Este martes 9 de octubre, víspera del aniversario 144 de una fecha fundacional —10 de octubre de 1868—, se efectuó en el Centro Histórico de La Habana el tradicional acto de tributo por el inicio de las luchas independentistas.
La velada incluyó el tradicional acto de tributo ante el monumento a Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas, una peregrinación a la Sala de las Banderas del Museo de la Ciudad y una conferencia del Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, sobre los acontecimientos del 10 de octubre de 1868.
Este martes 9 de octubre, víspera del aniversario 144 de una fecha fundacional —10 de octubre de 1868—, se efectuó en el Centro Histórico de La Habana el tradicional acto de tributo por el inicio de las luchas independentistas. Al pie del monumento que perpetúa la figura de Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas, cubanos de varias generaciones se congregaron para reverenciar al Padre de la Patria, primer presidente de la República de Cuba en Armas y artífice e impulsor del levantamiento armado contra la metrópoli española.
Eusebio Leal Spengler imprimió al poder de la palabra su auténtica vocación cespediana, para explicar las esencias del hombre que «creyó firmemente que la causa emancipadora era posible, pasando por la lucha armada como único camino para alcanzar ese objetivo. Esa guerra puso a prueba todo cuanto el cubano fue y quiso ser».
El Historiador de la Ciudad reflexionó sobre la importancia de los símbolos para la identidad nacional, y sintetizó la dimensión exacta de un hecho en donde todo fue ofrendado por el iniciador, donde primaron las emociones de los hombres involucrados en aquel proyecto, y donde numerosos miembros de la familia Céspedes —se calcula que más de 30— subieron al cadalso o sucumbieron al acero del adversario en el combate.
Una peregrinación casi silente continuó hacia la Sala de las Banderas, en el Museo de la Ciudad, donde se conservan valiosos objetos que remiten a aquella gesta gloriosa: la bandera original que presidiera el levantamiento, cosida apresuradamente por la joven Candelaria Acosta, el acta que certifica la autenticidad de la misma, el retrato de Carlos Manuel, exhibido durante sus exequias en Estados Unidos…
Posteriormente, en el Aula Magna del Colegio Universitario San Gerónimo se celebró una sesión solemne de la Academia de la Historia de Cuba —refundada el 10 de octubre de 2011. En nombre de los integrantes de la corporación, Leal Spengler pronunció una conferencia donde ahondó en la trascendencia de quien después de liberar a sus esclavos en el ingenio La Demajagua, los convocara a luchar por la libertad plena.
El recuento abarcó el contexto continental, donde el nivel de injusticia acumulada hizo estallar a partir de 1810 verdaderas revoluciones, y se centró en la capacidad de liderazgo y el poder de decisión del padre fundador e iniciador de la voluntad antiesclavista; «aunque la determinación del 10 de Octubre suponía lanzar un tizón encendido sobre un polvorín, ya no fue posible para el precursor dilatar ese momento», expresó.
Asimismo, aludió a pasajes de su diario, donde se verifica, al tiempo que el dramatismo y los rigores de la contienda, el sentido de renunciación de un criollo de cuna privilegiada que se ve despojado de manera creciente de todo bien material, que desecha los propósitos familiares de marchar al extranjero después de su deposición, y encara con entereza los reclamos de la esposa ausente, «viuda en vida».
En este sentido, apuntó: «es glorioso y trágico a la vez el destino de esta personalidad atrayente, piedra angular en el arco de la Historia de Cuba, que en San Lorenzo declina su última esperanza. El martirio es la coronación de su palabra empeñada. Escogió el barranco, pero ascendió a la cumbre…».
Leal llamó además a influir desde la Academia en la enseñanza de la Historia de Cuba, llevando a la tribuna pública y a todas las instituciones del Estado las complejidades que existieron, puesto que en toda obra humana intervienen las ilusiones y el carácter de sus protagonistas.
«El sueño de Patria, la aspiración de una nación soberana, a veces ha de pasar por senderos extraviados. Es preciso que se valoren en su justa dimensión estos trances y estos dones del espíritu, este hermoso legado, esta cultura que jamás pasará. Debemos ser cantores de la Historia, sin omisiones ni ocultamientos pero con sentido común, por el bien supremo de esa estrella fulgurante que es Cuba», señaló.
Al término de su emotiva evocación, exhortó a las nuevas generaciones a volver al punto de partida, porque sin pasado no hay futuro, y significó la necesidad de hacer memoria y desarrollar la conciencia.
Imagen superior: En la Sala de las Banderas, Eusebio Leal Spengler explica el significado de las piezas museables. En primer plano, de izquierda a derecha, Lázara Mercedes López Acea, primera secretaria del Partido en la capital; el general Samuel Rodiles Planas, presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana; la general Teté Puebla; al fondo, los generales Antonio E. Lussón Batlle y Ulises Rosales del Toro. Debajo, guardia de honor y ofrendas florales al pie del monumento a Céspedes en la Plaza de Armas (izquierda) y el Historiador de la Ciudad durante la sesión solemne de la Academia de la Historia de Cuba. |
Mario Cremata Ferrán
Opus Habana