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- Escrito por Fernando Padilla González
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La proyección el martes, 24 de marzo, del documental Temples Eternels Sauves du Nil (Salvados los templos eternos del Nilo) finalizó el II Ciclo de Cine Arqueológico Subacuático que se desarrolló, durante los meses de febrero y marzo, en la sala de actos del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador. Realizado en 1968 por la UNESCO, el material audiovisual ilustra las labores de rescate del patrimonio edificado de Abu Simbel, el templo dedicado a la diosa Hathor, así como los santuarios ptolemaicos y romanos de File, amenazados entonces por la construcción del lago Nasser a orillas del río Nilo.
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Continuación del II Ciclo de Cine Arqueológico Subacuático, el martes 17 de marzo se exhibió el documental La Batalla del Nilo, en la sala de conferencias del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador. El material audiovisual contó con la presentación del especialista César Alonso, quien argumentó aspectos relacionados al episodio naval ocurrido los primeros días de agosto de 1798, cuando se enfrentaron las flotas de Napoleón Bonaparte y el insigne estratega de la Royal Navy Horacio Nelson. Desentrañar las causas de la explosión del navío de línea e insignia del emperador francés, L´Orient, fue otro de los aspectos de interés.
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A las labores de rescate de la preciada carga de la nao almiranta Nuestra Señora de Atocha estuvo dedicado la continuación del II Ciclo de Cine Arqueológico Subacuático que cada martes, a las 2:00 p.m., tiene lugar en el Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador. En esta oportunidad, el arqueólogo español Antoni Fonollà disertó sobre las considerables diferencias existentes entre el estudio de la arqueología subacuática y los procederes efectuados por el equipo de buzos de Mel Fisher en el pecio del galeón construido en La Habana en 1620 y naufragado en las costas de la Florida dos años después debido a los azotes de un huracán.
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Un terreno pantanoso con manantiales subterráneos fue el lugar elegido para el establecimiento de la tercera de las plazas habaneras que no pudo tener otro nombre que Plaza de la Ciénaga, hoy conocida como de la Catedral.