de sus fachadas, pues cada inmueble tiene uno que lo particulariza en su conjunto. En la construcción principal se empleó el color piedra; en la aledaña, el sepia –ambos tonos se corresponden con los que poseían originalmente–, y en la otra, azul claro. La intención de lograr integrar las edificaciones, no impidió que se respetaran sus sellos distintivos.6
Además de las iniciales J.C. de su primer propietario, José Cabrero, en la puerta de madera que da acceso al lobby, en el transcurso de la restauración se pudieron rescatar otros elementos originales de la antigua construcción, como son: la escalera principal de mármol de Carrara con baranda también de mármol y hierro fundido, la cúpula central con sus pinturas, varias paredes testigos en habitaciones, y las columnas interiores del bar y del lobby.
Sin embargo, la carpintería y la cristalería de la persianería francesa fueron componentes que se perdieron con el transcurso del tiempo; por eso se restablecieron a imagen de las de antaño, al igual que el piso de torcho de hormigón del portal y las vigas de madera de su techo. También se restituyó el diseño primigenio de los vanos de la fachada.
Uno de los motivos distintivos del hotel es el escudo de la ciudad de Santander que remata la fachada del edificio principal, el cual fue rescatado al igual que la cúpula interior y el techo casetonado de madera con estilo ecléctico del hall.
En general, el diseño y ambiente interior y exterior de los edificios, se mantuvo de acuerdo a los estilos originales, aunque –sin dudas– logró enriquecer la armonía arquitectónica y decorativa del actual hotel.
REMEMBRANZA A SANTANDER
Los hoteles que integran la Compañía Turística Habaguanex S.A. se han particularizado en recrear en sus instalaciones el tema específico que lo distingue. El motivo marino personaliza al hotel Armadores de Santander, pues se ha tomado como referencia la relación de su historia con la ciudad española y su entorno frente a la bahía. Por ello, en su ambiente interior se conjugan armónicamente el tópico marítimo y los elementos de época que aluden al siglo en que se edificaron los inmuebles que constituyen el actual parador.
Los colores seleccionados para lograr una atmósfera marina son, en lo fundamental, las tonalidades entre el verde y el azul, como demuestran los pisos del restaurante Cantabria y del lobby-bar La Marina, donde los tonos y los dibujos de las losas simulan el movimiento de las olas.Al atravesar el pequeño hall, que resalta por su eclecticismo y la belleza de sus elementos decorativos restaurados, se accede al bar, el cual posee la iluminación tenue de unos farolitos que simulan los de los barcos, los cuales armonizan con el mobiliario de madera en tono rojizo y el color ocre claro de los pullman.
La alusión al tema marino se recrea, además, mediante un mural que reproduce la ciudad portuaria de Santander, así como con un galeón y un velero, manufacturados en detalle por el artista matancero Joel Peláez. Se añaden al decorado fotos antiguas de anuncios de itinerarios de vapores españoles de pasaje y carga, muchos de los cuales hacían escala en La Habana.
Por su parte, el diseño interior del restaurante Cantabria simula los salones de lujo de los vapores de transporte de pasajeros de principios de la década del 20 del pasado siglo. Esto se aprecia en su techo de casetones de madera, dispuesto con luces insertadas en pequeños conos, y en las curiosas lamparitas en sus paredes que simulan un camarote de navío, a lo que se suma la vista al mar que se tiene desde sus amplios ventanales de cristal.
Murales de madera que recrean la ciudad española y su escudo, además de piezas de barcos y herramientas de trabajo de antiguos armadores –realizados por el escultor Regi Soler– constituyen otros elementos que complementan el mobiliario.
La distinción del Cantabria se reconoce en la elaboración de platos típicos de Santander y de la cocina internacional.
El Salón de Fumadores –uno de los espacios más acogedores del parador– se ambientó con reproducciones de mobiliario del siglo XIX y piezas decorativas originales que se conjugan con una muestra permanente de dibujos del pintor contemporáneo cubano Luis Reina, los cuales inmortalizan pretéritos espacios que privilegian la ubicación del hotel.
En las 39 habitaciones del hotel también el asunto marino forma parte de su diseño, sobre todo en el moblaje y en los elementos decorativos.
Para coronar el ambiente que recrea el hotel Armadores de Santander, en su último piso se encuentra su terraza-mirador con una vista privilegiada de los navíos que entran y salen de la Bahía de La Habana.
Así, queda de manera permanente la invitación para disfrutar de una estancia memorable en la zona más antigua de La Habana y en un sitio que ha renacido para contarnos su tradición marinera.
1En aquel entonces, la calle San Pedro era de corta extensión: partía del fondo del Convento de San Francisco de Asís hasta la calle de los Oficios, donde antiguamente comenzaba la calle Luz. La identificación de San Pedro 26 corresponde a la numeración que implantó el capitán general Miguel Tacón en la década de 1830 y que se extendió hasta el primer tercio del siglo XX, esta varió posteriormente por la de Luz 4, actual del hotel.
2 Directorio Mercantil de la Isla de Cuba, La Habana, 1892. Tomado de Rafael Fernández Moya: «Hotel Armadores de Santander. Antecedentes históricos», material inédito.
3 Desde el 1ro. de junio de 1903, el Centro Balear estableció su domicilio en el piso principal de San Pedro 24, altos, hasta mayo de 1909, que se trasladó para Prado 115, altos. Registro de asociaciones. Legajo 436, No. 14 660.
4 Directorio Mercantil de la Isla de Cuba La Habana, 1912. Tomado de Rafael Fernández Moya: ob. cit.
5 Anuncio en Cuba y sus gobernantes, segunda edición, 1919. Tomado de Rafael Fernández Moya: ob. cit.
6 E. C. Hidalgo, I. Dacosta y J. Rodríguez: «Hotel Armadores de Santander», Dirección de proyectos de la oficina del Historiador, material inédito.
El edificio principal, con su frente a la calle Luz, fue construido en 1897 por José Cabrero Mier, natural de Santander. Aún se conservan grabadas en la puerta de madera de la entrada principal, sus iniciales J. C., y en la parte superior de la fachada –esculpido en bajo relieve– una réplica del escudo de la ciudad natal.
Antes de 1897, en este terreno existían dos viviendas: una de ellas la ocupaba otro santanderino, Ramón Herrera y Sancibrián, reconocido armador de buques al que, por Real Despacho del 20 de enero de 1876, se le concedió el título de conde de la Mortera.
Hacia 1884, la línea de vapores de Herrera tenía sus oficinas en uno de esos inmuebles, situado en la calle San Pedro número 26,1 donde permaneció durante varios años. Luego tuvieron domicilio allí los sucesores del conde de la Mortera: los llamados «Sobrinos de Herrera»,2 con su empresa de vapores correos y transportes militares. Uno de ellos, Ramón Herrera Gutiérrez –tercer poseedor del referido título de nobleza– fue presidente de la Sección de Navegación de la Cámara de Comercio de Cuba y de la fábrica de hielo y cervecería La Tropical, fundada en junio de 1888.
Los Herrera ocuparon el inmueble hasta inicios de los años 90 del siglo XIX, cuando compraron el de la calle San Pedro esquina a Sol, conocido como «La casa del conde de la Mortera».
En aquellos terrenos de la calle Luz, donde los condes tuvieron su domicilio y empresa de vapores, José Cabrero Mier alza, por esa época, en 1897, el inmueble que constituye el actual edificio principal del hotel Armadores de Santander.
Años después, de 1903 a 1909, en la planta alta de este edificio se estableció el Centro Balear,3 asociación de beneficencia y auxilios mutuos de residentes españoles. Mientras, la planta baja fue arrendada para diversas actividades de comercio como dulcería, bar, barbería y vidrieras para el cambio de monedas y la venta de tabacos, cigarros y café. Este inmueble perteneció, hasta 1944, a los descendientes de Cabrero Mier.
El edificio contiguo al principal –ubicado en la calle San Pedro– fue comprado también por el comerciante santanderino en 1900 y, posteriormente, pasó a ser propiedad de sus herederos hasta 1920.
Se conoce que, desde finales del siglo XIX, aquí funcionaba una fonda, y en su planta baja radicaban diversos tipos de comercios como vidrieras de tabacos y cigarros, café-cantina, bar y otros. En 1899, el edificio fue arrendado a José Moure García, quien poco tiempo después instaló allí una posada denominada Las Cuatro Naciones,4 la cual todavía aparecía anunciada en un directorio comercial de 1912.
En la década de 1930, cuando ya había dejado de pertenecer a los descendientes de Cabrero Mier, en las dos plantas altas de ese inmueble estuvo instalada una casa de prostitución, y, más tarde, en los años 40 y 50, un negocio consignado como posada.
En la tercera propiedad que conforma el hotel Armadores de Santander, radicó –desde los primeros años del siglo XX y hasta mediados de la década del treinta– el hotel, café, restaurante y lunch El Universo,5 propiedad de don José Cuenco Bodes; luego, su planta alta, se utilizó como casa de huéspedes y posada. La planta baja fue empleada para comercios de diversa índole: vidrieras para la venta de tabacos y cigarros, cambio de monedas, café-cantina, restaurante y venta de dulces.
RESTITUCIÓN DE LOS INMUEBLES
El proceso de restauración emprendido –de 1999 a 2002– por la Oficina del Historiador de la Ciudad, logró integrar funcionalmente tres edificaciones: dos de ellas con disímiles estilos arquitectónicos y la otra reconstruida en su totalidad. En la actualidad, se reconocen por los diferentes colores de sus fachadas, pues cada inmueble tiene uno que lo particulariza en su conjunto. En la construcción principal se empleó el color piedra; en la aledaña, el sepia –ambos tonos se corresponden con los que poseían originalmente–, y en la otra, azul claro. La intención de lograr integrar las edificaciones, no impidió que se respetaran sus sellos distintivos.6
Además de las iniciales J.C. de su primer propietario, José Cabrero, en la puerta de madera que da acceso al lobby, en el transcurso de la restauración se pudieron rescatar otros elementos originales de la antigua construcción, como son: la escalera principal de mármol de Carrara con baranda también de mármol y hierro fundido, la cúpula central con sus pinturas, varias paredes testigos en habitaciones, y las columnas interiores del bar y del lobby.
Sin embargo, la carpintería y la cristalería de la persianería francesa fueron componentes que se perdieron con el transcurso del tiempo; por eso se restablecieron a imagen de las de antaño, al igual que el piso de torcho de hormigón del portal y las vigas de madera de su techo. También se restituyó el diseño primigenio de los vanos de la fachada.
Uno de los motivos distintivos del hotel es el escudo de la ciudad de Santander que remata la fachada del edificio principal, el cual fue rescatado al igual que la cúpula interior y el techo casetonado de madera con estilo ecléctico del hall.
En general, el diseño y ambiente interior y exterior de los edificios, se mantuvo de acuerdo a los estilos originales, aunque –sin dudas– logró enriquecer la armonía arquitectónica y decorativa del actual hotel.
REMEMBRANZA A SANTANDER
Los hoteles que integran la Compañía Turística Habaguanex S.A. se han particularizado en recrear en sus instalaciones el tema específico que lo distingue. El motivo marino personaliza al hotel Armadores de Santander, pues se ha tomado como referencia la relación de su historia con la ciudad española y su entorno frente a la bahía. Por ello, en su ambiente interior se conjugan armónicamente el tópico marítimo y los elementos de época que aluden al siglo en que se edificaron los inmuebles que constituyen el actual parador.
Los colores seleccionados para lograr una atmósfera marina son, en lo fundamental, las tonalidades entre el verde y el azul, como demuestran los pisos del restaurante Cantabria y del lobby-bar La Marina, donde los tonos y los dibujos de las losas simulan el movimiento de las olas.Al atravesar el pequeño hall, que resalta por su eclecticismo y la belleza de sus elementos decorativos restaurados, se accede al bar, el cual posee la iluminación tenue de unos farolitos que simulan los de los barcos, los cuales armonizan con el mobiliario de madera en tono rojizo y el color ocre claro de los pullman.
La alusión al tema marino se recrea, además, mediante un mural que reproduce la ciudad portuaria de Santander, así como con un galeón y un velero, manufacturados en detalle por el artista matancero Joel Peláez. Se añaden al decorado fotos antiguas de anuncios de itinerarios de vapores españoles de pasaje y carga, muchos de los cuales hacían escala en La Habana.
Por su parte, el diseño interior del restaurante Cantabria simula los salones de lujo de los vapores de transporte de pasajeros de principios de la década del 20 del pasado siglo. Esto se aprecia en su techo de casetones de madera, dispuesto con luces insertadas en pequeños conos, y en las curiosas lamparitas en sus paredes que simulan un camarote de navío, a lo que se suma la vista al mar que se tiene desde sus amplios ventanales de cristal.
Murales de madera que recrean la ciudad española y su escudo, además de piezas de barcos y herramientas de trabajo de antiguos armadores –realizados por el escultor Regi Soler– constituyen otros elementos que complementan el mobiliario.
La distinción del Cantabria se reconoce en la elaboración de platos típicos de Santander y de la cocina internacional.
El Salón de Fumadores –uno de los espacios más acogedores del parador– se ambientó con reproducciones de mobiliario del siglo XIX y piezas decorativas originales que se conjugan con una muestra permanente de dibujos del pintor contemporáneo cubano Luis Reina, los cuales inmortalizan pretéritos espacios que privilegian la ubicación del hotel.
En las 39 habitaciones del hotel también el asunto marino forma parte de su diseño, sobre todo en el moblaje y en los elementos decorativos.
Para coronar el ambiente que recrea el hotel Armadores de Santander, en su último piso se encuentra su terraza-mirador con una vista privilegiada de los navíos que entran y salen de la Bahía de La Habana.
Así, queda de manera permanente la invitación para disfrutar de una estancia memorable en la zona más antigua de La Habana y en un sitio que ha renacido para contarnos su tradición marinera.
1En aquel entonces, la calle San Pedro era de corta extensión: partía del fondo del Convento de San Francisco de Asís hasta la calle de los Oficios, donde antiguamente comenzaba la calle Luz. La identificación de San Pedro 26 corresponde a la numeración que implantó el capitán general Miguel Tacón en la década de 1830 y que se extendió hasta el primer tercio del siglo XX, esta varió posteriormente por la de Luz 4, actual del hotel.
2 Directorio Mercantil de la Isla de Cuba, La Habana, 1892. Tomado de Rafael Fernández Moya: «Hotel Armadores de Santander. Antecedentes históricos», material inédito.
3 Desde el 1ro. de junio de 1903, el Centro Balear estableció su domicilio en el piso principal de San Pedro 24, altos, hasta mayo de 1909, que se trasladó para Prado 115, altos. Registro de asociaciones. Legajo 436, No. 14 660.
4 Directorio Mercantil de la Isla de Cuba La Habana, 1912. Tomado de Rafael Fernández Moya: ob. cit.
5 Anuncio en Cuba y sus gobernantes, segunda edición, 1919. Tomado de Rafael Fernández Moya: ob. cit.
6 E. C. Hidalgo, I. Dacosta y J. Rodríguez: «Hotel Armadores de Santander», Dirección de proyectos de la oficina del Historiador, material inédito.