Desde el año 2002, cuando fuera restaurado el Palacio de Lombillo, este inmueble se convirtió en sitio habitual de las presentaciones de la revista Opus Habana. Antes estuvieron en esa edificación, la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle y el Archivo Histórico Municipal Habanero: dos entidades ligadas a la propia génesis de la Oficina del Historiador.
La presentación de Opus Habana (No. 2, 2002) se sumó a los acontecimientos culturales que han dejado constancia de la reinauguración de este edificio para sede del actual Historiador de la Ciudad, como antes lo fuera de su predecesor.
Cuando en febrero último, se presentó Opus Habana (No. 1, Vol. VI, 2002) en el patio colonial del recién restaurado Palacio de Lombillo, de algún modo se rendía homenaje a la vocación editorial que, desde sus inicios, ha tenido la Oficina del Historiador de la Ciudad.
La ocasión no podía ser más propicia, pues la presentación de la revista se sumó a la serie de acontecimientos culturales que han dejado constancia de la reinauguración de este edificio colonial para sede del actual Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, como antes lo fuera de su predecesor: Emilio Roig de Leuchsenring.
Luego de haber radicado en la planta baja del Palacio de los Capitanes Generales y, más tarde, en el entresuelo de ese mismo inmueble, Roig se trasladó para el Palacio de Lombillo, el 22 de diciembre de 1947. Y ese día, al dejar inaugurada ésta –su tercera y última sede–, recibió un Diploma de Honor por parte de la Sociedad Colombista Panamericana «en reconocimiento de su labor de rescate y conservación de los valiosísimos fondos que constituyen el Archivo Histórico Municipal Habanero».
Ya para ese momento, Roig no sólo había rescatado las Actas –lo que fue, sin dudas, un aval definitorio para que a partir de 1927 se le reconociera como historiador de mérito, además de su conocida faceta de periodista y escritor costumbrista–, sino que hasta había publicado los tres primeros tomos de ese fondo documental (desde 1550 a 1578) y, a partir de la información que contenía el primero de ellos (1550-1565), había escrito el que fuera primer y único volumen de su inconclusa Historia de La Habana.
Abogado de profesión, desde muy joven sintió inclinación por las letras, lo que –unido a su carisma personal y amplitud de ideas– le granjeó el respeto de las figuras intelectuales más importantes de su época, con quienes interactuó sostenidamente desde su cargo de redactor y, luego, director literario en la revista ilustrada Social (1916-1933; 1935-1938).
Al ser nominado en 1935 Historiador de la Ciudad –y, sobre todo, a partir de 1938, cuando crea su Oficina en dos salones de la planta baja del Palacio Municipal, hoy Museo de la Ciudad–, Roig acomete su propio proyecto de publicaciones, apoyado financieramente por la Alcaldía Municipal.
Al trasladarse hacia el Palacio de Lombillo, ya tenía publicados 34 «Cuadernos de Historia Habanera» (en total saldrían 64, el último en 1962) y siete títulos de la «Colección Histórica Cubana y Americana» (llegarían a 24), así como los libros La Habana. Apuntes Históricos (1939) y El Escudo Oficial del Municipio de La Habana (1943), ambos con el mismo formato de su también inconcluso proyecto de las Actas Capitulares, cuyo tercer y –a fin de cuentas– último tomo había sido publicado en 1946, o sea, un año antes de instalarse en este edificio.
Situado en el entorno de la Plaza de la Catedral, dicho inmueble dio cobijo entonces a la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle y el Archivo Histórico Municipal Habanero, dos entidades ligadas a la propia génesis de la Oficina y que hoy se encuentran en el Museo de la Ciudad.
Hacia el recién restaurado Palacio de Lombillo, junto al Historiador de la Ciudad, se han trasladado ahora el Plan Maestro de Revitalización Integral del Centro Histórico y la revista Opus Habana.
Con un sentido de continuidad que se legitima con cada número que sale a la luz, Opus Habana rinde tributo a ese legado editorial de Roig, cuyas crónicas costumbristas –que nunca dejara de escribir– aparecen en la última página de nuestra revista.En el Palacio de Lombillo La presentación de Opus Habana (No. 2, 2002) se sumó a los acontecimientos culturales que han dejado constancia de la reinauguración de este edificio para sede del actual Historiador de la Ciudad, como antes lo fuera de su predecesor. A un costado de la Plaza de la Catedral, se erige el Palacio de Lombillo. Cuando en febrero último, se presentó Opus Habana (No.1, Vol. VI, 2002) en el patio colonial del recién restaurado Palacio de Lombillo, de algún modo se rendía homenaje a la vocación editorial que, desde sus inicios, ha tenido la Oficina del Historiador de la Ciudad. La ocasión no podía ser más propicia, pues la presentación de la revista se sumó a la serie de acontecimientos culturales que han dejado constancia de la reinauguración de este edificio colonial para sede del actual Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, como antes lo fuera de su predecesor: Emilio Roig de Leuchsenring. Luego de haber radicado en la planta baja del Palacio de los Capitanes Generales y, más tarde, en el entresuelo de ese mismo inmueble, Roig se trasladó para el Palacio de Lombillo, el 22 de diciembre de 1947. Y ese día, al dejar inaugurada ésta ?su tercera y última sede?, recibió un Diploma de Honor por parte de la Sociedad Colombista Panamericana «en reconocimiento de su labor de rescate y conservación de los valiosísimos fondos que constituyen el Archivo Histórico Municipal Habanero». Ya para ese momento, Roig no sólo había rescatado las Actas ?lo que fue, sin dudas, un aval definitorio para que a partir de 1927 se le reconociera como historiador de mérito, además de su conocida faceta de periodista y escritor costumbrista?, sino que hasta había publicado los tres primeros tomos de ese fondo documental (desde 1550 a 1578) y, a partir de la información que contenía el primero de ellos (1550-1565), había escrito el que fuera primer y único volumen de su inconclusa Historia de La Habana. En el patio del Palacio de Lombillo, el Historiador de la Ciudad presenta Opus Habana (No. 1, Vol. VI, 2002), con portada de Ángel Ramírez. Abogado de profesión, desde muy joven sintió inclinación por las letras, lo que ?unido a su carisma personal y amplitud de ideas? le granjeó el respeto de las figuras intelectuales más importantes de su época, con quienes interactuó sostenidamente desde su cargo de redactor y, luego, director literario en la revista ilustrada Social (1916-1933; 1935-1938). Al ser nominado en 1935 Historiador de la Ciudad ?y, sobre todo, a partir de 1938, cuando crea su Oficina en dos salones de la planta baja del Palacio Municipal, hoy Museo de la Ciudad?, Roig acomete su propio proyecto de publicaciones, apoyado financieramente por la Alcaldía Municipal. Al trasladarse hacia el Palacio de Lombillo, ya tenía publicados 34 «Cuadernos de Historia Habanera» (en total saldrían 64, el último en 1962) y siete títulos de la «Colección Histórica Cubana y Americana» (llegarían a 24), así como los libros La Habana. Apuntes Históricos (1939) y El Escudo Oficial del Municipio de La Habana (1943), ambos con el mismo formato de su también inconcluso proyecto de las Actas Capitulares, cuyo tercer y ?a fin de cuentas? último tomo había sido publicado en 1946, o sea, un año antes de instalarse en este edificio. Situado en el entorno de la Plaza de la Catedral, dicho inmueble dio cobijo entonces a la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle y el Archivo Histórico Municipal Habanero, dos entidades ligadas a la propia génesis de la Oficina y que hoy se encuentran en el Museo de la Ciudad. Hacia el recién restaurado Palacio de Lombillo, junto al Historiador de la Ciudad, se han trasladado ahora el Plan Maestro de Revitalización Integral del Centro Histórico y la revista Opus Habana. Con un sentido de continuidad que se legitima con cada número que sale a la luz, Opus Habana rinde tributo a ese legado editorial de Roig, cuyas crónicas costumbristas ?que nunca dejara de escribir? aparecen en la última página de nuestra revista. Redacción Opus Habana Tomado de Opus Habana, Vol. VI, No. 2, 2002, Breviario. En el Palacio de Lombillo En el 2002, recién restaurado el Palacio de Lombillo, sería presentado el número segundo de ese año de Opus Habana, sitio donde desde entonces con regularidad tiene lugar este acontecimiento. Antes estuvieron en allí la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle y el Archivo Histórico Municipal Habanero: dos entidades ligadas a la propia génesis de la Oficina del Historiador. Entrada principal por la calle Empedrado al Palacio de Lombillo, donde radican la sede del Historiador de la Ciudad, Opus Habana y el Plan Maestro.
La ocasión no podía ser más propicia, pues la presentación de la revista se sumó a la serie de acontecimientos culturales que han dejado constancia de la reinauguración de este edificio colonial para sede del actual Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, como antes lo fuera de su predecesor: Emilio Roig de Leuchsenring.
Luego de haber radicado en la planta baja del Palacio de los Capitanes Generales y, más tarde, en el entresuelo de ese mismo inmueble, Roig se trasladó para el Palacio de Lombillo, el 22 de diciembre de 1947. Y ese día, al dejar inaugurada ésta –su tercera y última sede–, recibió un Diploma de Honor por parte de la Sociedad Colombista Panamericana «en reconocimiento de su labor de rescate y conservación de los valiosísimos fondos que constituyen el Archivo Histórico Municipal Habanero».
Ya para ese momento, Roig no sólo había rescatado las Actas –lo que fue, sin dudas, un aval definitorio para que a partir de 1927 se le reconociera como historiador de mérito, además de su conocida faceta de periodista y escritor costumbrista–, sino que hasta había publicado los tres primeros tomos de ese fondo documental (desde 1550 a 1578) y, a partir de la información que contenía el primero de ellos (1550-1565), había escrito el que fuera primer y único volumen de su inconclusa Historia de La Habana.
Abogado de profesión, desde muy joven sintió inclinación por las letras, lo que –unido a su carisma personal y amplitud de ideas– le granjeó el respeto de las figuras intelectuales más importantes de su época, con quienes interactuó sostenidamente desde su cargo de redactor y, luego, director literario en la revista ilustrada Social (1916-1933; 1935-1938).
Al ser nominado en 1935 Historiador de la Ciudad –y, sobre todo, a partir de 1938, cuando crea su Oficina en dos salones de la planta baja del Palacio Municipal, hoy Museo de la Ciudad–, Roig acomete su propio proyecto de publicaciones, apoyado financieramente por la Alcaldía Municipal.
Al trasladarse hacia el Palacio de Lombillo, ya tenía publicados 34 «Cuadernos de Historia Habanera» (en total saldrían 64, el último en 1962) y siete títulos de la «Colección Histórica Cubana y Americana» (llegarían a 24), así como los libros La Habana. Apuntes Históricos (1939) y El Escudo Oficial del Municipio de La Habana (1943), ambos con el mismo formato de su también inconcluso proyecto de las Actas Capitulares, cuyo tercer y –a fin de cuentas– último tomo había sido publicado en 1946, o sea, un año antes de instalarse en este edificio.
Situado en el entorno de la Plaza de la Catedral, dicho inmueble dio cobijo entonces a la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle y el Archivo Histórico Municipal Habanero, dos entidades ligadas a la propia génesis de la Oficina y que hoy se encuentran en el Museo de la Ciudad.
Hacia el recién restaurado Palacio de Lombillo, junto al Historiador de la Ciudad, se han trasladado ahora el Plan Maestro de Revitalización Integral del Centro Histórico y la revista Opus Habana.
Con un sentido de continuidad que se legitima con cada número que sale a la luz, Opus Habana rinde tributo a ese legado editorial de Roig, cuyas crónicas costumbristas –que nunca dejara de escribir– aparecen en la última página de nuestra revista.En el Palacio de Lombillo La presentación de Opus Habana (No. 2, 2002) se sumó a los acontecimientos culturales que han dejado constancia de la reinauguración de este edificio para sede del actual Historiador de la Ciudad, como antes lo fuera de su predecesor. A un costado de la Plaza de la Catedral, se erige el Palacio de Lombillo. Cuando en febrero último, se presentó Opus Habana (No.1, Vol. VI, 2002) en el patio colonial del recién restaurado Palacio de Lombillo, de algún modo se rendía homenaje a la vocación editorial que, desde sus inicios, ha tenido la Oficina del Historiador de la Ciudad. La ocasión no podía ser más propicia, pues la presentación de la revista se sumó a la serie de acontecimientos culturales que han dejado constancia de la reinauguración de este edificio colonial para sede del actual Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, como antes lo fuera de su predecesor: Emilio Roig de Leuchsenring. Luego de haber radicado en la planta baja del Palacio de los Capitanes Generales y, más tarde, en el entresuelo de ese mismo inmueble, Roig se trasladó para el Palacio de Lombillo, el 22 de diciembre de 1947. Y ese día, al dejar inaugurada ésta ?su tercera y última sede?, recibió un Diploma de Honor por parte de la Sociedad Colombista Panamericana «en reconocimiento de su labor de rescate y conservación de los valiosísimos fondos que constituyen el Archivo Histórico Municipal Habanero». Ya para ese momento, Roig no sólo había rescatado las Actas ?lo que fue, sin dudas, un aval definitorio para que a partir de 1927 se le reconociera como historiador de mérito, además de su conocida faceta de periodista y escritor costumbrista?, sino que hasta había publicado los tres primeros tomos de ese fondo documental (desde 1550 a 1578) y, a partir de la información que contenía el primero de ellos (1550-1565), había escrito el que fuera primer y único volumen de su inconclusa Historia de La Habana. En el patio del Palacio de Lombillo, el Historiador de la Ciudad presenta Opus Habana (No. 1, Vol. VI, 2002), con portada de Ángel Ramírez. Abogado de profesión, desde muy joven sintió inclinación por las letras, lo que ?unido a su carisma personal y amplitud de ideas? le granjeó el respeto de las figuras intelectuales más importantes de su época, con quienes interactuó sostenidamente desde su cargo de redactor y, luego, director literario en la revista ilustrada Social (1916-1933; 1935-1938). Al ser nominado en 1935 Historiador de la Ciudad ?y, sobre todo, a partir de 1938, cuando crea su Oficina en dos salones de la planta baja del Palacio Municipal, hoy Museo de la Ciudad?, Roig acomete su propio proyecto de publicaciones, apoyado financieramente por la Alcaldía Municipal. Al trasladarse hacia el Palacio de Lombillo, ya tenía publicados 34 «Cuadernos de Historia Habanera» (en total saldrían 64, el último en 1962) y siete títulos de la «Colección Histórica Cubana y Americana» (llegarían a 24), así como los libros La Habana. Apuntes Históricos (1939) y El Escudo Oficial del Municipio de La Habana (1943), ambos con el mismo formato de su también inconcluso proyecto de las Actas Capitulares, cuyo tercer y ?a fin de cuentas? último tomo había sido publicado en 1946, o sea, un año antes de instalarse en este edificio. Situado en el entorno de la Plaza de la Catedral, dicho inmueble dio cobijo entonces a la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle y el Archivo Histórico Municipal Habanero, dos entidades ligadas a la propia génesis de la Oficina y que hoy se encuentran en el Museo de la Ciudad. Hacia el recién restaurado Palacio de Lombillo, junto al Historiador de la Ciudad, se han trasladado ahora el Plan Maestro de Revitalización Integral del Centro Histórico y la revista Opus Habana. Con un sentido de continuidad que se legitima con cada número que sale a la luz, Opus Habana rinde tributo a ese legado editorial de Roig, cuyas crónicas costumbristas ?que nunca dejara de escribir? aparecen en la última página de nuestra revista. Redacción Opus Habana Tomado de Opus Habana, Vol. VI, No. 2, 2002, Breviario. En el Palacio de Lombillo En el 2002, recién restaurado el Palacio de Lombillo, sería presentado el número segundo de ese año de Opus Habana, sitio donde desde entonces con regularidad tiene lugar este acontecimiento. Antes estuvieron en allí la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle y el Archivo Histórico Municipal Habanero: dos entidades ligadas a la propia génesis de la Oficina del Historiador. Entrada principal por la calle Empedrado al Palacio de Lombillo, donde radican la sede del Historiador de la Ciudad, Opus Habana y el Plan Maestro.