Dibujos en creyón, grafito, aguada, carbón y acuarela integran la exposición «Divertimentos» del artista Cosme Proenza, abierta hasta el 29 de marzo en la Galería Villa Manuela de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

«Esta exhibición apunta a otra relación entre pintura y dibujo, pues algunas de las obras gráficas reunidas están emparentadas con lienzos de Cosme expuestos en otra ocasión y lugar».

Esciápodo (2007). Grafito,carbón y aguada sobre cartulina (76x56 cm).

Hayy quienes siguen optando por identificar al dibujo con la primacía de la línea, y a la pintura con el predominio del color. A tono con lo especificado por Charles Baudelaire en el siglo XIX, el rasgo distintivo del dibujante puro reside en la fineza, incompatible con la pincelada. Y el color no excluye al gran dibujo, sino «al dibujo detallista, la minucia de los pequeños fragmentos, donde la pincelada siempre devorará a la línea».1
Con arreglo a tales fundamentos, a los pintores sería inherente el brochazo más suelto, desbordado; y los pigmentos vivos, contrastantes. En tanto a los dibujantes sería consustancial la paleta austera y la pincelada lamida, que no desbordan el espacio delimitado por las líneas de contorno. Pura taxonomía.
Eludiendo hasta cierto punto el dogma sectario, Baudelaire no desestimó la posibilidad de que en un mismo artista visual convergieran el colorista y el dibujante: el primero, por el dominio de las «grandes masas»; el segundo, en virtud de la «lógica completa del conjunto de líneas». Y su sentencia fue tan categórica como ponderada: «siempre una de esas cualidades absorbe detalles de la otra».
La praxis ha mostrado que algunos artistas virtuosos en el dibujo no han gozado de igual excelencia al tratar con el óleo y otra técnica pictórica. No logran efectos visuales óptimos. En este sentido, la propia historia del llamado arte cubano puede señalar a más de una figura. Pero, desde luego, cada regla tiene su (s) salvedad (es). Y una de estas se nombra Cosme Proenza.

«Los Dioses escuchan»(serie)(2005). Conte blanco y cartulina verde (70x50 cm).

No solo porque él puede manejar con éxito aquellos específicos de la pintura y el dibujo, sino también porque, apelando a la técnica mixta, trabaja con soltura lo que Juan Acha ha denominado «dibujo pictorizado»: una suerte de simbiosis que puede apreciarse en esta muestra. Si bien el color no suele insubordinarse del dintorno, confiere a las formas matices y volúmenes diversos, con o sin el concurso de la grisaille lograda por la tinta o el grafito…
Esta exhibición apunta a otra relación entre pintura y dibujo, pues algunas de las obras gráficas reunidas están emparentadas con lienzos de Cosme expuestos en otra ocasión y lugar. Así lo recuerdan ciertos títulos, como los inscritos en la serie «Los dioses escuchan». Así lo evidencia la recreación de temas y figuras de la mitología, sobre todo los salidos de la cornucopia griega.
También se afirma que el dibujo es la matriz para otras expresiones de las artes visuales, el medio para los bosquejos que preceden a la obra definitiva. Se le atribuye así un rol ancilar. Cuando se detallan estas complejas figuras de Cosme, se descubre en su fondo, generalmente simple, un sombreado con manchas o trazos, frecuentes en los apuntes.

Mujer con sombrero (2005). Aguada y grafito sobre cartulina (77x56 cm).

Que suelan ser figuras aisladas, como si se estudiaran sus actitudes física y sicológica, como fragmentos o detalles enfilados a una composición o escena mayor, contribuye a reforzar la apariencia de boceto o estadio transitorio de esas obras dibujadas. De esta manera, el dibujo serviría para destilar quintaesencias, para la operación analítica en la concepción de la propuesta artística.
Ahora bien, cuando se advierte la prolijidad con que Proenza ha dado cima a estos dibujos, y se percibe la complejidad intrínseca de sus composiciones unitarias, se les empieza a conceder más valor autónomo. Por lo demás, hace ya algún tiempo, la postulación del proyecto bien acabado como obra en sí, es un tópico superado en la visualidad cubana.
Pese a la heterogénea procedencia de estas obras –que no pertenecen a una misma serie o motivación–, pese a la variedad de rasgos faciales o expresiones de los rostros, aflora un rasgo común a casi todas las obras expuestas. No es ya el nexo entre pintura y dibujo. Tampoco es el idiolecto o maniera personal con que el artista las concibe y unifica. Es el regodeo en el tocado de los personajes: un atributo que los individualiza y diferencia entre sí.
Pareciera incluso que el ser humano, demiurgo o deidad, fuera sostén de esas formas serpenteadas, barrocas, variopintas e identitarias. Los cuerpos –desnudos o arropados– asoman apenas entre arabescos que a primera vista podrían resultar decorativos. Como Arcimboldo, el célebre pintor renacentista italiano, Cosme pareciera fundir también la naturaleza antropoide y la vegetal, en busca de parangones de elíptica aprehensión. Pero también pareciera coquetear con el dato escondido, no totalmente revelable…

1 Todas las referencias a este autor fueron tomadas de: Baudelaire y la critica de arte. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1986, pp.31-32

(Palabras al catálogo de la exposición «Divertimentos», que se exhibe en la Galería Villa Manuela).

Israel Castellanos
Crítico de arte

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