¿Carenaban los españoles sus bajeles en la rada habanera antes de 1510?
El surgimiento de la primitiva Habana hacia 1514, en Yabuena, a las márgenes del río Hondo en la costa sur de la Isla, respondía a los declarados objetivos estratégicos de ser un punto de partida en la expansión y colonización de los territorios de la Nueva España, Cartagena de Indias, Portobelo y el Perú. Un nuevo emplazamiento, de marcado carácter efímero, motivó el desplazamiento de la villa a la boca de La Chorrera, para dar paso, a fines de 1519, a su definitivo asentamiento en torno al Puerto de Carenas.
A tan ventajosa posición geográfica se suma que La Habana posee una extensa bahía de bolsa. Este tipo de rada se caracteriza por «tener una boca y canal de entrada estrechos. El área acuática interior es amplia. Son resguardados de las marejadas. Los canales de entrada de estas bahías son profundos y algunos tortuosos».1
La Habana se encuentra «en la costa Norte de Cuba, distante a 170 millas al E.N.E. del Cabo de San Antonio y las puntas que forman su boca se hallan, la de Sotavento, en los 23º 08’57’’ de latitud N y los 82º21’27’’ de longitud W y la de Barlovento, en los 23º09’09’’ N y los 82º21’24’’ W».2
Para entonces su extensión abarcaba desde el Cabo de San Antonio hasta la región de Las Villas, al tiempo que limitaba con Trinidad y Sancti Spiritus, con una superficie aproximada de 34 mil 213 kilómetros cuadrados, incluida la Isla de Pinos. Este vasto territorio estaba cubierto por amplias y enyerbadas sabanas, apropiadas para la crianza de ganado vacuno y caballar e inmensos y tupidos bosques, poblados por árboles que proporcionaban productos exportables tales como ébano, brasil y fustete —maderas tintóreas muy cotizadas para las manufacturas de textiles—, zarzaparrilla y guayacán, este último utilizado en la época para el tratamiento contra la sífilis3, además de maderas preciosas altamente valoradas para la construcción de edificaciones —no sólo en La Habana, recuerde El Escorial en España— en la confección de muebles y muy en especial en la aún insipiente industria naval, factor que indudablemente la potenciaría y colocaría a los bajeles realizados en esta ciudad entre los mejores de las armadas que surcaban los mares de aquellos tiempos.
Hacia 1532 se decía de la bahía habanera: «ay muy buen pueblo adonde vienen muchos nabios de Castilla e de Yucatán e descargan mercaderías e contratan cada año en CC pesos de derechos poco mas o menos».4
Un documento hallado por el investigador cubano César García de Pino en el Archivo de Protocolos de Sevilla, fechado en 8 de marzo de 1506, revela que el conocimiento de la existencia y explotación de las bondades de la bahía habanera anteceden al bojeo de Cuba, efectuado entre 1509 y 1510 por el hidalgo Sebastián De Ocampo, a quien se le atribuye el bautizo como Puerto de Carenas. Lo cierto es que, en 1503, Juan de Rinede, maestre de la nao Nuestra Señora de los Remedios, fondeo su bajel en esta rada, acción que hubieron de repetir otras embarcaciones antes de zarpar, en azarosos viajes, hacia Castilla.
No debe perderse de vista el celo con que los marinos españoles mantenían en secreto determinados fondeaderos en aras de su seguridad, pues la creciente oleada del corso y la piratería estremecía en sus asientos a la gobernación real. Prueba de ello es el descubrimiento de las Islas Hawai por Álvaro de Mendaña en 1597, mantenido oculto casi dos siglos hasta ser redescubiertas por el afamado explorador James Cook (1728-1779) en su tercer viaje, con la finalidad de propiciar, en condiciones de paz, la escala del Galeón de Manila en su tornaviaje.5
«Un cosmógrafo contemporáneo fue quien atribuyó, por vez primera, el desarrollo de La Habana al hecho de ser escala forzosa de los navíos y flotas que vienen de las Indias para España a embocar el Canal de Bahamas.»6
«Conocidas pues, las proporciones de la navegación de flotas y armadas en el retorno de Nueva España a Europa por la Costa Norte de Cuba y Canal Nuevo de Bahamas, y establecida su carrera, fue consiguiente su arribo y escala de ellos al puerto de La Habana, aumentando su tráfico y comercio».7
1. Instituto Cubano de Hidrografía. 1976. pp 82 y 83
2. Marina de Guerra. 1959. pp 9 y 10.
3. García del Pino, César. La Habana bajo el reinado de los Austria. Ed. Boloña. Oficina del Historiador. 2008. p.12.
4. Archivo General de Indias (AGI), Sto. Domingo: leg.118, r.I. no.20.
5. Charliat, Pierre Jacques. «El tiempo de los grandes veleros» en Historia universal de las exploraciones. Espasa-Calpe. Madrid. 1968
6. López de Velazco, Juan. Geografía y descripción universal de las Indias, editado por Justo Zaragoza. Madrid, 1894.
7. Urrutia y Montaya, Ignacio de. Teatro histórico, jurídico y político militar de la Isla de Cuba y principalmente de su capital, La Habana. Comisión Cubana de la UNESCO, La Habana, 1963.
A continuación y durante las próximas semanas se ofrecerá una relación de los bajeles construidos en el arsenal habanero desde su fundación en 1724.
Navío San Juan (Incendio). 50 cañones. La Habana, 1724- 1741, se excluyó en La Habana.
Navío San Lorenzo. 50 cañones. La Habana, 1725- 1739, se hundió en el temporal de Veracruz.
Navío San Jerónimo (El Retiro). 50 cañones. La Habana, 1726- ? se vendió a un particular.
Paquebote San Antonio (Triunfo). 16 cañones. La Habana, 1726- ?
Navío San Bautista. La Habana, 1726- ?
Navío Nuestra Señora de Guadalupe (El Fuerte). 60 cañones. La Habana, 1727, se vendió a un particular.
Fragata Santa Bárbara (La Chata). 22 cañones. La Habana, 1727.
Navío San Dionisio (El Constante). 54 cañones. La Habana, 1728-1728 naufragó en Golfo de México.
Paquebote (Marte). 16 cañones. La Habana, 1730-1762 apresado por los ingleses en el Mariel.
Paquebote (Júpiter). 16 cañones. La Habana, 1730.
Fernando Padilla González
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