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El tema hebreo ha sido, curiosamente, uno de los asuntos apenas abordados en el quehacer plástico actual de la Isla, pese a que puede hallarse en la historia de su cultura.
Dentro de las actividades efectuadas para
homenajear el primer aniversario de la
apertura del hotel Raquel, la boutique
de este sitio del Centro Histórico,
mantiene por estos días la exposición
de fotografía «El arca»,
de Ismael Rodríguez, que quedó
inaugurada por Rafael Acosta de Arriba
el sábado 5 de junio. También,
en la segunda planta de este hotel se
exhiben pinturas, dibujos, fotografías
y esculturas de 20 creadores cubanos contemporáneos.
Ambas exposiciones han procurado reflejar
la presencia de elementos judaicos en
la obra de algunos de nuestros creadores
artísticos.
«El tema hebreo ha sido, curiosamente, uno de los asuntos apenas abordados en el quehacer plástico actual, pese a que puede hallarse en la historia de nuestra cultura y en el desbordante imaginario popular del cubano», señaló la crítica de arte Carina Pino Santos, en la apertura de la muestra «Temas judaicos en el arte contemporáneo de Cuba», efectuada ese mismo día.
Los artistas que integran esta exhibición
son: José Luis Fariñas,
Eduardo Abela, Leonardo Cuervo, Jorge
Oliva, María del Pilar, Miguel
Florencio de la Colina González,
Isabel Santos, Nelson Domínguez,
Leo D’Lázaro & Ismary,
Zaida del Río, César Leal,
Fabián Martínez, Águedo
Alonso, Orestes Larios Zaak, Arturo Montoto,
Rubén Rodríguez, Rubén
Alpízar, Ángel Ramírez
y Vicente R. Bonachea.
Al abordar el tema judaico en sus obras, estos creadores, según Pino Santos, han logrado recrear figuras «con maestría y delicadeza singulares como la Raquel de José Luis Fariñas, quien también se refiere a Jacob en otra de sus imaginativas apropiaciones medievales. El humor criollo dota de vigor y también identifica otras piezas como El regreso del hijo pródigo, en la cual Eduardo Abela representa quizá una muy peculiar escena: el judío aparece en el lienzo, con su característico caftán negro, su kippa y sus largos rizos dorados nos recuerdan lo eterno de los mandamientos. Pero éste no se halla ni adusto ni austero, tampoco en la sinagoga o en algún otro ambiente afín, sino en una flamante bicicleta de rueda alta de fines del siglo XIX y pedalea sonriente pese al calor evidente por la intensa vegetación tropical que, al fondo, ha pintado el artista».
Abordar un tema como el hebreo desde disímiles
enfoques artísticos permite abrir
«un camino oportuno en esa intención
de heterogeneidad que distingue a esta
exposición, ya que las obras que
veremos pertenecen a artistas de muy distintas
promociones, tendencias, inclinaciones
y gustos estéticos. A la vez sus
morfologías y modos de crear son
diferentes y también son varias
las manifestaciones artísticas
que la integran: pintura, escultura, dibujo
y fotografía», destacó
esta crítica de arte en sus palabras
inaugurales.
La jornada sabatina concluyó con un concierto de guitarra, a cargo del maestro y compositor Luis Manuel Molina.
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«El tema hebreo ha sido, curiosamente, uno de los asuntos apenas abordados en el quehacer plástico actual, pese a que puede hallarse en la historia de nuestra cultura y en el desbordante imaginario popular del cubano», señaló la crítica de arte Carina Pino Santos, en la apertura de la muestra «Temas judaicos en el arte contemporáneo de Cuba», efectuada ese mismo día.
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Al abordar el tema judaico en sus obras, estos creadores, según Pino Santos, han logrado recrear figuras «con maestría y delicadeza singulares como la Raquel de José Luis Fariñas, quien también se refiere a Jacob en otra de sus imaginativas apropiaciones medievales. El humor criollo dota de vigor y también identifica otras piezas como El regreso del hijo pródigo, en la cual Eduardo Abela representa quizá una muy peculiar escena: el judío aparece en el lienzo, con su característico caftán negro, su kippa y sus largos rizos dorados nos recuerdan lo eterno de los mandamientos. Pero éste no se halla ni adusto ni austero, tampoco en la sinagoga o en algún otro ambiente afín, sino en una flamante bicicleta de rueda alta de fines del siglo XIX y pedalea sonriente pese al calor evidente por la intensa vegetación tropical que, al fondo, ha pintado el artista».
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La jornada sabatina concluyó con un concierto de guitarra, a cargo del maestro y compositor Luis Manuel Molina.