Entre los meses de abril y mayo de 2012, la rumba y el repentismo se convirtieron en las primeras manifestaciones músico-danzarias en ser avaladas como Patrimonio Cultural de la Nación.
La noticia hizo desbordar la alegría: entre los meses de abril y mayo, la rumba y el repentismo se convirtieron en las primeras manifestaciones músico-danzarias en ser avaladas como Patrimonio Cultural de la Nación.
Y aunque no hace falta que se nos recuerden sus sobradísimos valores patrimoniales, como dijo Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), «era necesaria esa certificación». Y quizás, no esté lejano el día en que ambas manifestaciones engrosen la lista del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, registrada por la UNESCO, debido a sus sobrados atributos, historia y actualidad.
Caridad Cuervo y Federico Soto Alejo (Tata Güines) en la década de 1950, durante la filmación del programa televisivo El solar, bailando un guaguancó, una de las modalidades de la rumba, que adquiere carácter de un relato largo, casi siempre alusivo a algo o alguien. |
Todo cabe en la Rumba
La rumba, cual delicioso ajiaco tiene auténticas raíces en la mayor de las Antillas, donde además de disponer de un Palacio en Centro Habana, cuenta con uno de los barrios más rumberos de la capital: Cayo Hueso, verdadero emporio del género cantable y bailable.
Según el sabio cubano Fernando Ortiz, el origen de la rumba es gagá, aunque es posible reconocer en ella elementos musicales de otros pueblos africanos, como fueron los de procedencia conga, yoruba y carabalí. Se interpreta curtiendo tambores o simplemente madera o cajón, acompañada por claves y, a veces, cucharas.
De las cuarterías y solares de la época colonial salió el género, nacido de la vertiente afro-española y surgido en el barracón, cuando el esclavo se rebeló para ganar un espacio allende los mares, en busca de nuevos escenarios.
Su presencia fue delirio en Nueva York y París, a donde la llevó el músico cubano Julio Cueva a mediados de la década del 30 del siglo XX. De entonces a acá, muchos son los rumberos que han enaltecido el género en todo el mundo: Ignacio Piñeiro, Chano Pozo, Calixto Callava, noticia Papín Abreu, el Goyo Hernández, Celeste Mendoza y José Rosario Oviedo, conocido por Malanga.
Alejo Carpentier, profundo conocedor de la música, afirmaba que en Cuba no hay una rumba, sino varias rumbas; no es lo mismo un yambú o un guaguancó que una columbia, aseveraba el autor de El siglo de las luces. Pero en cualquiera de sus variantes, la rumba, quién lo duda, es folclore y capital cultural. ¡Dígase rumba y se estará hablando de una representación musical de auténtica cubanía!
Controversia y pie forzado
Un elemento hispánico de la música cubana es el uso de la décima como forma de improvisación del
El movimiento repentista cubano cuenta con nombres imprescindibles, como Adolfo Alfonso y Justo Vega. Ambos, de izquierda a derecha, en la fotografía tomada por Héctor Delgado durante un guateque campesino en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). |
campesinado en el punto guajiro.
En Cuba, el repentismo se hace acompañar precisamente por este género musical, y según expresa Alexis Díaz Pimienta, uno de sus cultores contemporáneos, la controversia y el pie forzado son las dos formas más importantes de la improvisación.
Una controversia es un encuentro o «duelo» verbal entre dos poetas improvisadores que se entrecruzan y alternan con la música. Al igual que la controversia, el pie forzado tiene un carácter general, aunque en Cuba cada poeta improvisa solo, partiendo de un pie forzado.
Dentro del amplio cancionero campesino aparecen distintos tipos de tonadas en las que se improvisan décimas como texto. Y si hablamos de repentistas, hay que mencionar los aficionados a la seguidilla, estilo que ha ido tomando auge, y que consiste en cantar varias décimas seguidas, sin interrupción, usando una tonada que puede, en cualquier momento, cortar una palabra.
En la Isla, la presencia de la décima está históricamente probada. Quizás sin muchos maestros ni modelos, la improvisación sentó raíces acá. Ya en la primera mitad del siglo XIX la décima pasó a manos de nuestros mejores poetas románticos, entre ellos, Francisco Poveda, José Jacinto Milanés, Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) y Francisco Manzano.
Desde entonces, muchos han sido y son en Cuba los exponentes del punto guajiro, la décima, el repentismo... A fin de cuentas, como en la rumba, todo cabe en este ajiaco guajiro, que ya engrosa la lista del Patrimonio Oral de la Nación.
Marilys Suárez Moreno
Periodista de la revista Mujeres