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Las criaturas de María Consuelo fueron, son y serán para nosotros lo que sean capaces de extraernos o lo que, simplemente, extraigamos de ellas desde nuestra espiritualidad.
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Aunque he indagado casi hasta la desesperación aun no se que son realmente los protagonistas de sus obras, ella afirma que son Ángeles, yo no estoy del todo segura, no le encuentro las alas pero jamás dudo de sus dotes protectoras, Consuelo no me convence y yo no me dejo persuadir. Son seres extraños, en ocasiones futuristas y llegan a confundir con su inusitada androginia.
La propuesta está hecha mediante los trazos, ya la artista hizo lo suyo, la interpretación nos toca a cada cual desde nuestra propia perspectiva, veremos que elegimos ver: Ángeles, si nuestra sensibilidad nos lo permite o demonios si carecen de ingenuidad nuestros intereses y enfoques de la vida.
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La máscara y los mitones funcionan como símbolos inequívocos de la iconografía de la artista y se revelan una vez más para redescubrir las aristas místicas y sensuales de los atuendos de estas cautivadoras efigies.
María Consuelo y sus seres viven entre el erotismo y las sombras; entre la luz y las heridas, entre el negro y el blanco, allí los podremos encontrar palpitando. Nadie puede sustraerse a la seducción que emanan estas figuras, ni siquiera aquellos que sean incapaces de interpretarlas.
Cecilia Crespo
Periodista
Periodista