Desde una perspectiva lingüística-literaria, la investigadora del Centro de Estudios Martianos Mayra Beatriz Martínez Díaz disertó sobre Los diarios de Martí: historias que glosan la historia.

Con sede en la Fundación Alejo Carpentier, el ciclo de conferencias «La intimidad en la historia» tiene lugar todos los martes a las cuatro de la tarde, hasta el 7 de febrero.

Por estos días de enero, cuando la figura de José Martí vuelve a ser evocada por investigadores e historiadores, a propósito del 159 aniversario de su nacimiento (28 de enero), la Fundación Alejo Carpentier incluyó en su ciclo de conferencias «La intimidad de la historia» un espacio para homenajear al Apóstol.
Bajo el título Los diarios de Martí: historias que glosan la historia, la investigadora del Centro de Estudios Martianos Mayra Beatriz Martínez Díaz, desde una perspectiva lingüística-literaria, analizó diversos pasajes comprendidos en los diarios y/o memorias escritos por Martí entre 1876 y 1895, que también incluyen «algunas de sus crónicas, ciertas cartas y determinados cuadernillos con observaciones de camino, anotaciones dispersas y fragmentos, que llegaron hasta nosotros prácticamente sin ordenar», agregó la especialista.
Dividido en tres períodos, correspondientes a diversos grados de evolución en el pensamiento cognitivo de Martí, el examen incluyó el periplo de este «viajero ilustrado» por el centro y sur de América: México, en 1875 y 1877; Islas Mujeres; Belice y Guatemala, en 1877; su arribo a Nueva York (1880) y la visita a Venezuela un año después, y, en un tercer período «que se corresponde con la maduración de sus ideas», el tránsito por Costa Rica y Panamá, así como su regreso a Cuba, no sin antes pasar por República Dominicana, Haití y Gran Inagua.
En todo este itinerario, fundamental para la maduración integral de su pensamiento latinoamericanista, Martí «no solo describe lo que ve y reproduce sus reflexiones más íntimas, sino que, en especial, especula abiertamente acerca de tópicos que, con frecuencia, vemos repetirse ante cada nuevo escenario, ante cada uno de los diversos grupos humanos que conoce; compara, agrega matices, enriquece su información. Representan, quizás, el reflejo más humanamente cercano de la misión que se había trazado».
La «explícita empatía progresiva con lo nuestroamericano», evidente desde sus primeras notas de viaje, evoluciona a medida que entra en contacto con estas nuevas realidades, hasta percibir en sus escritos que «no solo se introduce como coprotagonista de los hechos, sino que poco a poco, advertiremos su intención de colocarse al mismo nivel de sus interlocutores».
Ya en una etapa superior, «consciente cada vez más de su responsabilidad social (…) irá haciendo lugar, a su mismo nivel, a otros protagonistas, a “otras” voces procedentes, incluso, de sujetos marginados iletrados: no encontraremos, pues, necesariamente, reproducidos parlamentos de ciudadanos ilustres, jefes militares, profesionales… sino de quienes habitaban los márgenes del discurso moderno entronizado: hablan los indígenas, hablan los negros, hablan los soldados rasos, habla la sabiduría acumulada del habitante humilde de las selvas y los montes... y hacen sus historias —historias que tienen, por lo general, una trascendencia para su grupo», concluyó la especialista.
También resultó significativa la observación de Martínez Díaz sobre los Diarios de campaña, en los que aparecen descritos diversos escenarios y sucesos de la manigua cubana durante la guerra independentista de 1895, incluidos muchos de sus principales líderes.
Parte de estas reflexiones —que contribuyen a nutrir el estudio del pensamiento martiano desde la interdisciplinariedad, al imbricar la Historia con los estudios lingüísticos y literarios— conforman el libro Convivencias de El Viajero: nuestra América desde los márgenes, que resultó ganador en 2011 del Premio Alejo Carpentier, y será presentado en la 21 Feria Internacional del Libro.

 

Celia María González
Opus Habana

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